jueves, 18 de diciembre de 2008

El Matrimonio (¿Cómo conquistar al esposo o esposa para Cristo?)

En cierta ocasión, Jesús asombró a Sus discípulos con una paradoja. “No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa” (Mateo 10:34-36)

En ninguna situación es más evidente el costo del discipulado que en un matrimonio en el que uno de los cónyuges es cristiano y el otro no. En esas condiciones, la vida se complica muchas veces, porque los intereses, las actividades y las metas son diferentes. La conversión a Cristo de uno de los cónyuges debe tener la mayor prioridad; pero se debe tener cuidado extremo en lo que se refiere a los métodos seguidos para tratar de alcanzar ese objetivo. Muchos matrimonios terminan en divorcio debido a la insensibilidad y el celo excesivo del cónyuge cristiano que trata de dar el mensaje del Señor.

Estrategia de asesoramiento:
1. Feliciten a su interlocutor por su deseo de compartir la experiencia más hermosa de su vida con alguien que le es tan cercano. Sin embargo, esa persona deberá estar consciente de que se incluye la “espada” en la cita bíblica anterior.
2. Aconséjenle que no trate de comportarse como si fuera Dios. No le será posible forzar a su cónyuge a aceptar a Cristo, ni podrá hacerlo uno de los esposos por el otro. Quienes tratan de tomar esas cosas en sus propias manos pueden encaminarse hacia el desastre.
3. Aconséjenle que no insista demasiado y que mantenga una actitud de humildad, en lugar de emitir juicios duros. En este caso, la actitud es extremadamente importante.
4. Aconséjenle al cristiano que trate de alcanzar la madurez espiritual personal, mediante la lectura y el estudio de la palabra de Dios, que aprenda a orar y que practique todo esto con fidelidad. La oración tiene un gran valor. Confíen su cónyuge al Señor y, por fe, pidan su conversión. Sería conveniente que ni siquiera revelaran el objeto de sus oraciones. Confíen en Dios. El Señor resuelve todas las cosas de un modo maravilloso.
5. El ejemplo es muy poderoso. Permitan que el cónyuge vea a Jesús en las actitudes y los actos de su esposo o esposa.
Hagan que el amor se desborde. El verdadero amor no se puede fingir. Pablo dice: “El amor es sufrido, es benigno. El amor nunca deja de ser” (1 Corintios 13:4,8) Traten de demostrar que “Dios derramó su amor en nuestros corazones…” (Romanos 5:5)
6. No traten nunca de salir adelante mediante disputas o sermones. Esto producirá con frecuencia antagonismo y profunda resistencia. El Apóstol Pablo recomienda la coexistencia pacífica. Véase 1 Corintios 7:12-15.

Nota: Billy Graham se ocupó de este tema. “El Apóstol Pedro dijo algo a este respecto: ‘Asimismo, vosotras mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabras por la conducta de sus esposas’ (1 Pedro 3:1). No se trata de ninguna manera de una tarea sencilla; pero son ustedes y no sus maridos, quienes tienen la responsabilidad de darles ánimos para que tomen su propia decisión. Esto no se puede hacer mediante asedios ni sermones, sino por medio de la manifestación de un espíritu de mansedumbre y sumisión que no hayan visto todavía en ustedes. Tanto si el cristiano es el marido como si lo es la esposa, siempre deberá esperar y aceptar ciertas burlas o incluso malos tratos debido a la fe. Simplemente, recuerden esto: nadie está en mejor relación para ganar a otro para Cristo que un cónyuge que lo será para toda la vida”.

7. No insistan en que su cónyuge asista a la iglesia o a servicios cristianos especiales, a menos que aparezca tener disposición para ello. Una alternativa a la iglesia sería el presentarle a amigos cristianos en ocasiones sociales. El esposo o la esposa deberá ver la diferencia en su vida. Ya llegará el momento oportuno para presentarle a Cristo.
8. Oren con su interlocutor para tener percepción, sabiduría y paciencia para esperar el momento oportuno, poniendo en práctica todo lo indicado antes.

