domingo, 27 de diciembre de 2009

La Trinidad

El cristiano cree en la bendita Trinidad –que Dios es uno y, con todo, se ha revelado en tres Personas distintas; el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Cada una de ellas es independiente de las otras; pero nunca actúa por separado. Cada una de estas Personas es distinta; pero poseen un mismo propósito, una misma esencia y una misma naturaleza. La mente finita encuentra difícil entender cabalmente este misterio de Dios y a decir verdad, debemos aceptarlo por fe. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6)

El Credo de los apóstoles, que la iglesia histórica ha aceptado a través de los siglos, principia como sigue: “Creo en Dios, el Padre Todopoderoso, Creador de los cielos y la tierra, y en Jesucristo, Su Hijo unigénito, nuestro Señor, quien fue concebido por el Espíritu Santo”.

La Confesión de Wesminter encierra una defensa elocuente de la Trinidad: “Hay tres Personas en la Deidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estos tres son un Dios, iguales en substancia, iguales en poder y en gloria”.

La obra redentora de Dios no se puede entender separándola de la Trinidad. El Padre dio al Hijo (Juan 3:16), el Hijo se entregó a sí mismo (Gálatas 2:20) y el Padre envió al Espíritu Santo, quien regenera (Juan 3:8).

Los unitarios, los testigos de Jehová, la ciencia cristiana, los espiritistas, los mormones, los cientólogos y los seguidores de todas las religiones orientales niegan la Trinidad.

Estrategia de Asesoramiento:

1. Feliciten a la persona interesada por su búsqueda de la verdad. Díganle que les es muy grato conversar con ella, porque la palabra de Dios, la Biblia, habla elocuentemente sobre la realidad de la Trinidad.

2. Inspírenla para que reciba a Jesucristo como su Señor y Salvador. Comuníquenle que la mejor manera de entender la Trinidad es recibiendo la vida eterna por medio de Jesús. Explíquenle las Cuatro Leyes Espirituales. A continuación, damos varias citas de las Sagradas Escrituras que le serán útiles: “Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1 Timoteo 2:5,6) También Tito 3:5, Juan 1:12 y Juan 3:36.

3. Si la persona invita a Cristo a entrar en su corazón, anímenle a hacer lo siguiente:

a. Decidirse a adoptar una posición firme por Cristo.

b. Comenzar a leer y estudiar la Biblia. Ofrézcanle ayudarle.

c. Que pueda comenzar a asistir al CCLT, donde podrá compartir con otros cristianos y recibir Palabra de Dios, alabar y dar testimonio de Dios.

4. Ore con esa persona para que aprenda a caminar fielmente con Cristo y a alcanzar una comprensión plena de las Escrituras.

Citas bíblicas:

La Biblia hace una defensa muy convincente tanto de la diversidad como de la unidad de las Personas que componen la Trinidad. A continuación se da una lista que no es completa, sino más bien incluye sólo algunos ejemplos de los textos más claros.

El Padre:

Un Dios y Padre

1 Corintios 8:6

Padre de nuestro Señor Jesucristo

Efesios 1:3

Es Todopoderoso

Efesios 4:6

Es inmutable

Santiago 1:17

El autor de nuestra redención

Gálatas 1:3,4

El Padre de los creyentes

2 Corintios 6:17,18

Jesucristo, el Hijo

Es eterno, desde el principio

Juan 1:1

Se encarnó

Juan 1:14

Autor de la gracia y la verdad

Juan 1:17

Es el Hijo de Dios, nuestro Salvador

Juan 3:16

El Padre ama al Hijo

Juan 3:35

El Hijo y el Padre son Uno

Juan 10:30


El Espíritu Santo

Dios es Espíritu

Juan 4:24


Inspiró las Escrituras

2 Pedro 1:21


Nos guía a toda verdad

Juan 16:13

El Padre lo envió al mundo

Juan 14:26

Mora en el corazón de los creyentes

Juan 14:17

Nos confirma que somos de Dios

Romanos 8:16

Los creyentes pueden estar llenos de El

Hechos 4:31

La Trinidad presentada como un todo:

Jesús fue bautizado, el Espíritu Santo descendió y el Padre habló.

Mateo 3:16, 17

Los creyentes se deben bautizar y consagrar, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

Mateo 28:18,19

Los ministerios singulares de la Trinidad en la redención:

La parte del Padre

Efesios 1:3-6

La parte del Hijo

Efesios 1:6:12

La parte del Espíritu Santo

Efesios 1:13,14


viernes, 18 de diciembre de 2009

Las sectas

Las sectas

¿Qué es una secta? Se trata de un grupo que enseña doctrinas o creencias que se desvían de las que enseña la iglesia cristiana histórica y evangélica. Abundan en verdades a medias o distorsionan la verdad. Lo poco de verdad que utilizan se mezcla con los errores y resulta peligrosa. Las sectas logran engañar a muchos. Pablo dijo lo siguiente: “Porque vendrán tiempos cuando no sufrirán la sana doctrina… y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” (2 Timoteo 4:3-4). Jesús dijo: “Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañarán a muchos” (Marcos 13:6).

