En nuestra época electrónica de avances rápidos, los niños crecen con mayor rapidez y desean liberarse a una edad más temprana que la que tenían sus padres cuando se independizaron. A los padres les resulta con frecuencia muy difícil mantenerse al paso de los cambios relampagueantes que se producen en sus hijos. Como resultado de ello, se generan conflictos.
Parece que un día un niño está en brazos de sus padres y, al siguiente, asiste ya a la escuela, lleva amigos a casa, ayuda en tareas pequeñas del hogar, comienza a practicar algún deporte o entra a formar parte de los Niños Exploradores o Scouts, en general, un buen muchacho. Luego, de pronto, todo parece desplomarse. Comienza a hacerse respondón, a discutir y violar las reglas y, algunas veces, a volverse hosco y poco comunicativo. Han llegado los años de la adolescencia, tomando a sus padres completamente desprevenidos.
Puede haber muchos tipos de conflictos: sus amigos (muchos de los cuales nos desagradan) su aspecto personal, sus salidas con adolescentes del sexo opuesto, las tareas en la casa, el dinero para gastos que se les da, el automóvil de la familia, la escuela y las tareas escolares, y la disciplina, entre otras muchas cosas.
Se presenta también una barrera que impide las comunicaciones. A los padres les resulta muy difícil analizar las cosas con sus hijos. Retrasan las explicaciones de cambios físicos y mentales cruciales, sobre todo en los campos del sexo y la reproducción. Los padres aprietan los controles y los adolescentes se esfuerzan todavía más por obtener la independencia. El abismo que los separa se hace más profundo, se transforman en antagonistas, y la batalla prosigue.
Nota: Billy Graham escribió: “La rebelión, la indocilidad, la falta de disciplina, las confusiones y los conflictos impiden que haya relaciones agradables en el hogar. Sin embargo, a Dios le interesan su familia, su matrimonio y sus hijos. El Señor nos muestra los ideales y las metas para la familia y quiere ayudarnos… ¿Ha buscado alguna vez la voluntad de Dios? ¿Ha caído alguna vez de rodillas para confiarle al Señor sus hijos? ¿Los reúne a todos en servicios devocionales familiares? La solución está en la entrega de su corazón y su vida a Jesucristo, para que todos los miembros de su familia conozcan al Señor y vivan según la palabra de Dios”.
Estrategia de asesoramiento:
Al dar consejos a padres que están en conflicto con sus hijos, anímenlos a que pongan su vida en orden en lo que se refiere a lo espiritual.
1. Explíquenles que para poder tener paz divina en sus hogares, primeramente deben estar en paz con Dios en su propio corazón. Y esto se obtiene mediante una relación personal con Jesucristo. Compartan con esas personas Las Cuatro leyes espirituales.
2. Animen a los padres a que adopten una posición firme por Cristo, en el espíritu de Josué, que dijo: “Escogeos hoy a quien sirváis… pero yo y mi casa serviremos a Jehová” (Josué 24:15) Deberán tomar la determinación de que en su casa se alabe a Cristo.
3. Aconséjenles que aprendan a depender de los recursos de Dios, que se pueden obtener por medio de la oración. Deberán pedirle a Dios la sabiduría que promete (Santiago 1:5) y obtener Su ayuda para que sus hijos puedan tener el desarrollo espiritual apropiado (véase Filipenses 4:6). Deben aprender a orar con sus hijos y no sólo por ellos.
4. Inviten a los padres a que edifiquen la vida de la familia en torno a la palabra de Dios, ayudando a todos sus miembros a entender todos los aspectos de la vida desde el punto de vista bíblico. Anímenles a que:
A. Busquen mutuamente su conversión a Cristo.
B. Centren en gran parte las actividades de la familia en el CCLT donde enseñamos la Biblia.
C. Estén dispuestos a abordar pacientemente las dudas espirituales que puedan tener sus hijos.
5. Los padres deberán establecer en su hogar reglas equitativas, razonables y “obedecibles”. El respeto se aprende como respuesta a la autoridad. Sean tan flexibles como puedan en lo que se refiere a la identidad, la independencia y el amor propio. Los adolescentes necesitan mucho respaldo y aliento. Los conflictos no se resuelven nunca mediante disputas y peleas.
6. La estabilidad y el ejemplo de los padres influyen mucho en los hijos. Un matrimonio bueno y lleno de felicidad contribuirá más a preparar a los hijos para la vida que todas las reglas y supervisión. Una demostración constante de virtudes cristianas tales como amor, paciencia, comprensión, ánimo y confianza proporcionarán el anclaje que necesitan los adolescentes en esta época cambiante y llena de tensiones. Las creencias de los padres nunca deberán estar separadas de la experiencia y la práctica, sobre todo en el hogar.
7. Las comunicaciones cercanas con los adolescentes contribuirán mucho a que se eviten los conflictos. Esto no sólo se refiere a las conversaciones serias, sino también a pasar mucho tiempo útil con ellos. Esta atención personal contribuirá a la creación de una autoimagen positiva y a reforzar la solidaridad. No teman demostrar el afecto en forma física. Un abrazo paterno o un beso materno contribuirán a hacer que un hijo se sienta aceptado y amado.
Citas bíblicas:
“Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él” (Proverbios 22:6)
“Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten” (Colosenses 3:21)
“Guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando, para que haciendo lo bueno y lo recto ante los ojos de Jehová tu Dios, te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti para siempre” (Deuteronomio 12:28).
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa, para que te vaya bien y seas de larga vida sobre la tierra. Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:1-4)
“Camina en su integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él” (Proverbios 20:7)