Citas Bíblicas

“Asimismo, vosotras mujeres, estad sujetas a vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas, considerando vuestra conducta casta y respetuosa. Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios
(1 Pedro 3:1-4)

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5)

“Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” (Santiago 3:17)

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7)

Maltrato de niños

El maltrato de niños es una gran tragedia en Estados Unidos”, señaló un comentarista de la televisión. Los niños víctimas de la violencia en el hogar se encuentran en todos los grupos socioeconómicos, culturales, raciales y de edades. Los patrones de violencia se transmiten a menudo dentro de la familia: ¡los golpeados se convierten en golpeadores! Los malos tratos se clasifican en tres categorías: verbales, físicos, sexuales. Cualquiera de esos tipos de abusos puede ser tan devastador en la vida de un niño que es posible que nunca se recupere del daño sufrido.

Los malos tratos verbales pueden ser tan degradantes y humillantes para el niño, que puede llegar a convencerse de que cualquier castigo físico que siga a los insultos es merecido. El padre vociferante, que con frecuencia utiliza en sus amonestaciones las maldiciones y el lenguaje soez, además de sus humillaciones constantes, tales como: “Nunca haces nada bien”, “Deja de actuar como un niño”, “Deberías parecerte más a fulano”, etc., priva al niño de su propia estima, le crea problemas de identificación, y puede llegar a deprimirlo hasta el punto de transformarlo en un incapacitado emocional.

Si se añade a esto el castigo corporal, se le estará negando al niño el desarrollo emocional apropiado que da como resultado un adulto normal y responsable. Al niño maltratado le resulta muy sencillo entregarse a las drogas, el alcohol o las conductas sexuales desviadas.

Esos niños se sienten con frecuencia deprimidos, obtienen males calificaciones en la escuela, se comportan mal y son delincuentes. Con frecuencia son mentirosos, hacen trampas y violan los derechos de los demás. Suponiendo que la violencia es una respuesta conductual normal, recurre a ella para resolver problemas en la escuela, con sus coetáneos y familiares. A menudo será suicida y pensará en matar a sus padres. Un gran porcentaje de la población de las prisiones es producto de la violencia dentro de la familia.

Las respuestas emocionales adecuadas son casi imposibles en esos niños; pero una actitud amable y cariñosa puede hacer que, cuando menos, se abran puertas hacia el encuentro de alguna solución.

Estrategia de Asesoramiento:

1. Sean sensibles, pacientes y cuidadosos en su modo de tratar a estas personas. Es posible que estén hablando con un niño que es incapaz de comprender en el nivel emocional.
2. Refuercen sus motivos para llamarles:
Díganle:
Nos alegramos de que llamaras.
Estamos aquí para servirte.
Dios te ama y también nosotros.
Eres especial para el Señor y para nosotros.
Dios sabe lo que estás soportando y te ayudará.
3. Pregúntenle qué piensa sobre sí mismo.
Cuando le hablen de malos tratos que puede estar recibiendo de su padre, su madre o algún hermano mayor, traten de descubrir cuáles son sus sentimientos reales respecto a los castigos constantes. Esa persona puede estar convencida de que se merece los castigos físicos que ha estado recibiendo.
4. Asegúrenle que no es necesariamente malo.
En muchas ocasiones, los padres no se dan cuenta de que están siendo abusivos. No necesitan necesariamente un motivo para castigar a sus hijos. El sesenta por ciento de los padres abusivos fueron ellos maltratados durante su infancia.
5. Díganle que Jesús le ama enormemente.
Jesús murió en la cruz por él y es el único que está preparando un reino especial para los niños (“Porque de los tales es el reino de los cielos” Mateo 19:14)
6. Pregúntenle si ha recibido alguna vez a Jesús como su Salvador. Si no lo ha hecho, háblele de las Cuatro Leyes Espirituales.
7. Pregúntenle si tiene una Biblia y anímenle para que comience a leerla.
8. Pregúntenle si asiste a la iglesia. Anímelo para que hable con el pastor sobre todo lo que le está sucediendo; aunque le resulte embarazoso. El pastor debe estar al tanto de los malos tratos para poder ayudar. Es poco probable que el padre abusivo cambie de modo de actuar, a menos que se le obligue a enfrentarse a las implicaciones legales de su conducta. De ahí la necesidad de que el pastor esté informado. Podrá hablar con los padres, tomar disposiciones para proporcionarles asesoramiento, o bien, en caso necesario, ponerse en contacto con las autoridades competentes.
9. Oren con el niño, para darle ánimo.

