Hace más de tres mil años, un sacerdote cantor de Israel, humilde, pero envidioso, entró al santuario de Dios profundamente atribulado por la prosperidad aparente, la ausencia de preocupaciones, la arrogancia, la indiferencia y el poderío de los impíos. “¿Por qué me molesto en buscar la rectitud?” preguntó Asaf. “¿Por qué me molesto en mantener puro mi corazón? No me parece que valga la pena el esfuerzo que realizo cuando ellos prosperan y yo no”.
Lo que Asaf aprendió en el santuario le reveló que las apariencias son con frecuencia engañosas, y que Dios tiene verdaderamente reservado lo mejor para los que le son fieles. Siempre está con los suyos y es su fortaleza presente y la porción de su futuro. Los impíos prósperos tienen sus tal y como las buscan, durante su vida terrenal; pero perecerán en su infidelidad (véase el Salmo 73).
Algunos cristianos se indignan por la prosperidad y el éxito aparentes que muchos no cristianos tienen en esta vida, mientras ellos se debaten en medio de la escasez.
Estrategia de Asesoramiento:
Después de escuchar con paciencia al interlocutor que exprese una queja en este sentido, reafírmele su interés y preocupación. Se trata de un aspecto que inquiera a muchos seguidores de Dios. Dígale que agradece el que compartiera esto con usted y que espera poder alentarlo de alguna manera. Pídale que tome en consideración los siguientes aspectos:
1.- La prosperidad no es necesariamente un indicio de bendiciones del Señor. Hay muchas ocasiones en que la riqueza es mal habida y se amasa a expensas de otros. Sin embargo, hay muchos cristianos ricos que se han entregado completamente a Cristo y que atribuyen su abundancia material a la bendición de Dios. Sostienen con gozo la obra del Señor como mayordomos fieles, en tanto que los primeros se limitan sencillamente a disfrutar “los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:25).
2.- El interlocutor no debe responder ante Dios por los excesos de los ricos, de modo que no debe asumir esa responsabilidad. Dios se arreglará con ellos a su debido tiempo y en su propia manera. ¡Recuerde que Dios lleva un registro de todos, tanto de ellos como de nosotros!
3.- Aconséjenle que evite la envidia o la amargura, que no desee lo que otros poseen. No debe ahogarse en la autocompasión. Todas estas cosas son desagradables a los ojos de Dios y erosionan la vida espiritual de la persona. Recuerde que la mayoría de los cristianos del mundo son pobres, sobre todo los del Tercer Mundo. Si el interlocutor es un cristiano pobre, ¡hay millones que están en la misma situación! En las Sagradas Escrituras se nos revela que Dios eligió a los pobres de este mundo para ser ricos en fe (véase Santiago 2:5)
4.- Debe ser objetivo al evaluar a la gente rica. ¿Por qué son tan abundantes sus posesiones? ¿Tienen mejor educación o habilidades especiales que él no posea? ¿Han aprovechado mejor las oportunidades en comparación a lo logrado por el interlocutor? ¿Heredaron su riqueza? Cuide de no afirmar que todos los ricos del mundo han tenido las “mejores oportunidades” de la vida, o que se enriquecieron a expensas de los demás, etc.
5.- Aliéntenlo a renovar sus propios votos de fidelidad a Dios, tomando la determinación de amarlo y servirlo a cualquier precio. Job dijo: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15). Debemos buscar ser ricos en fe porque las riquezas de este mundo no son las que agradan a Dios sino la fe. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6)
6.- Aconséjenle Que ore sin cesar por sus necesidades y que aprenda a confiar en que Dios las suplirá. Pablo afirmó: “Sé vivir abundantemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:12,13)
7.- Anímenlo a seguir honrando al Señor con sus diezmos y ofrendas. Esto le permitirá mantenerse con un espíritu afín a los propósitos eternos de Dios y dará testimonio de un corazón consagrado.
Citas Bíblicas:
“Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos” (1 Crónicas 29:12).
“Porque, ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).
“No te entrometas con los malignos ni tengas envidia de los impíos. Porque para el malo no habrá buen fin, y la lámpara de los impíos será apagada”. (Proverbios 24:19,20).
“Guarda silencio ante Jehová y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades”. (Salmo 37:7).
“Y les dijo: Mirad y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. (Lucas 12:15).
