Se ha aclamado a Jesús como el principal líder religioso que ha existido, como la persona más influyente que ha vivido en este planeta, y como un hombre único, en el sentido de que nadie se puede comparar a Él.
Sin embargo, el considerar a Jesucristo simplemente sobre la base de Su vida ejemplar, y sus enseñanzas morales superiores no será suficiente para retirar las piedras de tropiezo en el camino cristiano, puestas por el mundo incrédulo. La verdadera prueba definitiva de lo que pensemos sobre El, debe girar en torno a quién dijo El que era, y qué realizó durante Su breve ministerio en este mundo. Debemos llegar a la conclusión de que no puede haber cristianismo sin Cristo; todo se centra en El.
El tema predominante de las Escrituras es la Persona y la obra de Jesucristo. Es Dios. Se hizo humano, murió crucificado y fue sepultado. Se levantó de los muertos y es el único y suficiente Salvador del mundo. Volverá otra vez a la tierra. Si se retira esto de las Escrituras, se les quitará todo su significado y su continuidad.
Jesucristo es Dios:
La divinidad es la única explicación posible de lo que era y lo que hizo.
1. Existía desde el principio con el Padre. “Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho” (Juan 1:2-3) (véase también Juan 17:5 y Colosenses 1:17).
2. El hijo de Dios.
A. Sus enemigos admitieron: “Decía que Dios era su propio padre, haciéndose igual a Dios" (Juan 5:18).
B. Pedro confesó: “Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Juan 6:69).
Jesús afirmó: “Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30).
3. Era sin pecado, como sólo Dios puede serlo.
A. Jesús desafió a sus enemigos, diciendo: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” (Juan 8:46).
B. Pedro dio testimonio: “…porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca” (1 Pedro 2:21-22).
C. Pablo afirmó: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. (2 Corintios 5:21).
4. Perdona los pecados, como sólo Dios puede hacerlo.
A. Los escribas dijeron: “¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” (Marcos 2:7).
B. Jesús dijo: “Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados…” (Mateo 9:6) (véase también Juan 8:11).
C. Pedro escribió: “Quien llevó el mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados” (1 Pedro 2:24).
5. Realizó obras milagrosas.
A. Curó enfermos: Mateo 8:9-13; Lucas 4:31-34; 5:12-15; Juan 4:43 a 5:16, y muchas otras citas bíblicas.
B. Alimentó a los hambrientos: Juan 6; Marcos 8, etc.
C. Resucitó muertos: Lucas 7:11-18; Juan 11:1-46.
Jesucristo se hizo hombre:
“Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros… lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14) (Véase también Filipenses 2:7-8).
1. Su nacimiento milagroso se profetizó 800 años antes de que ocurriera. “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel” (Isaías 7:14).
2. La profecía se cumplió al pie de la letra. “María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús” (Lucas 1:30-31).
3. Jesús demostró tener características humanas. Se cansaba (Juan 4:6). Tuvo sed (Juan 19:38). Comía alimentos (Lucas 24:40-43). Demostró tener sentimientos. (Marcos 6:34). Lloró (Juan 11:35). Conoció la tentación (Hebreos 4:15). Y Murió (Juan 19:30).
Jesucristo realizó las obras de su Padre:
1. Murió en la cruz. Este es el tema fundamental del evangelio.
A. La realidad de Su muerte: la cuarta parte de los evangelios se dedica a Su pasión y resurrección.
1. Para eso vino al mundo (Juan 12:27).
2. Su muerte se profetizó cientos de años antes de que ocurriera (Isaías 53:3-8).
B. El significado de Su muerte.
1. Fue un rescate por el pecado (Mateo 20:28; Romanos 3:24; 1 Pedro 1:18).
2. Fue para pagar el castigo por el pecado (Romanos 3:24; 1 Juan 2:2; 4:10). El hombre es objeto de la ira de Dios debido a su rebelión y su pecado; pero el Señor tomó la iniciativa para satisfacer su ira, enviando a su propio Hijo al Calvario.
