viernes, 21 de agosto de 2009

La envidia, los celos y la codicia

La envidia, los celos y la codicia son males relacionados recíprocamente. El descontento por nuestra posición y nuestras posesiones indica con frecuencia una actitud egocéntrica, que lleva a sentimientos intolerantes, rencorosos o, incluso, malignos, hacia un rival real o imaginario. Podemos codiciar el éxito, la personalidad, las posesiones materiales, el atractivo físico o la posición de otra persona. Luego, para compensar un yo frustrado hacemos observaciones poco amables o destructivas y nos sumergimos en la autocompasión, la ira, la amargura y la depresión.

Caín le tuvo envidia a Abel, porque Dios aceptó la ofrenda de este último; pero rechazó la de Caín. Se llenó de celos y codiciaba lo que le había sido negado. El resultado fue la ira, la amargura, la depresión y el homicidio. “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa” (Santiago 3:16).

Los celos y la ambición envidiosa hicieron que Lucifer se rebelara contra Dios. “Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono… Y será semejante al Altísimo” (Isaías 14:13-14).

Nota: Billy Graham escribió: “No es posible tener una personalidad bien desarrollada cuando se tiene envidia en el corazón. En Proverbios 14:30 se nos dice: `El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos´. La envidia no es un arma defensiva, sino un instrumento ofensivo que se usa en los ataques espirituales. Hiere por herir y lastima por lastimar”.

El Apóstol Pablo da el antídoto perpetuo para los pecados de envidia, celos y codicia. “Sé vivir humildemente y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:12-13)

Estrategia de asesoramiento:

Para el no cristiano:

1. Si detectan envidia, celos o codicia en su interlocutor, indíquenle con cuidado, pero con firmeza, que esas actitudes son desagradables para Dios. Explíquele las Cuatro Leyes Espirituales.

2. Aconséjenle que trate de quedar libre de la envidia, los celos y la codicia. Ahora que Cristo ha entrado en su vida, el interlocutor podrá aprender a reorientar sus pensamientos y actos, de modo que reflejen la novedad de su vida en Cristo. La envidia, los celos y la codicia se deben confesar como pecados y buscar diariamente el perdón y la limpieza.

3. Anímenlo para que lea y estudie la Palabra de Dios. Dwight L. Moody dijo: “El pecado lo mantendrá alejado de ese libro. Este libro lo tendrá alejado del pecado”. Invítenle a que busque fielmente textos bíblicos que se refieran a sus problemas y que ore por ellos. Deberá pedirle a Dios que los grabe a fuego en su corazón. La Palabra de Dios aporta convicción y también alivio, cuando aprendemos a obedecerla.

4. Traten esos pecados como “malos hábitos” que es preciso abandonar. Comience a practicar el principio de “despojo”, “revestimiento”. Deberá comenzar por un aspecto del problema, enfocando su atención en él, hasta que sienta que lo ha controlado, para pasar sucesivamente a otros aspectos, hasta que vea un progreso. Con frecuencia resulta útil el contar con el cónyuge o un amigo cristiano para que supervise el progreso realizado. También será muy útil orar con esa persona respecto a asuntos específicos.

5. Anímenle para que participe en algún tipo de servicio cristiano, por medio de una iglesia en la que se enseñe la Biblia. Esto podría fomentar pensamientos más objetivos y constructivos, que servirán como ayuda para controlar sus actitudes.

6. Denle aliento para que desarrolle una actitud llena de agradecimiento hacia la vida, las cosas que le suceden y las personas que encuentre en su camino. El reemplazar las críticas con alabanzas es una buena práctica que proporciona resultados alentadores.

7. Oren con su interlocutor personalmente, pidiéndole al Señor que le dé la victoria y una nueva alegría en su experiencia cristiana.

Citas bíblicas:

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestaos con él en gloria”. (Colosenses 3:1-4)

El corazón apacible es vida de la carne, mas la envidia es carcoma de los huesos”. (Proverbios 14:30).

“Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé ni te dejaré” (Hebreos 13:5).

“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. (Hebreos 10:24-25)

Proverbios 27:4

1 Corintios 3:3.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Los sufrimientos y la adversidad

¿Por qué? ¿Por qué a mí? ¿Por qué a mi familia? ¿Qué sentido tiene este sufrimiento?

Estas son preguntas muy conocidas que se formulan los cristianos y los no creyentes por igual. Nadie es inmune al sufrimiento y la adversidad. “Pero como las chispas se levantan para volar por el aire, así el hombre nace para la aflicción” (Job 5:7) Todos estamos sometidos a las presiones de los deseos, la necesidad, la tristeza, la persecución, la falta de popularidad y la soledad. Algunos sufren por lo que han hecho, otros por lo que la gente les hace a ellos. Muchos padecen porque son víctimas de circunstancias que no pueden controlar.

El dolor es desesperante. A veces, hay noches de agonía en que Dios nos parece injusto y se nos antoja que no hay ayuda o respuesta posible. El alivio temporal puede parecer adecuado; pero la solución real al sufrimiento no es aislarse en un intento de suprimirlo, como tampoco lo es soportarlo rechinando los dientes. La solución es, más bien, condicionar nuestras actitudes de tal manera que aprendamos a vencerlo y a recibir las lecciones que nos otorga. Cuando el Apóstol Pablo pedía ser liberado de su “espina en la carne”, Dios no se la quitó, sino que lo consoló, diciéndole: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9) En otro pasaje de aliento a los corintios, escribió: “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo los suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8)

Excepción hecha del dolor físico, la forma en que manejemos el sufrimiento parece reducirse a una cuestión de actitud: “¿Qué debo hacer frente al sufrimiento para aprender de él y utilizarlo en provecho mío y lo concerniente a los propósitos eternos de Dios?”

Nota: Billy Graham comentó: “No hay ninguna parte de la Biblia que enseñe que los cristianos están exentos de las tribulaciones y los desastres naturales que asedian al mundo. Lo que sí enseñan las Sagradas Escrituras es que el cristiano puede enfrentarse a las tribulaciones, las crisis, las calamidades y los sufrimientos personales, con un poder sobrenatural que no está a disposición de las personas ajenas a Cristo”.

Algunos de los seres más patéticos de este mundo son aquellos que, en medio de la adversidad, se ahogan en un mar de autocompasión y amargura, en tanto que obtienen cierto agrado en culpar a Dios por sus problemas.

La actitud de Job es una buena inspiración: “He aquí aunque él me matare, en él esperaré” (Job 13:15).

El que sufre se sentirá bendecido si, en medio de la más tremenda agonía y desesperación, puede elevar el rostro al Padre celestial y sentirse agradecido por Su amor eterno y Su presencia constante. Reiterando, nuestra respuesta al sufrimiento debe llevarnos a ver más allá de él, tratando de determinar las metas supremas de Dios y la enseñanza que está tratando de darnos.

¿Cuáles son algunas de las razones del sufrimiento humano?

1. Hay ocasiones en que sufrimos porque nos lo buscamos.

La disipación y a falta de disciplina generan consecuencias de desdicha. El abuso prolongado de nuestros cuerpos puede traer enfermedad. Nuestras decisiones equivocadas vuelven a asediarnos.

Conviene que el consejero le pregunte al interlocutor: “¿Cree que esto le está sucediendo debido a su falta de juicio o moderación? ¿Puede tomar alguna medida que alivie sus sufrimientos?”

2. Hay ocasiones en que Dios toma medidas correctivas debido a nuestro pecado y nuestra desobediencia. Dios corrige y disciplina a los que son suyos. Utiliza el castigo para demostrarnos Su amor y que somos verdaderamente Suyos (Hebreos 12:5-11)

3. A veces, Dios permite que suframos para que aprendamos a responder a los problemas y a El en una forma bíblica. Las Escrituras nos dicen que Jesús “Por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:8).