¿A qué se debe la proliferación de las sectas?

Las sectas medran sobre la ignorancia y la incertidumbre. Los cristianos que no saben de quién son, en qué creen o por qué lo creen, son especialmente vulnerables. Las iglesias se muestran blandas en su responsabilidad de enseñar la Palabra de Dios y discipular a los cristianos. Pablo le recomendó a Timoteo: “Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:2)

Todas las sectas tienen características comunes:

*Una revelación extrabíblica o especial.

A los sesenta y seis libros del Antiguo y el Nuevo Testamento agregan sus propias revelaciones, que son para ellos más importantes que la Biblia. O bien, utilizan una cantidad limitada de pasajes de las Escrituras fuera de contexto, lo que da como resultado interpretaciones erróneas.

La Biblia defiende muy explícitamente su propia integridad. “Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema” (Galatas 1:9) (Véase también Apocalipsis 22:18-19)

*La salvación por obras.

Cualquier enseñanza que trata de llevar a las personas a una relación correcta con Dios, aparte de la singularidad de la persona y la obra del Señor Jesucristo, es errónea. Esto puede tomar la forma de un rechazo completo de Cristo y Su obra, o bien, de un rechazo parcial que trata de añadir algo a Su obra. El evangelio es de gracia, ni más ni menos (véase Efesios 2:8-9)

*El rechazo o la falta de reconocimiento completo de Cristo como el Hijo de Dios.

Se le rechaza totalmente o se le relega a un lugar muy inferior al que le corresponde. “¿Quién es el mentiroso, sino el que niega a Jesús es el Cristo? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo” (1 Juan 2:22)

“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintio 3:11)

“El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra” (Colosenses 1:15-16)

“Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Colosenses 1:17)

“Y aquel Verbo (Jesús) fue hecho carne y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14)

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12)

Estrategia de asesoramiento

1. Para el cristiano que se ha visto engañado para ingresar a una secta.

A. Necesitará asegurar en lo que se refiere a su relación personal con Jesucristo. Es feliz el creyente que puede decir, junto con el Apóstol Pablo: “Porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día” (2 Timoteo 1:12)

B. Debe reafirmar constantemente su fe y su entrega al Señor, apegándose a las enseñanzas de la Biblia. “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias” (Colosenses 2:6-8)

C. Necesita estar seguro de identificarse con la congregación de creyentes evangélicos del Centro Cristiano de Los Teques, participar en algún ministerio, sirviendo a Cristo y dar testimonio a las personas que tengan necesidades espirituales. Una persona redimida de una de las sectas puede ser un testigo sumamente eficiente para las personas que permanecen todavía en ellas.

D. Oren con él para que se vea definitivamente liberado de la secta y para que se entregue al Señor Jesucristo y Su palabra.

2. Si tienen que asesorar a algún seguidor de una secta muy enérgico, les resultará necesario tomar el mando de la conversación porque, de lo contrario, tratará de abrumarles con una defensa interminable de la organización y las doctrinas falsas de su secta.

Pueden interrumpirle con una frase como: “Comprendo que todo esto es muy importante para usted; pero permítame hacerle unas cuantas preguntas cruciales”.

A. ¿Qué piensa sobre Jesús? ¿Es el Hijo de Dios? ¿Es el único Salvador? (Utilicen Juan 3:16 y Hechos 4:12)

B. ¿Qué cree respecto al pecado? ¿Es usted pecador? Si no confía en Jesucristo para su perdón, ¿cómo cree poder obtenerlo?

C. Tanto si recibe respuestas positivas como negativas a los puntos anteriores, haga la pregunta más importante de todas:

¿Ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Salvador personal? O bien, ¿Conoce el plan de Dios para obtener paz y vida?

D. Animen a su interlocutor para que adopte una posición firme por Cristo, abandonando su secta y todas sus asociaciones anteriores. Es preciso que rompa con el pasado.

E. Animen a esa persona a que asista a la iglesia, que sostenga la posición cristiana evangélica, para que pueda comenzar a leer la Biblia y a ver lo que realmente dice.

