martes, 4 de agosto de 2009

La soledad

La soledad es la comprensión dolorosa de que carecemos de relaciones significativas y estrechas con otros. Esta carencia produce vacío, melancolía, aislamiento e incluso desesperación. Se encuentran presentes una sensación de rechazo y una baja imagen propia, porque no podemos establecer relaciones o nos sentimos excluidos e indeseables, por mucho que nos esforcemos en sentir que somos aceptados.

La sociedad es que vivimos contribuye a la soledad. A algunos les resulta muy difícil mantener su propia identidad y relaciones significativas en la jungla de burocracia, especialización, regimentación y competencia. La movilidad y los cambios constantes tienden a hacer que algunos individuos se sientan fragmentados y carentes de verdaderas raíces.

La soledad puede ser auto provocada. A algunas personas les resulta muy difícil comunicarse con otras o carecen de confianza porque tienen una imagen muy baja de sí mismas. Otras ansían reunirse con otros; pero sus exigencias de intimidad e independencia inhiben el desarrollo de lazos firmes con otros. El temor a que sus personalidades sean reveladas actúa como una especia de parálisis social.

Nota: En muchos de sus mensajes, Billy Graham se refirió a esta “soledad cósmica” de la persona separada de Dios y que siente que su vida tiene poco interés. Dijo: “Hay miles de personas solitarias que llevan cargas pesadas y difíciles de angustia, soledad, dolor y decepciones; pero la más solitaria de todas es aquella cuya vida está hundida en el pecado”.

Uno de los resultados de la caída es que el hombre quedó separado de Dios. Esa enajenación hizo que Adán y Eva se ocultaran de Dios y trataran de cubrir su desnudez (es posible que estas tres condiciones ayuden a describir a una persona solitaria) Nuestra situación espiritual se puede resumir como sigue: “El hombre fue creado con un vacío en el pecho del tamaño de Dios, que sólo el Señor puede llenar”.

Sólo al encontrar a Cristo trascendemos nuestro propio yo y desarrollamos la perspectiva sobre la vida que puede hacer que se mitigue el dolor de nuestra soledad. El salmista realzó la obra de Dios en su propia vida, al escribir: “Restauró mi alma”. Esta restauración elimina las causas de nuestra enajenación. “Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él…” (Colosenses 1:21,22) El resultado es también que vuestro cuerpo se convierte en morada del Espíritu Santo. “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?” (1 Corintios 6:19) Así, estamos completos en él. “Y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad” (Colosenses 2:10)

Estrategia de asesoramiento:

Analizaremos la soledad desde el punto de vista espiritual, así como también en forma práctica, tanto para los no cristianos como para los creyentes. Buscamos la comunión con Dios y el compañerismo con otros seres humanos.

Para el no cristiano solitario:

1. Denle ánimos. Al compartir su problema de la soledad, su interlocutor está admitiendo que tiene una necesidad. Esto es importante para poder resolver cualquier problema de la vida. Asegúrenle que a este primer paso importante pueden seguir otros que le conducirán a soluciones.

2. Traten de determinar las causas de su soledad. Si no les proporciona suficiente información, háganle preguntas sobre él mismo, en lo personal: ¿dónde vive, quiénes son sus vecinos, dónde trabaja, le gusta su empleo? ¿Qué puede decirles sobre sus aficiones y amistades, su iglesia, etc.?

3. Pregúntenle si ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Salvador. Explíquenle las Cuatro leyes espirituales. La primera etapa del plan de Dios para su vida se realizará cuando acepte a Cristo; pero podrá estar también seguro que se resolverán sus sentimientos de enajenación. Estará en paz con Dios (Romanos 5:1), y Cristo será su amigo constante. “Y amigo hay más unido que un hermano” (Proverbios 18:24).

