La paciencia es una cualidad admirable en la vida que pocas personas parecen poseer, incluso los cristianos. Según la palabra de Dios, nuestra vida se debe caracterizar por la paciencia, porque es importante para desarrollar el carácter maduro y estable que el Señor desea que se produzca en Su pueblo. “El amor es sufrido, es benigno… no se irrita” (1 Corintios 13:4,5)
La paciencia es la capacidad de absorber problemas y tensiones sin quejarse, y no verse afectado por los obstáculos, los retrasos y los fracasos. Dios permite que tengamos dificultades, inconvenientes, pruebas e incluso sufrimientos, con un fin específico: nos ayudan a desarrollar la actitud apropiada para que crezca nuestra paciencia. Cuando el cristiano ve que esas pruebas se resuelven en su provecho, permitiéndole alcanzar resultados convenientes y de refuerzo para su carácter, se prepara el escenario para el desarrollo de un espíritu paciente. A continuación, el Espíritu Santo de Dios podrá desarrollar el fruto de la paciencia en su vida. “Pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia…” (Gálatas 5:22).
Nota: Sobre la falta de paciencia que caracteriza a nuestra generación, Billy Graham comentó lo que sigue: “esta es una época altiva, neurótica y llena de impaciencia. Nos apresuramos cuando no hay necesidad –sólo por apresurarnos. Esta época acelerada ha producido más problemas y menos moralidad que las generaciones anteriores, y nos ha provocado males nerviosos. La impaciencia ha producido una secuela de hogares destruidos, úlceras, etc., y ha preparándola escena para más guerras mundiales”.
Un poco de introspección y análisis de la impaciencia por nuestra parte puede ser conveniente y útil. ¿Qué me hace ser impaciente?
· ¿Soy inmaduro? ¿Soy quisquilloso?
“Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y el mal” (Hebreos 5:14).
· ¿Soy egoísta, legalista o exigente? ¿Soy capaz de dejar margen para las equivocaciones y las imperfecciones de los demás, recordando que Dios está actuando también sobre ellos?
“… Que seáis pacientes para con todos. Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos” (1 Tesalonicenses 5:14-15).
· ¿Me irrito con facilidad “porque alguien se está saliendo con la suya”?
“No te impacientes a causa de los malignos” (Salmo 37:1)
· ¿Soy envidioso o celoso?
“Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados” (Santiago 5:8-9)
· ¿Soy materialista? ¿Estoy dominado por el espíritu de este mundo?
“Sí, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba…” (Colosenses 3:1)
· ¿He superado realmente la “mentalidad secular”?
“… pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación” (Filipenses 4:11).
· ¿Estoy siendo insensible a los esfuerzos de Dios para ocuparse de mí, permitiendo que sufra circunstancias adversas, irritaciones y tensiones, con el fin de que, por medio de Su gracia, aprenda a trascender el yo y a crecer en amor y estatura espiritual?
“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Santiago 1:2-4).
Estrategia de asesoramiento:
1. Con tacto, pregúntenle a su interlocutor si ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Señor y Salvador. Explíquenle las “Cuatro leyes espirituales”.
2. Traten la impaciencia como sigue:
A. Inviten a su interlocutor a que admita que tiene un problema. La impaciencia es un pecado y se debe superar.
B. Anímenle a identificar las áreas de su impaciencia y las circunstancias que provocan respuestas negativas.
C. Anímenle para que ore todos los días respecto a sus circunstancias.
1. Que confiese su impaciencia como pecado, pidiéndole perdón a Dios (1 Juan 1:9).
2. Pídanle a Dios que haga que esa persona sea sensible a esta esfera de fracaso y que le ayuda a controlarla.
D. Resuelvan esforzarse para superar el problema.
1. Puesto que las personas impacientes parecen estar dominadas por una actitud mental que les hace responder negativamente a las irritaciones, las tensiones y las provocaciones, el interlocutor debe estar dispuesto a permitirle a Dios actuar en él para que le dé paciencia.
Esa persona debe tomar la resolución de “llevar todos sus pensamientos cautivos a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5) y hacer un pacto con Dios para convertirse en “triunfador”.
2. Puesto que la impaciencia es una característica de la “naturaleza vieja” o “adánica” (Colosenses 3:9-10), se debe poner en práctica el principio de “despojo” y “revestimiento”. La impaciencia es una respuesta que debemos “desaprender”. Pablo dice: “Pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente y que me lleva cautivo a la ley del pecado… ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro” (Romanos 7:23-25).
Así pues:
o Debo renunciar a mi impaciencia, “Despojarme” de ella.
o Me debo rendir un poco más cada día, al pedir el poder de Dios con fe, “despojo” + “revestimiento” (2 Timoteo 1:7, Gálatas 2:20).
o Luego, proclamaré la victoria del Señor, Su amor y Su paciencia, como frutos del Espíritu Santo, “revestimiento” (1 Corintios 13:4; Gálatas 5:22)
E. Recomiéndenle al interlocutor que le dé sus respuestas y lleve cuenta sus triunfos y derrotas.
F. Anímenle para que desarrolle la disciplina de lectura y estudio diario de la Biblia, el aprendizaje de memoria de versículos de las Escrituras y la oración.
G. Invítenle a que pueda asistir fielmente al CCLT, y allí haga compañerismo cristiano, que tengas, quizás, ideas similares a la suya, con el fin de tener oportunidad para estudiar la Palabra de Dios, y de esta forma puedan ayudarse mutuamente.
Citas bíblicas:
“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor” (1 Corintios 13:4,5).
“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley”. (Gálatas 5:22-23).
“…sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza…” (Romanos 5:3-5).
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
“Por tanto hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones, porque la venida del Señor se acerca. Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta” (Santiago 5:7-8).
“Guarda silencio ante Jehová y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades” (Salmo 37:7)
Colosenses 3:9-10
2 Pedro 1:5-9.