F. Oren con él pidiendo su liberación total y su entrega absoluta a Cristo y la Palabra de Dios.

Citas Bíblicas

Profecías sobre maestros falsos y doctrinas impuras:

“Pero vosotros, amados, tened memoria de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo, los que os decían: En el postrer tiempo habrá burladores, que andarán según sus malvados deseos. Estos son los que causan divisiones; los sensuales que no tienen al Espíritu” (Judas 17:19)

“Porque estos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfrazó como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras”. (2 Corintios 11:13-15)

Cómo discernir el error:

“Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo; o mirad, allí está, no le creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán señales y prodigios, para engañar, si fuese posible, aun a los escogidos. Mas vosotros mirad; os lo he dicho todo antes” (Marcos 13:21-23)

“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Sios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios; Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios, y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1 Juan 4:1-3)

“…Mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido; y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:13-15)

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tienen de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15)

“Para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios” (Filipenses 1:10-11)

“Velad y orad, para que no entréis en tentación; en el espíritu a la verdad está dispuesto; pero la carne es débil” (Marcos 14:38)

“Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne” (Judas 20:23).

sábado, 17 de octubre de 2009

Pérdida del empleo

Debemos mostrarnos sensibles ante el trauma al que se enfrenta una persona que ha perdido su empleo, que no encuentra otro, cuyas facturas comienzan a acumularse y cuyos pagos de hipotecas pueden quedar atrasados. Esas personas sienten que han perdido su valor personal, se llenan de desaliento, frustraciones o, incluso, depresión. Un informe reciente de una fuente fidedigna menciona lo que sigue:

Con cada 1% de aumento del desempleo:

· 4.3% más de hombres y 2.3% más de mujeres entran a los hospitales mentales por primera vez.

· 4.1% más de personas se suicidan.

· 4.7% más son asesinadas.

· 4% más entran a las prisiones.

· 1.9% más mueren por ataques cardíacos, cirrosis del hígado y otros males relacionados con las tensiones.

· Los malos tratos a los niños aumentan.

Estrategia de asesoramiento:

1. Ofrezcan aliento, diciéndole a su interlocutor que se alegran mucho de que les haya llamado, que están muy interesados por él o por ella, y que se sienten felices de poder dedicar tiempo a hablar con él o con ella de su problema.

2. Recuérdenle que no está solo, porque hay muchos otros que tienen las mismas dificultades. El perder el empleo no es raro. Tomando en cuenta ese hecho, no debe sentirse especialmente “atacado” ni tomar en forma personal su pérdida del empleo.

3. Díganle a su interlocutor que no debe sentirse menos valioso. No hay razón para que pierda el respeto de sí mismo ni para que se sienta fracasado.

4. Díganle que siga confiando y que no se deje llevar por el pánico, porque Dios le conoce, le ama y le cuida. Debe aprender a confiar en el Señor.

5. Anímenle a que ore, pidiéndole a Dios que le ayude a resolver las dificultades económicas, satisfacer las necesidades de su familia y abrirle alguna otra puerta para un empleo.

6. Sugiéranle que hable de su problema con amigos cristianos que pueden orar también. Y con un pastor lleno de simpatía que puede tener capacidad para ayudarle a buscar oportunidades de empleo.

7. Aconséjenle al individuo que no descargue sus frustraciones sobre su cónyuge o sus hijos. Sus familiares permanecerán a su lado en las urgencias. Todos están juntos en las dificultades y la crisis puede servir, realmente, para fortalecer la solidaridad familiar. Debe resultarles muy útil para orar juntos, como familia.

8. Preséntenle a Jesucristo a su interlocutor, como Señor y Salvador, si se da cuenta por la conversación de que no lo conoce. Compartan con esa persona las “Cuatro Leyes Espirituales”.

Citas Bíblicas:

“Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan”. (Salmo 37:25)

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece… Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:13-19)

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6,7)

Problemas matrimoniales

Cuando dos vidas se unen en una relación íntima y a largo plazo, es forzoso que se represente algún problema ocasional. Muchas parejas se casan sin estar preparadas para ello. A veces, carecen de suficiente madurez emocional, estabilidad o flexibilidad – que se requieren en cualquier unión para que pueda tener éxito.

¿Cuáles son los componentes de un buen matrimonio?

*Respeto mutuo.

Respeto significa que cada quien acepta a su cónyuge tal y como es, sin tratar de manipularlo, y esforzándose en darle lo que necesite, sin egoísmos, para que se convierta en la persona que Dios desea que sea. El respeto distingue entre lo ideal y lo real, y no exige demasiado. “Cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Efesios 5:33).

*Verdadera entrega.

Los votos matrimoniales dicen: Abandonando a todos los demás”. Las Escrituras indican: “Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne” (Mateo 19:5). El tiempo y la experiencia en el matrimonio revelan que el ser “una carne” no implica un abandono de la personalidad o los derechos individuales. En lugar de ello, es una satisfacción.

*Buena comunicación.

Para poder comunicarse, debe haber comprensión de las diferencias emocionales, mentales y físicas entre los hombres y las mujeres. Es preciso que haya compañerismo. “Preferiría estar con mi cónyuge que con cualquier otra persona”. Deberá haber conversación, no sólo una discusión de las diferencias cuando se presenten, sino un intercambio significativo al nivel intelectual y emocional.

*Tiempo y esfuerzo.