4. Aconséjenle que trate de crecer espiritualmente mediante la lectura y el estudio de la Biblia y aprendiendo a orar.

La oración diaria contribuirá mucho a mejorar sus sentimientos de soledad, proporcionándole un acceso inmediato a Dios que es “nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46:1)

5. Invítenle a la iglesia, donde se enseña la palabra de Dios, y también podrá encontrar compañerismo cristiano, la adoración y el servicio al Señor. Díganle que no deberá esperar demasiado con excesiva rapidez. Las relaciones significativas no se desarrollan de la noche a la mañana. Es preciso cultivarlas y eso requiere tiempo. Cuanto más dé de sí mismo, al participar en la vida de la iglesia, tanto más recibirá de otros. “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo” (Proverbios 18:24)

6. Sugiéranle que afirme los lazos familiares que nos sean como debieran. Las comunicaciones con los otros miembros de la familia contribuirán mucho al desarrollo del respeto y el interés mutuo. Ahora que conoce a Cristo, deberá tratar de ganar a los miembros de su familia para el Salvador.

7. Oren con él, pidiendo su crecimiento espiritual y el desarrollo de relaciones significativas con sus amigos tanto cristianos como inconversos.

Para el cristiano solitario:

1. Aconséjenle que tenga unos momentos de quietud cada día. La sensación de la presencia perpetua de Dios contribuirá a reducir sus sentimientos de soledad.

Nota: Billy Graham ofrece sus propias experiencias como aliento: “Les voy a dar una pequeña receta que he descubierto para combatir la soledad. En primer lugar, nunca estoy solo cuando oro, porque eso me hace entrar en comunión con el mejor amigo de todos: Jesucristo. El Señor dijo: `Ya no os llamaré siervos, sino amigos´(Juan 15:15). Además, nunca estoy solo cuando leo la Biblia. Lo hago todos los días –capítulos enteros de las Escrituras. Nada hace que desaparezca la soledad mejor que una sesión con la Palabra de Dios”.

Al crecer en esta relación piadosa con Dios, comenzamos a cambiar. Las actitudes de amor y cuidado que se desarrollan gradualmente se convierten en las bases para los contactos con otros y la profundización de las amistades.

2. Anímenle para que busque un lugar importante de servicio en la iglesia. Al enfocar nuestra atención en los problemas de otros, los nuestros quedarán bajo una perspectiva adecuada y nos parecerán menos importantes. Por otra parte, el servicio nos ayuda a cultivar nuestras relaciones con otros cristianos que sirven también al Señor, y tiende a hacer aumentar la estimación que tenemos de nosotros mismos, al entrar a formar parte de un grupo.

Nota: Respecto al servicio, Billy Graham dijo: “Nunca estoy solo cuando le doy testimonio del Señor a otros. Es enormemente emocionante el hablarles a los demás de Cristo. Y esto es algo que podemos hacerlo todos”.

3. Aconséjenle a su interlocutor que fortalezca sus lazos familiares. Las personas solitarias tienen a veces “cabos sueltos” en sus relaciones con sus familiares. Los esfuerzos constantes para comunicarnos con nuestra propia familia –aprendiendo a compartir, respetar y amar, convirtiéndose los unos en parte de los otros- contribuirá mucho a evitar los sentimientos de soledad. El mejoramiento de las relaciones en el hogar significará siempre un mejoramiento en todos los demás aspectos.

4. Anímenle para que busque los consejos del pastor. El pastor podrá ayudarle a desarrollar sus relaciones y le recomendará esferas de servicio en la iglesia.

Citas Bíblicas:

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy mando y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga” (Mateo 11:28-30)

“No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre” (Hebreos 13:5,6)

“Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20)

“Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación; del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios. Verán esto muchos y temerán, y confiarán en Jehová. Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira. Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas; y tus pensamientos para con nosotros, no es posible contarlos ante ti. Si yo anunciare y hablare de ellos, no pueden ser enumerados” (Salmo 40:1-5)

Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor”. (1 Corintios 1:9)

Proverbios 3:5-6)

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