Antes de que Jesús iniciara Su ministerio terrenal, Satanás lo tentó en el desierto (Mateo 4:11). Después de haber resistido a Satanás, Cristo es capaz de ayudarnos a salir victoriosos sobre él y las tentaciones que pone en nuestro camino (Hebreos 4:15,16).
Puesto que Cristo venció a Satanás en la cruz, los que lo hemos aceptado como Señor y Salvador estamos liberados del poder de las tinieblas y entramos a formar parte del reino del Hijo amado de Dios (Colosenses 1:13). Con todo, nuestra lucha contra Satanás no ha terminado, porque no es una persona que abandone la batalla tan fácilmente. Es el acusador de nuestros hermanos (Apocalipsis 12:10), el enemigo (Mateo: 13:39), el tentador (Mateo4:3) y el engañador (Apocalipsis 12:9).
En el conocido himno “Castillo fuerte es nuestro Dios”, Martín Lutero nos advierte que debemos estar en guardia:
“Con furia y con afán, acósanos Satán,
Por armas deja ver astucia y gran poder,
Como él no hay en la tierra”.
“¿Exactamente qué poderío ejerce Satanás sobre los creyentes? ¿Qué recursos debemos poseer para resistir sus tentaciones y ataques?
El cristiano debe comprender que goza de una posición privilegiada de refugio y seguridad. De acuerdo con Colosenses 3:1-3, puesto que hemos resucitado con Cristo y hemos vuelto a una vida con El mediante el nuevo nacimiento (véase Juan 5:24), el “viejo yo” ha muerto (véase Gálatas 2:20) y nuestra vida está ahora “oculta con Cristo en Dios”. El cristiano se encuentra bajo Su protección y cuidado constantes. “Aquel que fue engendrado por Dios le guarda, y el maligno no le toca” (1 Juan 5:18).
Estrategia de asesoramiento:
Si un cristiano siente que está siendo atacado por Satanás o que es vulnerable a sus asechanzas o su tentación, pídanle que les explique sus inquietudes. Puede ser que simplemente esté sucumbiendo a sus propios deseos egoístas y pecaminosos. Muchas veces culpamos a Satanás de multitud de cosas por las que no tiene ninguna responsabilidad.
1. Un cristiano debe confesar todos sus pecados conscientes (1 Juan 1:9), entendiendo que debe abandonarlos. Debemos esforzarnos por tener “una conciencia sin ofensas ante Dios y ante los hombres” (Hechos 24:16), ya que esto constituye el primer paso para afrontar a Satanás.
2. El cristiano debe permanecer vigilante y en guardia. “Sed sobrios, y velad, porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor, buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). El estar alerta contra las asechanzas y los intentos de Satanás nos ayudará a evitar encuentros con él.
3. Debemos someternos a Dios (Santiago 4:7-8). Este sometimiento tiene dos aspectos:
A. Resistir al diablo.
1) Prepare su mente sicológicamente en contra del diablo. “Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse” (Daniel 1:8) “Vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne” (Romanos 13:14)
2) Ponga a Satanás en su lugar. Cuando el diablo le habló a Jesús por medio de Pedro, para tratar de desviarlo de su propósito eterno, Jesús le reprendió: “¡Quítate de delante de mí, Satanás!”; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres (Mateo 16:23)
3) Use las Sagradas Escrituras para hacer huir a Satanás (Mateo 4:1-11). Durante su tentación, Cristo respondió tajantemente con tres citas apropiadas: Deuteronomio 8:3, Deuteronomio 6:16 y Deuteronomio 6:13. Uno de los argumentos más convincentes para estar familiarizado con las Escrituras es el poder resistir a Satanás.
B. Acercarse a Dios para que El se acerque a nosotros. El tener un tiempo íntimo y cotidiano de comunión con el Señor, utilizando Su palabra y buscando Su presencia y fortaleza por medio de la oración se combinará con nuestra resistencia a Satanás y lo hará huir. “En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra ti” (Salmo 119:11).
4. Debemos vencer a Satanás con la ayuda del Espíritu Santo. “Andad en el Espíritu y no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16).
“Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11).
“Someteos, pues, a Dios, resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y El se acercará a vosotros”. (Santiago 4:7-8).
“Sí, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:1-3).
“Con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gálatas 2:20).