Al amor se le debe dar oportunidad de madurar. El clima para esto se establece en la palabra de Dios. Cuando las cosas se hacen difíciles, una pareja no “se desmorona”; sino que permanece unida y resuelve los problemas. Los cónyuges no se consideran como víctimas de un “Mal negocio”, sino como “Coherederos juntos de la gracia de la vida” (1 Pedro 3:7). “Cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Efesios 5:33).

Los problemas y las diferencias se resuelven por medio del perdón. “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).

Cliff Barrows les da con frecuencia un mensaje a las parejas casadas, con el título de “Diez palabras que salvaguardan el matrimonio”. Son: Estaba equivocado. Lo siento mucho. Perdóname, por favor. Te amo.

Esta misma fórmula servirá también para la salvaguarda de la vida espiritual propia. Las parejas deben aprender a limar las asperezas en cuanto se presenten y a hacer borrón y cuenta nueva cada día. Véase Efesios 4:26.

*Unidad espiritual.

El comprender la dimensión espiritual del matrimonio tiene implicaciones profundas. Pablo comparó el matrimonio –la unión del marido con su mujer- a la relación eterna entre Cristo y la Iglesia. (Véase Efesios 5:22-33)

Nota: Billy Graham escribió: “El matrimonio perfecto es la unión de tres personas: un hombre, una mujer y Dios. Esto es lo que hace que el matrimonio sea santo. La fe en Cristo es el más importante de todos los principios en la edificación de un buen matrimonio y un hogar feliz”.

Estrategia de asesoramiento:

1. Denle ánimo y respaldo a su interlocutor. Escuchen atentamente y esforzándose en comprender. No emitan juicios. Sean imparciales. A veces, el interlocutor está en el error.

2. Traten de descubrir razones para los desacuerdos y los problemas. En caso necesario, hagan preguntas ¿Considera el interlocutor que tiene responsabilidad por algún desarrollo negativo?

Pregúntenle a esa persona cómo calificaría su unión a la luz de “lo que constituye un buen matrimonio”. ¿Qué deficiencias ha tenido? ¿Qué se puede hacer para mejorar la relación? Con humildad, esa persona podría pedir perdón por casos de falta de sensibilidad, heridas y ofensas. Es posible que esto requiera tiempo; pero vale la pena hacer el esfuerzo.

3. Pregúntenle si Dios entró alguna vez a su vida y su matrimonio. Compartan con su interlocutor las “Cuatro leyes espirituales”.

4. ¿Qué deberá hacer a continuación el individuo? Explíquenle lo que sigue:

A. Leer y estudiar la Palabra de Dios, y aplicar sus enseñanzas a su propia vida y su matrimonio.

B. Aprender a orar diariamente, orar el uno por el otro y por los problemas existentes o potenciales. “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7). Las actitudes mejoradas conducen a una mayor sensibilidad para las necesidades del cónyuge, lo que genera mejores relaciones. Este es uno de los valores de la lectura y el estudio de la Biblia: nos ayudará a anticiparnos a los problemas, al volvernos más sensibles desde el punto de vista espiritual.

C. Unirse con el cónyuge y la familia a una iglesia en la que se enseñe la Biblia. La participación activa en una iglesia dinámica puede crear una verdadera revolución en el matrimonio y la familia. Se pueden encontrar recursos y respaldo espiritual en la comunión con cristianos consagrados y al pedir consejos a un pastor entregado al servicio del Señor.

D. En caso de que se necesiten consejos adicionales, y eso es algo que sucede con frecuencia en los matrimonios que tienen dificultades, se puede obtener ayuda por medio del pastor, un psicólogo o consejero matrimonial cristiano.

Si el interlocutor es cristiano, anímenle para que obtenga el asesoramiento serio del pastor competente o un servicio cristiano de consejeros matrimoniales. Con frecuencia, ambos cónyuges tienen que hacer muchas concesiones y ajuste, lo que requiere sesiones profesionales prolongadas. Lo verdaderamente importante es que los dos afronten sinceramente su situación en vista de la palabra de Dios. Un buen lugar para comenzar puede ser la aplicación de la fórmula de Cliff Barrows .

Citas Bíblicas:

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:3-5)

“El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer” (1 Corintios 7:3-4)

“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo” (1 Pedro 3:7)

Efesios 5:22-23

viernes, 4 de septiembre de 2009

Los malos hábitos

Se ha dicho que los seres humanos son criaturas de hábitos. Muchas de nuestras prácticas se vuelven automáticas y, con frecuencia, ni siquiera estamos conscientes de que hacemos ciertas cosas o que las realizamos de modos específicos.