Citas Bíblicas:

“Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis” (Mateo 19:14)

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28)

“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7)

La Salvación de los Niños

A medida que los niños van aprendiendo cosas sobre Jesús, Su vida, muerte y resurrección, van descubriendo cómo responder al amor de Dios. Su salvación es muy deseable, ya que Jesús dijo: “Dejad a los niños venid a mí, y no se lo impidáis, porque de los tales es el reino de Dios” (Marcos 10:14) En otra ocasión declaró: “De cierto os digo que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 18:13) Un niño está listo para entregarse a Cristo tan pronto como entienda el significado del pecado y que Jesús es el Salvador de los pecadores.

Nota: Billy Graham comentó: “El entregarse a Cristo es el acto más importante que se puede realizar en la vida. Puede ser el principio de una experiencia nueva y maravillosa… En el evangelio de Juan 10:10, leemos sobre la ocasión en que Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Dios desea que su vida sea feliz y útil”.

Estrategia de Asesoramiento:

Le pueden explicar al niño, de la manera más sencilla posible, el camino de la salvación. Usen la Biblia, pero procuren que el niño entienda la importancia de cada versículo de las Escrituras, conforme se desarrolla el plan de Dios. Si creen que el niño entiende con claridad, anímenle a orar y a pedirle a Dios que le perdone y que entre a su corazón como su Salvador. El siguiente bosquejo les ayudará en esta tarea.

1. ¿Qué plan tiene Dios para ti? (Paz y vida)
Este es el mundo de Dios, porque El lo hizo, al igual que te hizo a ti. Dios quiere que tengas paz y felicidad. En el primer capítulo de la Biblia se nos dice: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31). Sin embargo, cuando leemos sobre los problemas que afectan al mundo –la infelicidad, la maldad- comprendemos que algo echó a perder el mundo de Dios.
2. ¿Qué es lo que ha generado esta situación? (El pecado)
En lugar de vivir nuestra vida para agradar a Dios, nos hemos dedicado a agradarnos a nosotros mismo. “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros” (Isaías 53:6). Esto es lo que la Biblia llama pecado. El pecado es nuestra insistencia en proseguir nuestro camino egoísta en lugar de seguir el de Dios. La Biblia afirma que: “Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23)
3. ¿Cómo resuelve Dios el problema de nuestro pecado? (La cruz de Jesús)
Cuando Jesús, el Hijo de Dios, murió en la cruz, llevó sobre sí mismo el castigo del pecado que nosotros merecíamos. Alcanzamos el perdón por medio de Su muerte. “Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna” (Juan 3:16)
4. Entonces, ¿qué debemos hacer para agradar a Dios? (Abrir nuestros corazones y recibir a Jesús)
Si estás dispuesto a pedirle a Dios que te perdone tus pecados y a recibir a Cristo como tu Salvador, entrarás a formar parte de la familia de Dios. “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en Su Nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12).
5. ¿Quieres que oremos juntos? Si verdaderamente quieres recibir a Cristo, te voy a pedir que repitas conmigo las siguientes palabras:
“Dios amado, dijiste que he pecado y necesito perdón. Me arrepiento por haber buscado sólo agradarme a mí mismo, en lugar de complacerte a Ti. En este mismo momento recibo a Cristo como mi Señor y Salvador, Amén”.
6. Animen al niño para que:
A. Lea su Biblia todos los días.
B. Aprenda a orar a Jesús cada día.
C. Trate de ser amoroso con sus padres y las personas que le rodean, y de ayudarles en todo lo posible.
D. Vaya a la iglesia cada domingo.

Citas Bíblicas:


“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20)

“Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:8-9)

“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13)

domingo, 7 de diciembre de 2008

La Obediencia

Cada cristiano tiene la responsabilidad de averiguar cuál es la voluntad de Dios para él y hacerla.
Con frecuencia nos resulta más fácil hacer algo diferente a la voluntad del Señor, desviándonos así de lo esencial y substituyéndolo con una actividad frenética. Sin embargo “el obedecer es mejor que el sacrificio” (1 Samuel 15:22) “Mi comida es que haga la voluntad del que me envío, y que acabe su obra”, dijo Jesús (Juan 4:34)

Nota: Billy Graham dijo: “Sólo mediante una vida de obediencia a la voz del Espíritu, el negarse diariamente uno mismo, la consagración total a Cristo y la comunión constante con el Señor, podemos llevar una vida piadosa y llena de influencia en el mundo pecador que nos rodea”.