Nuestra meta debe ser no sólo librarnos del sufrimiento, sino, más bien, aprender a agradar a Dios, siendo sensibles y obedientes a El y a Su palabra (véase Romanos 12:1,2).

4. Algunas veces, Dios permite que suframos para que entendamos que el dolor forma parte de la vida. No hay ningún pasaje en la Biblia que enseñe que el cristiano será inmune al sufrimiento y la adversidad. En Filipenses 1:29, Pablo afirma que “a vosotros os es concedido, a causa de Cristo, no sólo que crezcáis en él, sino también que padezcáis por él”. La adversidad puede ser un don de Dios. ¿Por qué debe ser tan difícil pensar en esto desde este punto de vista?

Cristo no evadió la cruz para escapar al sufrimiento. Hebreos 12:2 nos dice: “El sufrió la cruz, menospreciando el oprobio”. ¿Por qué lo hizo? “Por el gozo puesto delante de Él”. Sabía que la palabra final no era la crucifixión, el sufrimiento, sino la resurrección, La victoria.

Es probable que suframos brevemente o durante todo el curso de nuestra existencia. Para los que sufren, el fin no parece llegar nunca. Sin embargo, no perdamos la esperanza ni nos sumerjamos en la autocompasión o la amargura. El resultado final es en lo que debemos fijar nuestra vista. ¡El pensar en que estaremos con el Señor en el cielo deberá ponerlo todo en la perspectiva correcta!

5. A veces, Dios permite el sufrimiento porque busca nuestro bienestar por medio de él. “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados” (Romanos 8:28). Debemos aceptar esto por fe y pedirle a Dios que el bien máximo para nuestra vida sea el resultado de nuestros sufrimientos. Sólo a través de la adversidad podremos aprender las lecciones más profundas de la vida. Confíe en que Dios realizará Su voluntad y Su plan en nuestra vida, para que seamos más semejantes a Cristo (Véase Romanos 8:29).

No hay mérito alguno en nuestro sufrimiento para fines de redención, como lo hubo en el de Cristo Jesús; pero si somos fieles en la adversidad, tendremos “participación en sus padecimientos” (Filipenses 3:10).

6. Dios permite a veces que suframos para poder hablarles a otros por medio de nuestra vida y nuestro testimonio, con el fin de consolarlos. Jesús dijo que el sufrimiento del ciego del que se nos habla en Juan 9 era para que “las obras de Dios se manifiesten en él”.

Tal vez el Señor esté obrando en su vida mediante el sufrimiento, para que otros se sientan inspirados por el ejemplo que les da en la adversidad. Los que soportan la adversidad se identifican y compadecen con mayor eficiencia de los demás que sufren. Aprendemos a consolar a otros como somos consolados. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (2 Corintios 1:3,4).

Estrategia de asesoramiento:

Para el no cristiano:

1. Muéstrese llenos de comprensión. Escuchen con cuidado el problema que la persona desea compartir. El expresar bien los problemas es de gran ayuda. Tomen a iniciativa para orientar la conversación, de tal modo que pueda ofrecerle ayuda espiritual.

2. Denle palabras de aliento y esperanza. Indíquenle que Dios le ama y sabe lo que le está sucediendo, que no está solo. “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Isaías 43:2)

Díganle que está agradecido porque les haya llamado y que juntos buscarán las respuestas a sus problemas.

3. Pregúntenle si ha recibido a Cristo Jesús como su Señor y Salvador personal. Dios permite a veces la aflicción. Desea que le prestemos atención para llevarnos al camino de salvación. Compartan con él las Cuatro Leyes Espirituales.

4. Oren con esa persona para fines de salvación y liberación y pónganla en las manos de Dios.

5. Anímenle a que comience a leer y estudiar la palabra de Dios. El aprender a orar le otorgará fuerza y visión en los problemas de la vida.