El encabezado de “malos hábitos” cubre una gama muy amplia de conductas negativas y podrían definirse como todo lo que inhibe el crecimiento cristiano y ofende a otros. Podemos estar hablando de los llamados pecados del espíritu, tales como la envidia, los celos, la malicia, las murmuraciones, las mentiras, las críticas contra otros, el egoísmo, la impaciencia, las querellas, la morosidad, etc. O bien, podemos referirnos a los actos compulsivos tales como los de comer, beber, gastar dinero, leer y ver pornografía, trabajar en exceso, las fantasías y los pensamientos malos, la masturbación, las maledicencias, etc.

El tema de los malos hábitos adquiere una importancia especial en vista de la exigencia bíblica de que los cristianos “anden en novedad de vida” (Romanos 6:4). Al entregarnos al Señor, pidiéndole que examine nuestros corazones y nos revele lo que le desagrada (Salmo 139:23,24), comenzaremos a ver muchas cosas feas que es preciso que corrijamos. Lo más importante que es preciso recordar respecto a los malos hábitos es que desagradan a Dios y, con Su ayuda, se pueden abandonar, reemplazándolos con otras alternativas más correctas.

Ninguno de nosotros es inmune al cambio. El evangelio se especializa en las transformaciones (2 Corintios 5:17). Sabemos que Dios puede obrar en nuestras vidas, con el fin de ajustar nuestra conducta a lo que le complace. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10).

Nota: Billy Graham comentó: “La fortaleza para nuestras conquistas y victorias la tomamos continuamente de Cristo… El cristiano posee ahora recursos para vivir muy por encima del mundo. La Biblia enseña que cualquiera que es nacido de Dios no practica el pecado”.

Estrategia de asesoramiento:

1. Alaben a su interlocutor por sentirse suficientemente interesado en su vida espiritual como para buscar soluciones para los problemas relacionados con los malos hábitos.

El cambio es posible para todas las personas, sin tomar en cuenta la edad u otras limitaciones. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:13). La ayuda del Señor y la perspectiva de romper las cadenas de la vida egoísta deberán proporcionar suficiente motivación para obtener la victoria final.

2. Pregúntenle a su interlocutor si ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Señor y Salvador personal.

Se puede suponer que una persona que hace preguntas sobre cómo vencer sus malos hábitos será cristiana; pero no lo den por sentado. ¿Confía en haber experimentado la relación permanente con Cristo que proporcionará el poder prometido por Dios para que se realice el cambio? Háblenle de las Cuatro Leyes Espirituales.

3. Recomiéndenle que se enfrente en forma específica a su o sus malos hábitos (pecados).

Es necesario identificar los aspectos que requieren un cambio. Se trata de un reto al que es preciso enfrentarse en forma realista, porque los hábitos son difíciles de romper. No se pueden eliminar simplemente con “buenos deseos”. El uso de frases piadosas tiene pocos afectos positivos. Es preciso actuar, hacer un esfuerzo. El Apóstol Pablo subrayó esto con claridad, al decir: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? (Romanos 7:24). Las curas no son instantáneas ni fáciles.

4. Animen a su interlocutor a que confiese sus malos hábitos al Señor, como pecados, y a que busque el perdón.

Al mismo tiempo, anímenle a que adquiera con Dios el compromiso de esforzarse para obtener la victoria. Una entrega definitiva en un momento y un lugar dados, preparará el escenario para que se produzca el cambio. Adopte una posición firme, sea vencedor de obstáculos (véase la declaración de Josué, en Josué 24:15).

5. Indíquenle a esa persona que los malos hábitos se pueden dejar atrás mediante la puesta en práctica del principio de reemplazamiento o intercambio.

El Apóstol Pablo nos habla del principio de “despojo del viejo hombre” y “revestimiento con el nuevo”. “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:22-24). Esto nos lo podemos presentar en el sentido de quitarnos una ropa sucia y cambiarla por otra limpia. Pablo ilustra este principio como sigue: “Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo…” (Efesios 2:25) y “El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje…” (Efesios 4:28). El aprenderse de memoria versículos de la Biblia puede ser una gran ayuda para “despojarse del viejo hombre” y “Revestirse con el nuevo”. Para un cristiano angustiado por su inclinación a maldecir y usar malas palabras, será útil un pasaje como el que sigue: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29). En otros momentos, se puede usar alguna frase de alabanza, como las de los Salmos 24 ó 103.

¡Asegúrenle a su interlocutor que hay una alternativa espiritual para cada mal hábito que se deseche!

6. Indíquenle que la lectura y el estudio diario de la Biblia, el aprendizaje de memoria de versículos de las Escrituras y la oración tienen un gran valor. Cuando los pensamientos de Dios invadan nuestras mentes, las cosas deberán comenzar a cambiar.

7. Recomiéndenle a esa persona que establezca algún lazo con otro cristiano para compartir mutuamente sus problemas, sus oraciones y sus triunfos. Este tipo de “sistema de compañerismo” ha sido muy útil para muchas personas.

8. Recomiéndenle que busque oportunidades para servir a Cristo.

Cuando comenzamos a compartir con otros nuestro propio yo, nuestras experiencias, los frutos de nuestro estudio de la Biblia y nuestras victorias personales, nos “fortalecemos en el hombre interior”.

