martes, 7 de abril de 2009

Los juegos de azar

El juego de azar se puede practicar de muchos modos distintos. Algunas de sus formas parecen ser muy inocentes y, algunas veces, cierto porcentaje de las ganancias se usa para una buena causa. Sin embargo, la palabra de Dios indica que el juego, en cualquier forma, es contrario a la voluntad del Señor para un cristiano.

En primer lugar, el juego o las apuestas hacen que la fe se deposite en la casualidad o la suerte, en lugar de en los cuidados y la providencia de Dios. En segundo lugar, una persona que juega trata de sacar provecho de las pérdidas de otro. Esto se encuentra al borde de la codicia y el robo. En tercer lugar, el juego fomenta un espíritu avaro. Recalca el obtener en lugar del dar, el interés egoísta en lugar del autosacrificio, y erosiona la fibra moral de la sociedad.

La Biblia indica que hay tres modos de obtener beneficios materiales. En primer lugar se encuentra el trabajo. “Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10). En segundo lugar, mediante inversiones prudentes (véase la parábola de los talentos en Lucas 19:1-27). En tercer lugar, por medio de donativos o herencias. “Pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos” (2 Corintios 12:14).

Nota: Billy Gram. dijo: “El atractivo de los juegos de azar es comprensible, hasta cierto punto. El obtener algo por nada es muy incitante. Me doy cuenta de eso y es donde se encuentra el pecado. El juego de cualquier tipo equivale a un robo con autorización. Se lanza la moneda al aire, se tiran los dados o bien, los caballos corren, y alguien hace acopio de lo que le pertenece a otro. La Biblia dice: ´Comerás el pan con el sudor de tu frente´ (génesis 3:19). No dice: ´Mediante una moneda lanzada al aire ganarás tu comida´. Acepto que en la mayor parte de los juegos con apuestas muy pequeñas no hay malas intenciones; pero el principio es el mismo que en las grandes apuestas. La diferencia se encuentra sólo en las cantidades de dinero que se utilizan”.

La experiencia del jugador es similar a la del alcohólico. Se engaña diciéndose que domina su vida cuando, en realidad, está fuera de control. Niega tener un problema; aunque su familia se esté desintegrando. Contrae enormes deudas e incluso roba para cubrir sus pérdidas.

El jugador puede prometer abandonar su pasión; pero es muy raro que lo cumpla, a menos que experimente un verdadero desastre que le haga enfrentarse cara a cara con la realidad de su situación.

Un encuentro con Jesucristo es la única solución para muchos, y algunos experimentan una liberación inmediata de su vicio. Sin embargo, para muchos otros, la curación y la victoria completa requieren un proceso prolongado. Muchos de los problemas emocionales de los alcohólicos se encuentran también presenten en los jugadores, y las ausas subyacentes se deben resolver a la luz de la palabra de Dios.

Gamblers Anonymous (Jugadores anónimos), el Nacional Council on Compulsive Gambling (Consejo Nacional sobre el Juego Compulsivo) y otras organizaciones tratan de servir a los que tienen eses vicio. El primero de esos grupos tiene secciones en muchas ciudades y, por lo común, tienen también un número telefónico incluido en el directorio.

Estrategia de Asesoramiento:

1.- El consejero deberá adoptar una posición “firme”, aunque llena de compasión. El vicio es muy real. Se debe hacer que la víctima se enfrente a la verdad de que su vida está fuera de control y que tiene que aceptar la responsabilidad por la situación en que se encuentra. ¿Quiere verdaderamente ayuda? En ese caso, debe dejar de jugar. Nada que no sea esto servirá para resolver su problema.
2.- ¿Se ha entregado alguna vez a Cristo, aceptándolo como su Señor y Salvador? Compartan con esa persona las “Cuatro leyes espirituales”. Cristo puede romper las cadenas del pecado, renovando todas las cosas (véase 2 Corintios 5:17).
3.- Hagan hincapié en que debe romper definitivamente con su mal hábito, tomando la resolución de no volver a ninguna mesa de juegos, no comprar boletos de la lotería, no acercarse a las máquinas tragamonedas, etc. Debe aprender a confiar en Dios en lo que se refiere a la tentación. “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que le dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.
4.- Debe abandonar los lugares que frecuentaba y cortar todas las relaciones asociadas al juego. Deberá establecer nuevas relaciones. Su asistencia a Jugadores Anónimos puede dar resultados muy positivos (mire en el directorio telefónico). Deberá identificarse con la iglesia, donde se enseña la Biblia, donde podrá adorar, estudiar la Palabra de Dios, aprender a orar, y establecer nuevas amistades que le proporcionarán el respaldo que necesita para reconstruir su vida.
5.- Oren con esa persona para que obtenga una liberación completa de su esclavitud y anímenle a que ore al Señor todos los días. Esa práctica hará que llegue a confiar cada vez más en Dios.
6.- Recomiéndenle que comience a leer y estudiar la Biblia personalmente. Conforme se van asimilando los pensamientos de Dios, se experimenta una transformación gradual de la mente y la vida.
7.- Anímenle para que busque los consejos del pastor o un psicólogo cristiano, si necesita más ayuda. Con frecuencia, las causas subyacentes del vicio se deben extirpar de raíz, lo que requiere un tratamiento profundo.

Si el interlocutor se refiere en sus preguntas al bingo, las loterías o las tómbolas, o si trata de justificar todas esas cosas porque algunas veces las patrocinan iglesias, o bien, son inofensivas y sirven para buenas causas, háblenle lo que aquí está expuesto en las primeras líneas.

Después de eso, actúen como sigue:
1.- Pregúntenle si ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Señor y Salvador. Háblenle de las Cuatro leyes espirituales.
2.- Hagan hincapié en la verdad de que la obra del Señor se debe sostener mediante las ofrendas de sacrificio del pueblo de Dios, y no mediante tómbolas, loterías y otras cosas similares.

Citas Bíblicas

“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).

“Todas las cosas me son lícitas, mas no todas me convienen; todas las cosas me son lícitas, mas yo no me dejaré dominar de ninguna”. (1 Corintios 6:12).

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. (Romanos 12:1).

“Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Haced, pues, morir lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría, cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia” (Colosenses 3:2,5,6).

“No hurtarás. No codiciarás la casa de tu prójimo…No odiarás cosa alguna de tu prójimo”. (Éxodo 20:15,17)

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