6. Aconséjenle que se integre a la iglesia. El compañerismo con cristianos consagrados le ayudará a madurar en la vida y a entender los caminos de Dios y de la existencia. La iglesia le brindará también oportunidades para estudiar la Biblia y servir al Señor.

Para el cristiano:

Si el interlocutor es un cristiano que se encuentra afligido por alguna tragedia o un sufrimiento que le haya sobrevenido, traten de analizar las razones posibles por las que Dios haya permitido tal situación.

1. Muéstrenle su comprensión. Anímenle por medio del consuelo que Dios da a través de los suyos.

2. Anímenle a investigar la palabra de Dios y a orar sinceramente para que el Señor le revele Sus motivos para el sufrimiento.

A. ¿Qué está tratando de decirme Dios?

B. ¿Qué está tratando de enseñarme?

C. ¿Qué debo hacer como consecuencia de ello?

3. Si hasta ahora no participa en una iglesia donde se enseñe la palabra de Dios, anímenle a que asista al CCLT. El estudio de las Sagradas Escrituras le ayudará a profundizar su comprensión de la voluntad y los caminos del Señor.

4. Aconséjenle que se ponga en contacto con amigos cristianos. Siempre es de gran consuelo tener a alguien que esté dispuesto a escuchar. Además, esto le traerá consuelo, comprensión y fortaleza.

5. Oren con él personalmente, pidiéndole a Dios que le libre de la angustia.

Citas Bíblicas:

"Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que El sea el primogénito entre muchos hermanos”. (Romanos 8:28-29).

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Antes, en todas estas cosas somos mas que vencedores por medio de aquel que nos amó”. (Romanos 8:35-37)

“Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la palabra de vida que Dios ha prometido a los que le aman”. (Santiago1:2,3 y 12).

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”. (Juan 14:1).

“Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría”. (1 Pedro 4:12,13).

“Pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. De modo que los que padecen según la voluntad de Dios, encomienden sus almas al fiel Creador y hagan el bien”. (1 Pedro 4:16,19).

“Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. (Apocalipsis 21:4).

martes, 4 de agosto de 2009

Las dudas

Las dudas pueden debilitar. Los titubeos y la inseguridad son característicos de las personas que dudan. Santiago dice que el hombre “de doble ánimo” es “inestable en todos sus caminos. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:7).

Sin embargo, no es raro que incluso los cristianos tengan dudas. Puede preguntarse, “¿Es verdadera la Biblia?”, al escuchar alguna persona criticar la Palabra de Dios. Lleno de confusión por alguna petición no concedida, puede preguntarse: “¿Es Dios real?” “¿Responde verdaderamente a las oraciones?” Al enfrentarse a la realidad de sus propios deseos pecaminosos, puede interrogarse: “¿Me ha salvado Dios realmente?”

Nota: Billy Graham escribió: “Probablemente todos hemos tenido dudas e incertidumbres algunas veces en nuestra vida cristiana. Cuando Moisés ascendió al Monte Sinaí para recibir las tablas de la Ley de manos de Dios, y al estar mucho tiempo fuera de la vista de su pueblo que esperaba ansiosamente su regreso, dudaron de que volviera. Y se construyeron un becerro de oro (Éxodo 32:8). Su apostasía se debió a sus dudas y su incertidumbre”.

A pesar de la tendencia a dudar, podemos recibir aliento porque las dudas sinceras conducen con frecuencia a una fe sólida y una entrega firme al Señor.

Por supuesto, lo contrario de las dudas es la fe. Santiago exhortaba a los que estaban teniendo pruebas que “le pidieran a Dios” y que lo hicieran “con fe” (Santiago 1:5,6). Debemos recodar que las dudas pueden ser un instrumento muy eficaz de Satanás. Hizo que Eva dudara, diciendo: “¡Con que Dios ha dicho!” (Génesis 3:1). Nos llenará de dudas en los puntos en que seamos más vulnerables. La desobediencia espiritual, las decepciones, la depresión, las enfermedades e incluso los temores de la ancianidad pueden fomentar dudas.