9. Si su interlocutor no es todavía miembro de ninguna iglesia que enseñe las doctrinas bíblicas, motívelo para que asista a nuestra iglesia, el Centro Cristiano de Los Teques. Esto le dará la oportunidad de tener compañerismo con otros cristianos, orar, estudiar la Biblia y servir al Señor.

10. Anímenlo para que escoja uno de sus malos hábitos para superarlos y a que se fije alguna meta inmediata a ese respecto.

11. Oren con su interlocutor para que pueda triunfar sobre su mal hábito, para la gloria de Dios.

Citas bíblicas:

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios y él se acercará a vosotros”. (Santiago 4:7,8).

En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Salmo 119:11)

“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:11-14).

“Antes, en todas estas cosas somas más que vencedores por medio de aquel que nos amó”. (Romanos 8:37).

“Y decía a todos: si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame” (Lucas 9:23).

“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer por su buena voluntad… Para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:13,15)

Jeremías 17:9,10

Gálatas 2:20

2 Timoteo 2:15

viernes, 21 de agosto de 2009

La envidia, los celos y la codicia

La envidia, los celos y la codicia son males relacionados recíprocamente. El descontento por nuestra posición y nuestras posesiones indica con frecuencia una actitud egocéntrica, que lleva a sentimientos intolerantes, rencorosos o, incluso, malignos, hacia un rival real o imaginario. Podemos codiciar el éxito, la personalidad, las posesiones materiales, el atractivo físico o la posición de otra persona. Luego, para compensar un yo frustrado hacemos observaciones poco amables o destructivas y nos sumergimos en la autocompasión, la ira, la amargura y la depresión.

Caín le tuvo envidia a Abel, porque Dios aceptó la ofrenda de este último; pero rechazó la de Caín. Se llenó de celos y codiciaba lo que le había sido negado. El resultado fue la ira, la amargura, la depresión y el homicidio. “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3:16).

Los celos y la ambición envidiosa hicieron que Lucifer se rebelara contra Dios. “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono… Y será semejante al Altísimo” (Isaías 14:13-14).

Nota: Billy Graham escribió: “No es posible tener una personalidad bien desarrollada cuando se tiene envidia en el corazón. En Proverbios 14:30 se nos dice: `El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos´. La envidia no es un arma defensiva, sino un instrumento ofensivo que se usa en los ataques espirituales. Hiere por herir y lastima por lastimar”.

El Apóstol Pablo da el antídoto perpetuo para los pecados de envidia, celos y codicia. “Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:12-13)

Estrategia de asesoramiento:

Para el no cristiano:

1. Si detectan envidia, celos o codicia en su interlocutor, indíquenle con cuidado, pero con firmeza, que esas actitudes son desagradables para Dios. Explíquele las Cuatro Leyes Espirituales.

2. Aconséjenle que trate de quedar libre de la envidia, los celos y la codicia. Ahora que Cristo ha entrado en su vida, el interlocutor podrá aprender a reorientar sus pensamientos y actos, de modo que reflejen la novedad de su vida en Cristo. La envidia, los celos y la codicia se deben confesar como pecados y buscar diariamente el perdón y la limpieza.

3. Anímenlo para que lea y estudie la Palabra de Dios. Dwight L. Moody dijo: “El pecado lo mantendrá alejado de ese libro. Este libro lo tendrá alejado del pecado”. Invítenle a que busque fielmente textos bíblicos que se refieran a sus problemas y que ore por ellos. Deberá pedirle a Dios que los grabe a fuego en su corazón. La Palabra de Dios aporta convicción y también alivio, cuando aprendemos a obedecerla.

4. Traten esos pecados como “malos hábitos” que es preciso abandonar. Comience a practicar el principio de “despojo”, “revestimiento”. Deberá comenzar por un aspecto del problema, enfocando su atención en él, hasta que sienta que lo ha controlado, para pasar sucesivamente a otros aspectos, hasta que vea un progreso. Con frecuencia resulta útil el contar con el cónyuge o un amigo cristiano para que supervise el progreso realizado. También será muy útil orar con esa persona respecto a asuntos específicos.

5. Anímenle para que participe en algún tipo de servicio cristiano, por medio de una iglesia en la que se enseñe la Biblia. Esto podría fomentar pensamientos más objetivos y constructivos, que servirán como ayuda para controlar sus actitudes.

6. Denle aliento para que desarrolle una actitud llena de agradecimiento hacia la vida, las cosas que le suceden y las personas que encuentre en su camino. El reemplazar las críticas con alabanzas es una buena práctica que proporciona resultados alentadores.

7. Oren con su interlocutor personalmente, pidiéndole al Señor que le dé la victoria y una nueva alegría en su experiencia cristiana.