“Pero Dios le dijo: necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios. Mas buscad el reino de Dios y todas estas cosas serán añadidas. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón”. (Lucas 12:20,21,31,34).
Josué 1:68.
Lo que Asaf aprendió en el santuario le reveló que las apariencias son con frecuencia engañosas, y que Dios tiene verdaderamente reservado lo mejor para los que le son fieles. Siempre está con los suyos y es su fortaleza presente y la porción de su futuro. Los impíos prósperos tienen sus tal y como las buscan, durante su vida terrenal; pero perecerán en su infidelidad (véase el Salmo 73).
Algunos cristianos se indignan por la prosperidad y el éxito aparentes que muchos no cristianos tienen en esta vida, mientras ellos se debaten en medio de la escasez.
Estrategia de Asesoramiento:
Después de escuchar con paciencia al interlocutor que exprese una queja en este sentido, reafírmele su interés y preocupación. Se trata de un aspecto que inquiera a muchos seguidores de Dios. Dígale que agradece el que compartiera esto con usted y que espera poder alentarlo de alguna manera. Pídale que tome en consideración los siguientes aspectos:
1.- La prosperidad no es necesariamente un indicio de bendiciones del Señor. Hay muchas ocasiones en que la riqueza es mal habida y se amasa a expensas de otros. Sin embargo, hay muchos cristianos ricos que se han entregado completamente a Cristo y que atribuyen su abundancia material a la bendición de Dios. Sostienen con gozo la obra del Señor como mayordomos fieles, en tanto que los primeros se limitan sencillamente a disfrutar “los deleites temporales del pecado” (Hebreos 11:25).
2.- El interlocutor no debe responder ante Dios por los excesos de los ricos, de modo que no debe asumir esa responsabilidad. Dios se arreglará con ellos a su debido tiempo y en su propia manera. ¡Recuerde que Dios lleva un registro de todos, tanto de ellos como de nosotros!
3.- Aconséjenle que evite la envidia o la amargura, que no desee lo que otros poseen. No debe ahogarse en la autocompasión. Todas estas cosas son desagradables a los ojos de Dios y erosionan la vida espiritual de la persona. Recuerde que la mayoría de los cristianos del mundo son pobres, sobre todo los del Tercer Mundo. Si el interlocutor es un cristiano pobre, ¡hay millones que están en la misma situación! En las Sagradas Escrituras se nos revela que Dios eligió a los pobres de este mundo para ser ricos en fe (véase Santiago 2:5)
4.- Debe ser objetivo al evaluar a la gente rica. ¿Por qué son tan abundantes sus posesiones? ¿Tienen mejor educación o habilidades especiales que él no posea? ¿Han aprovechado mejor las oportunidades en comparación a lo logrado por el interlocutor? ¿Heredaron su riqueza? Cuide de no afirmar que todos los ricos del mundo han tenido las “mejores oportunidades” de la vida, o que se enriquecieron a expensas de los demás, etc.
5.- Aliéntenlo a renovar sus propios votos de fidelidad a Dios, tomando la determinación de amarlo y servirlo a cualquier precio. Job dijo: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15). Debemos buscar ser ricos en fe porque las riquezas de este mundo no son las que agradan a Dios sino la fe. “Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6)
6.- Aconséjenle Que ore sin cesar por sus necesidades y que aprenda a confiar en que Dios las suplirá. Pablo afirmó: “Sé vivir abundantemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4:12,13)
7.- Anímenlo a seguir honrando al Señor con sus diezmos y ofrendas. Esto le permitirá mantenerse con un espíritu afín a los propósitos eternos de Dios y dará testimonio de un corazón consagrado.
Citas Bíblicas:
“Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos” (1 Crónicas 29:12).
“Porque, ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” (Marcos 8:36).
“No te entrometas con los malignos ni tengas envidia de los impíos. Porque para el malo no habrá buen fin, y la lámpara de los impíos será apagada”. (Proverbios 24:19,20).
“Guarda silencio ante Jehová y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades”. (Salmo 37:7).
“Y les dijo: Mirad y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. (Lucas 12:15).
“Pero Dios le dijo: necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios. Mas buscad el reino de Dios y todas estas cosas serán añadidas. Porque donde está vuestro tesoro allí estará también vuestro corazón”. (Lucas 12:20,21,31,34).
Josué 1:68.
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