Estrategia de asesoramiento:

Para quienes duden de su salvación:

1. Feliciten a su interlocutor por su preocupación respecto a sus dudas. La Palabra de Dios ofrece verdadero aliento a los inseguros.

2. Si se dan cuenta de que esa persona ha estado confiando en algo que no sea su relación personal con Jesucristo, explíquenle las Cuatro Leyes Espirituales.

3. Si se convencen de que se ha entregado ya antes a Jesucristo con toda sinceridad, pregúntenle:

A. ¿Está siendo desobediente? Hagan hincapié en 1 Juan 1:9.

B. ¿Se ha mostrado indiferente a las cosas espirituales, descuidando la asistencia a la iglesia, la lectura de la Biblia y la oración? Háblele sobre La Restauración, que está en este blog. Hagan hincapié en 1 Juan 1:9 y Romanos 12:1,2.

C. Anímenlo para que si afirme en la fe, confiando en Dios (Hechos 27:25). Recomiéndenle que adopte una posición firme por Cristo, a que estudie la Palabra de Dios, aprenda la disciplina de la oración y a que sirva a Cristo en la Iglesia.

D. Oren con esa persona para que pueda tener una relación con Dios basada en una fe firme.

Para los que se hayan desilusionado debido a las decepciones:

Pueden tener dudas respecto a Dios debido a un divorcio, una muerte en la familia, un hijo o una hija rebelde, las oraciones que no reciben respuesta o la traición de otro cristiano.

1. Denle ánimos. Dios nos ama y nos cuida. El Señor desea que esa persona ande con El llena de fe.

2. Ayúdenle a identificar las causas de sus dudas, haciendo hincapié en que no es malo preguntarse por qué en la vida.

3. Recuérdenle que Dios nunca nos prometió que estaríamos libres de adversidades en nuestras vidas. Es posible que esa persona tenga que apartar un poco sus ojos de sí misma y sus dificultades, con el fin de regresar a Dios. Es posible que deba discernir, por encima de las circunstancias directas de su vida, lo que Dios trata de enseñarle mediante esas experiencias.

El Señor es fiel. El hecho de que las dudas echen raíces en nuestra mente no quiere decir que Dios haya dejado de cuidarnos.

4. Deberá reflexionar en la bondad de Dios que ha experimentado en el pasado, recordando ejemplos de la fidelidad del Señor en su propia vida y en las de otras personas. Esto le ayudará a tener firmeza.

Se debe llevar a cabo una renovación de su fe. Animen a su interlocutor a que comience a confiar otra vez en las promesas de Dios. Debe saturar su vida con las Escrituras y creer lo que dice Dios. Jesús señaló: “Bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).

5. Oren con esa persona pidiendo su renovación, animándole a que le confiese sus dudas a Dios y le ruegue que le dé una fe dinámica.

6. Recomiéndenle que sea fiel en su adoración con el pueblo del Señor. El cultivar relaciones con otros cristianos será muy útil. El participar en el servicio a Cristo en la iglesia, reforzará sus resoluciones y hará que su entrega al Señor se haga más firme y profunda.

C Cómo darles seguridad sobre la salvación a los ancianos:

DeDebido a numerosos cambios que acompañan a la entrada en años, los ancianos necesitan a veces recibir confirmación de su salvación y su relación eterna con Dios. Ayúdenles a recordar:

1. Que deben confiar absolutamente en Jesucristo como su Señor y Salvador. “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14:6). “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Romanos 8:38-39)

2. Que deben confiar sin titubeos en su relación con el Padre celestial “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12) “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2)

3. Que confíen sin dudar en la Palabra de Dios. “Para siempre, oh Jehová, permanece tu palabra en los cielos. De generación en generación es tu fidelidad” (Salmo 119:89,90) “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Pedro 1:19)