Citas bíblicas:

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestaos con él en gloria”. (Colosenses 3:1-4)

El corazón apacible es vida de la carne, mas la envidia es carcoma de los huesos”. (Proverbios 14:30).

“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé ni te dejaré” (Hebreos 13:5).

“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. (Hebreos 10:24-25)

Proverbios 27:4

1 Corintios 3:3.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Los sufrimientos y la adversidad

¿Por qué? ¿Por qué a mí? ¿Por qué a mi familia? ¿Qué sentido tiene este sufrimiento?

Estas son preguntas muy conocidas que se formulan los cristianos y los no creyentes por igual. Nadie es inmune al sufrimiento y la adversidad. “Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción” (Job 5:7) Todos estamos sometidos a las presiones de los deseos, la necesidad, la tristeza, la persecución, la falta de popularidad y la soledad. Algunos sufren por lo que han hecho, otros por lo que la gente les hace a ellos. Muchos padecen porque son víctimas de circunstancias que no pueden controlar.

El dolor es desesperante. A veces, hay noches de agonía en que Dios nos parece injusto y se nos antoja que no hay ayuda o respuesta posible. El alivio temporal puede parecer adecuado; pero la solución real al sufrimiento no es aislarse en un intento de suprimirlo, como tampoco lo es soportarlo rechinando los dientes. La solución es, más bien, condicionar nuestras actitudes de tal manera que aprendamos a vencerlo y a recibir las lecciones que nos otorga. Cuando el Apóstol Pablo pedía ser liberado de su “espina en la carne”, Dios no se la quitó, sino que lo consoló, diciéndole: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9) En otro pasaje de aliento a los corintios, escribió: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo los suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8)

Excepción hecha del dolor físico, la forma en que manejemos el sufrimiento parece reducirse a una cuestión de actitud: “¿Qué debo hacer frente al sufrimiento para aprender de él y utilizarlo en provecho mío y lo concerniente a los propósitos eternos de Dios?”

Nota: Billy Graham comentó: “No hay ninguna parte de la Biblia que enseñe que los cristianos están exentos de las tribulaciones y los desastres naturales que asedian al mundo. Lo que sí enseñan las Sagradas Escrituras es que el cristiano puede enfrentarse a las tribulaciones, las crisis, las calamidades y los sufrimientos personales, con un poder sobrenatural que no está a disposición de las personas ajenas a Cristo”.

Algunos de los seres más patéticos de este mundo son aquellos que, en medio de la adversidad, se ahogan en un mar de autocompasión y amargura, en tanto que obtienen cierto agrado en culpar a Dios por sus problemas.

La actitud de Job es una buena inspiración: “He aquí aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15).

El que sufre se sentirá bendecido si, en medio de la más tremenda agonía y desesperación, puede elevar el rostro al Padre celestial y sentirse agradecido por Su amor eterno y Su presencia constante. Reiterando, nuestra respuesta al sufrimiento debe llevarnos a ver más allá de él, tratando de determinar las metas supremas de Dios y la enseñanza que está tratando de darnos.

¿Cuáles son algunas de las razones del sufrimiento humano?

1. Hay ocasiones en que sufrimos porque nos lo buscamos.

La disipación y a falta de disciplina generan consecuencias de desdicha. El abuso prolongado de nuestros cuerpos puede traer enfermedad. Nuestras decisiones equivocadas vuelven a asediarnos.

Conviene que el consejero le pregunte al interlocutor: “¿Cree que esto le está sucediendo debido a su falta de juicio o moderación? ¿Puede tomar alguna medida que alivie sus sufrimientos?”

2. Hay ocasiones en que Dios toma medidas correctivas debido a nuestro pecado y nuestra desobediencia. Dios corrige y disciplina a los que son suyos. Utiliza el castigo para demostrarnos Su amor y que somos verdaderamente Suyos (Hebreos 12:5-11)

3. A veces, Dios permite que suframos para que aprendamos a responder a los problemas y a El en una forma bíblica. Las Escrituras nos dicen que Jesús “Por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:8).

Nuestra meta debe ser no sólo librarnos del sufrimiento, sino, más bien, aprender a agradar a Dios, siendo sensibles y obedientes a El y a Su palabra (véase Romanos 12:1,2).

4. Algunas veces, Dios permite que suframos para que entendamos que el dolor forma parte de la vida. No hay ningún pasaje en la Biblia que enseñe que el cristiano será inmune al sufrimiento y la adversidad. En Filipenses 1:29, Pablo afirma que “a vosotros os es concedido, a causa de Cristo, no sólo que crezcáis en él, sino también que padezcáis por él”. La adversidad puede ser un don de Dios. ¿Por qué debe ser tan difícil pensar en esto desde este punto de vista?

