sábado, 17 de octubre de 2009

Pérdida del empleo

Debemos mostrarnos sensibles ante el trauma al que se enfrenta una persona que ha perdido su empleo, que no encuentra otro, cuyas facturas comienzan a acumularse y cuyos pagos de hipotecas pueden quedar atrasados. Esas personas sienten que han perdido su valor personal, se llenan de desaliento, frustraciones o, incluso, depresión. Un informe reciente de una fuente fidedigna menciona lo que sigue:

Con cada 1% de aumento del desempleo:

· 4.3% más de hombres y 2.3% más de mujeres entran a los hospitales mentales por primera vez.

· 4.1% más de personas se suicidan.

· 4.7% más son asesinadas.

· 4% más entran a las prisiones.

· 1.9% más mueren por ataques cardíacos, cirrosis del hígado y otros males relacionados con las tensiones.

· Los malos tratos a los niños aumentan.

Estrategia de asesoramiento:

1. Ofrezcan aliento, diciéndole a su interlocutor que se alegran mucho de que les haya llamado, que están muy interesados por él o por ella, y que se sienten felices de poder dedicar tiempo a hablar con él o con ella de su problema.

2. Recuérdenle que no está solo, porque hay muchos otros que tienen las mismas dificultades. El perder el empleo no es raro. Tomando en cuenta ese hecho, no debe sentirse especialmente “atacado” ni tomar en forma personal su pérdida del empleo.

3. Díganle a su interlocutor que no debe sentirse menos valioso. No hay razón para que pierda el respeto de sí mismo ni para que se sienta fracasado.

4. Díganle que siga confiando y que no se deje llevar por el pánico, porque Dios le conoce, le ama y le cuida. Debe aprender a confiar en el Señor.

5. Anímenle a que ore, pidiéndole a Dios que le ayude a resolver las dificultades económicas, satisfacer las necesidades de su familia y abrirle alguna otra puerta para un empleo.

6. Sugiéranle que hable de su problema con amigos cristianos que pueden orar también. Y con un pastor lleno de simpatía que puede tener capacidad para ayudarle a buscar oportunidades de empleo.

7. Aconséjenle al individuo que no descargue sus frustraciones sobre su cónyuge o sus hijos. Sus familiares permanecerán a su lado en las urgencias. Todos están juntos en las dificultades y la crisis puede servir, realmente, para fortalecer la solidaridad familiar. Debe resultarles muy útil para orar juntos, como familia.

8. Preséntenle a Jesucristo a su interlocutor, como Señor y Salvador, si se da cuenta por la conversación de que no lo conoce. Compartan con esa persona las “Cuatro Leyes Espirituales”.

Citas Bíblicas:

“Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan”. (Salmo 37:25)

“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece… Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. (Filipenses 4:13-19)

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6,7)

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