Citas Bíblicas:

Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos” (Santiago 1:5-8)

“Jesús le dijo: porque me has visto, Tomás creíste; bienaventurados los que no vieron y creyeron” (Juan 20:29)

“Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmo 14:1)

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6)

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:1,2)

La soledad

La soledad es la comprensión dolorosa de que carecemos de relaciones significativas y estrechas con otros. Esta carencia produce vacío, melancolía, aislamiento e incluso desesperación. Se encuentran presentes una sensación de rechazo y una baja imagen propia, porque no podemos establecer relaciones o nos sentimos excluidos e indeseables, por mucho que nos esforcemos en sentir que somos aceptados.

La sociedad es que vivimos contribuye a la soledad. A algunos les resulta muy difícil mantener su propia identidad y relaciones significativas en la jungla de burocracia, especialización, regimentación y competencia. La movilidad y los cambios constantes tienden a hacer que algunos individuos se sientan fragmentados y carentes de verdaderas raíces.

La soledad puede ser auto provocada. A algunas personas les resulta muy difícil comunicarse con otras o carecen de confianza porque tienen una imagen muy baja de sí mismas. Otras ansían reunirse con otros; pero sus exigencias de intimidad e independencia inhiben el desarrollo de lazos firmes con otros. El temor a que sus personalidades sean reveladas actúa como una especia de parálisis social.

Nota: En muchos de sus mensajes, Billy Graham se refirió a esta “soledad cósmica” de la persona separada de Dios y que siente que su vida tiene poco interés. Dijo: “Hay miles de personas solitarias que llevan cargas pesadas y difíciles de angustia, soledad, dolor y decepciones; pero la más solitaria de todas es aquella cuya vida está hundida en el pecado”.

Uno de los resultados de la caída es que el hombre quedó separado de Dios. Esa enajenación hizo que Adán y Eva se ocultaran de Dios y trataran de cubrir su desnudez (es posible que estas tres condiciones ayuden a describir a una persona solitaria) Nuestra situación espiritual se puede resumir como sigue: “El hombre fue creado con un vacío en el pecho del tamaño de Dios, que sólo el Señor puede llenar”.

Sólo al encontrar a Cristo trascendemos nuestro propio yo y desarrollamos la perspectiva sobre la vida que puede hacer que se mitigue el dolor de nuestra soledad. El salmista realzó la obra de Dios en su propia vida, al escribir: “Restauró mi alma”. Esta restauración elimina las causas de nuestra enajenación. “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él…” (Colosenses 1:21,22) El resultado es también que vuestro cuerpo se convierte en morada del Espíritu Santo. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19) Así, estamos completos en él. “Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2:10)

Estrategia de asesoramiento:

Analizaremos la soledad desde el punto de vista espiritual, así como también en forma práctica, tanto para los no cristianos como para los creyentes. Buscamos la comunión con Dios y el compañerismo con otros seres humanos.

Para el no cristiano solitario:

1. Denle ánimos. Al compartir su problema de la soledad, su interlocutor está admitiendo que tiene una necesidad. Esto es importante para poder resolver cualquier problema de la vida. Asegúrenle que a este primer paso importante pueden seguir otros que le conducirán a soluciones.

2. Traten de determinar las causas de su soledad. Si no les proporciona suficiente información, háganle preguntas sobre él mismo, en lo personal: ¿dónde vive, quiénes son sus vecinos, dónde trabaja, le gusta su empleo? ¿Qué puede decirles sobre sus aficiones y amistades, su iglesia, etc.?

3. Pregúntenle si ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Salvador. Explíquenle las Cuatro leyes espirituales. La primera etapa del plan de Dios para su vida se realizará cuando acepte a Cristo; pero podrá estar también seguro que se resolverán sus sentimientos de enajenación. Estará en paz con Dios (Romanos 5:1), y Cristo será su amigo constante. “Y amigo hay más unido que un hermano” (Proverbios 18:24).