Cristo no evadió la cruz para escapar al sufrimiento. Hebreos 12:2 nos dice: “El sufrió la cruz, menospreciando el oprobio”. ¿Por qué lo hizo? “Por el gozo puesto delante de Él”. Sabía que la palabra final no era la crucifixión, el sufrimiento, sino la resurrección, La victoria.

Es probable que suframos brevemente o durante todo el curso de nuestra existencia. Para los que sufren, el fin no parece llegar nunca. Sin embargo, no perdamos la esperanza ni nos sumerjamos en la autocompasión o la amargura. El resultado final es en lo que debemos fijar nuestra vista. ¡El pensar en que estaremos con el Señor en el cielo deberá ponerlo todo en la perspectiva correcta!

5. A veces, Dios permite el sufrimiento porque busca nuestro bienestar por medio de él. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). Debemos aceptar esto por fe y pedirle a Dios que el bien máximo para nuestra vida sea el resultado de nuestros sufrimientos. Sólo a través de la adversidad podremos aprender las lecciones más profundas de la vida. Confíe en que Dios realizará Su voluntad y Su plan en nuestra vida, para que seamos más semejantes a Cristo (Véase Romanos 8:29).

No hay mérito alguno en nuestro sufrimiento para fines de redención, como lo hubo en el de Cristo Jesús; pero si somos fieles en la adversidad, tendremos “participación en sus padecimientos” (Filipenses 3:10).

6. Dios permite a veces que suframos para poder hablarles a otros por medio de nuestra vida y nuestro testimonio, con el fin de consolarlos. Jesús dijo que el sufrimiento del ciego del que se nos habla en Juan 9 era para que “las obras de Dios se manifiesten en él”.

Tal vez el Señor esté obrando en su vida mediante el sufrimiento, para que otros se sientan inspirados por el ejemplo que les da en la adversidad. Los que soportan la adversidad se identifican y compadecen con mayor eficiencia de los demás que sufren. Aprendemos a consolar a otros como somos consolados. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (2 Corintios 1:3,4).

Estrategia de asesoramiento:

Para el no cristiano:

1. Muéstrese llenos de comprensión. Escuchen con cuidado el problema que la persona desea compartir. El expresar bien los problemas es de gran ayuda. Tomen a iniciativa para orientar la conversación, de tal modo que pueda ofrecerle ayuda espiritual.

2. Denle palabras de aliento y esperanza. Indíquenle que Dios le ama y sabe lo que le está sucediendo, que no está solo. “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:2)

Díganle que está agradecido porque les haya llamado y que juntos buscarán las respuestas a sus problemas.

3. Pregúntenle si ha recibido a Cristo Jesús como su Señor y Salvador personal. Dios permite a veces la aflicción. Desea que le prestemos atención para llevarnos al camino de salvación. Compartan con él las Cuatro Leyes Espirituales.

4. Oren con esa persona para fines de salvación y liberación y pónganla en las manos de Dios.

5. Anímenle a que comience a leer y estudiar la palabra de Dios. El aprender a orar le otorgará fuerza y visión en los problemas de la vida.

6. Aconséjenle que se integre a la iglesia. El compañerismo con cristianos consagrados le ayudará a madurar en la vida y a entender los caminos de Dios y de la existencia. La iglesia le brindará también oportunidades para estudiar la Biblia y servir al Señor.

Para el cristiano:

Si el interlocutor es un cristiano que se encuentra afligido por alguna tragedia o un sufrimiento que le haya sobrevenido, traten de analizar las razones posibles por las que Dios haya permitido tal situación.

1. Muéstrenle su comprensión. Anímenle por medio del consuelo que Dios da a través de los suyos.

2. Anímenle a investigar la palabra de Dios y a orar sinceramente para que el Señor le revele Sus motivos para el sufrimiento.

A. ¿Qué está tratando de decirme Dios?

B. ¿Qué está tratando de enseñarme?

C. ¿Qué debo hacer como consecuencia de ello?

3. Si hasta ahora no participa en una iglesia donde se enseñe la palabra de Dios, anímenle a que asista al CCLT. El estudio de las Sagradas Escrituras le ayudará a profundizar su comprensión de la voluntad y los caminos del Señor.

4. Aconséjenle que se ponga en contacto con amigos cristianos. Siempre es de gran consuelo tener a alguien que esté dispuesto a escuchar. Además, esto le traerá consuelo, comprensión y fortaleza.

5. Oren con él personalmente, pidiéndole a Dios que le libre de la angustia.

Citas Bíblicas:

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos”. (Romanos 8:28-29).

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Antes, en todas estas cosas somos mas que vencedores por medio de aquel que nos amó”. (Romanos 8:35-37)

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la palabra de vida que Dios ha prometido a los que le aman”. (Santiago1:2,3 y 12).

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”. (Juan 14:1).

“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”. (1 Pedro 4:12,13).

“Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador y hagan el bien”. (1 Pedro 4:16,19).

“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. (Apocalipsis 21:4).