3. Es una reconciliación. La enemistad entre nosotros y Dios ha concluido (Romanos 5:10) y estamos reconciliados con Dios (2 Corintios 5:18-19).
4. Es una substitución. Murió en nuestro lugar (1 Pedro 3:18; 2 Corintios 5:21).
5. En resumen, se ha resuelto completamente el pecado (1 Pedro 2:24; Hebreos 9:26; Hebreos 10:12).
2. Resucitó de entre los muertos. Esto es extraordinario y fundamental para el cristianismo.
A. La realidad de la resurrección (Juan 20:1-10; 1 Corintios 15:4).
B. La credibilidad de la resurrección:
1. Jesús la predijo: Mateo 13:39-41; Lucas 24:1-7.
2. La tumba estaba vacía: Juan 20:11-13.
3. Muchos testigos lo vieron vivo: las mujeres (Lucas 23:55-56); María Magdalena (Juan 20:1, 11-18); Pedro y los otros discípulos (Juan 20:3-9, 19-20, 24-31; 21:1-14).
Los resultados de Su obra:
1. Ascendió con Su Padre (Lucas 24:49-53; Hechos 1:6-11).
2. Es nuestro mediador eterno (1 Timoteo 2:5; Hebreos 8:6, 1 Juan 2:1).
3. Es nuestro Salvador: “Y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21). “A este, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados” (Hechos 5:31).
A. Es el único Salvador. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12).
B. Es un Salvador completo. “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos” (Hechos 7:25).
C. Es un Salvador personal. “Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, será s salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:9-10).
La consumación de Su obra:
1. Volverá otra vez a la tierra (Hechos 1:11; Hebreos 10:37; Juan 14:3).
2. Los creyentes en Cristo resucitarán corporalmente, para iniciar una vida nueva y eterna (1 Tesalonicenses 4:17-18; 1 Corintios 15:51-58).
3. Reinará como Rey de reyes y Señor de señores sobre Su nueva creación (2 Pedro 3:10-13; Apocalipsis 22:3-5).
Estrategia de asesoramiento:
La mejor respuesta que podemos darle a Jesucristo y su palabra es:
1. Recibirlo como Señor y Salvador. Pregúntenle a su interlocutor si ya ha hecho así. Explíquenle las Cuatro leyes espirituales.
2. Entronizarlo como Señor en nuestra vida. “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí” (Mateo 15:8). “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2).
3. Ser testigos suyos cuando nos lo exija. “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros, y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1:3). “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8).
Citas bíblicas:
Su divinidad:
Juan 1:1-3; Juan 17:5; Juan 8:56-59; Juan 10:30-33; Colosenses 1:15-19; Colosenses 2:8-9; Filipenses 2:6-11; Apocalipsis 5:12-14.
Su humanidad:
Juan 1:14; Filipenses 2:5-8; Juan 10:30; 1 Juan 1:1-4; Lucas 1:30-33; Mateo 1:18; Hebreos 4:15; Marcos 6:34; Juan 11:35; Juan 19:28; Lucas 24:40-43.
Su muerte:
Mateo 27:32-56; Marcos 15:20-47; Lucas 23:26-49; Juan 19:1-42; 2 Corintios 5:21; 1 Pedro 1:18-19; 2:22-24; Isaías 53; 1 Juan 3:5-8; 1 Corintios 15:2-4.
Su resurrección:
Mateo 28; Marcos 15; Lucas 24; Juan 20-21; Hechos 2:24-36; 1 Corintios 15; Gálatas 2:20; Romanos 10:9-10; 1 Pedro 1:19-21; 1 Tesalonicenses 1:10.
Su segunda venida:
1 Tesalonicenses 4:13-18; 2 Tesalonicenses 2:1-11; 1 Corintios 15:51-57; Juan 14:1-6; Hechos 1:11; Mateo 24:30; Apocalipsis 1:7; Juan 21:23; Mateo 24:42-44; 1 Juan 3:2-3.
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