4. Aconséjenle que trate de crecer espiritualmente mediante la lectura y el estudio de la Biblia y aprendiendo a orar.

La oración diaria contribuirá mucho a mejorar sus sentimientos de soledad, proporcionándole un acceso inmediato a Dios que es “nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1)

5. Invítenle a la iglesia, donde se enseña la palabra de Dios, y también podrá encontrar compañerismo cristiano, la adoración y el servicio al Señor. Díganle que no deberá esperar demasiado con excesiva rapidez. Las relaciones significativas no se desarrollan de la noche a la mañana. Es preciso cultivarlas y eso requiere tiempo. Cuanto más dé de sí mismo, al participar en la vida de la iglesia, tanto más recibirá de otros. “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo” (Proverbios 18:24)

6. Sugiéranle que afirme los lazos familiares que nos sean como debieran. Las comunicaciones con los otros miembros de la familia contribuirán mucho al desarrollo del respeto y el interés mutuo. Ahora que conoce a Cristo, deberá tratar de ganar a los miembros de su familia para el Salvador.

7. Oren con él, pidiendo su crecimiento espiritual y el desarrollo de relaciones significativas con sus amigos tanto cristianos como inconversos.

Para el cristiano solitario:

1. Aconséjenle que tenga unos momentos de quietud cada día. La sensación de la presencia perpetua de Dios contribuirá a reducir sus sentimientos de soledad.

Nota: Billy Graham ofrece sus propias experiencias como aliento: “Les voy a dar una pequeña receta que he descubierto para combatir la soledad. En primer lugar, nunca estoy solo cuando oro, porque eso me hace entrar en comunión con el mejor amigo de todos: Jesucristo. El Señor dijo: `Ya no os llamaré siervos, sino amigos´(Juan 15:15). Además, nunca estoy solo cuando leo la Biblia. Lo hago todos los días –capítulos enteros de las Escrituras. Nada hace que desaparezca la soledad mejor que una sesión con la Palabra de Dios”.

Al crecer en esta relación piadosa con Dios, comenzamos a cambiar. Las actitudes de amor y cuidado que se desarrollan gradualmente se convierten en las bases para los contactos con otros y la profundización de las amistades.

2. Anímenle para que busque un lugar importante de servicio en la iglesia. Al enfocar nuestra atención en los problemas de otros, los nuestros quedarán bajo una perspectiva adecuada y nos parecerán menos importantes. Por otra parte, el servicio nos ayuda a cultivar nuestras relaciones con otros cristianos que sirven también al Señor, y tiende a hacer aumentar la estimación que tenemos de nosotros mismos, al entrar a formar parte de un grupo.

Nota: Respecto al servicio, Billy Graham dijo: “Nunca estoy solo cuando le doy testimonio del Señor a otros. Es enormemente emocionante el hablarles a los demás de Cristo. Y esto es algo que podemos hacerlo todos”.

3. Aconséjenle a su interlocutor que fortalezca sus lazos familiares. Las personas solitarias tienen a veces “cabos sueltos” en sus relaciones con sus familiares. Los esfuerzos constantes para comunicarnos con nuestra propia familia –aprendiendo a compartir, respetar y amar, convirtiéndose los unos en parte de los otros- contribuirá mucho a evitar los sentimientos de soledad. El mejoramiento de las relaciones en el hogar significará siempre un mejoramiento en todos los demás aspectos.

4. Anímenle para que busque los consejos del pastor. El pastor podrá ayudarle a desarrollar sus relaciones y le recomendará esferas de servicio en la iglesia.

Citas Bíblicas:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy mando y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30)

“No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:5,6)

“Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20)

“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación; del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos y temerán, y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados” (Salmo 40:1-5)

Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”. (1 Corintios 1:9)

Proverbios 3:5-6)