El primer paso hacia la obediencia es comprometernos a obedecer a Dios. Josué dijo: “Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad… pero yo y mi casa, serviremos a Jehová” (Josué 24:14-15). Una decisión consciente de obedecer lleva al sometimiento, al principio de la obediencia. “Os ruego que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo… a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12:1)

La segunda etapa es la disciplina, porque la obediencia es progresiva y conduce al crecimiento, al vivir bajo la luz que hemos recibido. Se trata de un proceso de aprendizaje. Jesús “por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:8)

Conforme maduramos en Cristo y el conocimiento de Su palabra, Dios espera de nosotros una obediencia cada vez más profunda. Al entender las nuevas exigencias, debemos responder de modo inmediato e irrevocable, con el fin de que el Señor pueda revelarnos niveles todavía más profundos de Su voluntad para nuestra vida. Quiere que estemos siempre “llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” (2 Corintios 10:5)

Estrategia de Asesoramiento:

1. Una prsona que hace preguntas sobre la voluntad de Dios para su vida y la obediencia a la voluntad del Senor es un cristiano que madura y está interesado en andar más estrechamente con Dios. Felicítenle por su deseo y asegúrenle que Dios está dispuesto a hacerle llegar tan lejos como lo permita su disposición para obedecer a Dios en todo.

2. Dediquen tiempo a escuchar sus preocupaciones y deseos. Quizá sea útil que se refieran a alguno de los aspectos que se desarrollan en los antecedentes, con el fin de darle más ánimos y una buena guía.

3. Inviten a su interlocutor a que se arrepienta de cualquier desobediencia o titubeo. Sólo podemos aspirar a una consagración más profunda si confesamos todos nuestros pecados conocidos.

4. Anímenle a que profundice en la Biblia. No hay atajos en la vida de obediencia. Nuestra mente debe estar siempre dispuesta a descubrir la voluntad del señor. El seguír la disciplina progresiva que se revela mediante la palabra de Dios llevará aparejado el vivir en obediencia al Señor. Debemos tener “hambre y sed de justicia” (Mateo 5:6)

5. Oren con esa persona para que se realice su deseo de obedecer a Dios.

6. Anímenle para que cultive la comunión con cristianos espirituales, en una iglesia en la que se enseñe la Biblia y donde podrá aprender más sobre la voluntad y los caminos de Dios.

Citas Bíblicas:

“Si me amáis, guardad mis mandamientos… El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él” (Juan 14:15,21)

“Pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él” (1 Juan 2:5)

“Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctima, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Samuel 15:22)

“He aquí yo pongo hoy delante de vosotros la bendición y la maldición: la bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy, y la maldición, si no oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios y os apartareis del camino que yo os ordeno hoy, para ir en pos de dioses ajenos que no habéis conocido” (Deuteronomio 11:26-28)

“¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo?” (Lucas 6:46)

1 Pedro 2:13-16.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

Disciplina

Con frecuencia, un cristiano confesará algún pecado o alguna desobediencia que dio como resultado un castigo de Dios. En otros momentos, una conversación revelará problemas y dificultades que parecen indicar que Dios está disciplinando al interlocutor.

El castigo del Señor es bíblico:
“Bienaventurado el hombre a quien tú, Jehová, corriges, y en tu ley lo instruyes, para hacerle descansar en los días de aflicción” (Salmo 94: 12-13)

“No menosprecies, hijo, mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere”. (Proverbios 3:11-12)

Nota: Billy Graham comentó: “La Biblia dice: ‘El Señor a quien ama castiga’. Si la vida fuera siempre fácil, ¿no nos debilitaríamos? Cuando un constructor naval necesitaba troncos para producir un mástil para un velero, no cortaba árboles del valle, sino de la ladera de la montaña, donde los árboles habían sido sacudidos por los vientos. Sabía que esos árboles eran los más resistentes de todos. Las dificultades no son lo que preferimos; pero si las afrontamos con valor, pueden fortalecer la fibra de nuestras almas”.

“Dios no nos disciplina para someternos, sino para prepararnos para una vida de utilidad y bienaventuranza. En Su sabiduría, está consciente de que una vida incontrolada carece de felicidad, por lo que pone freno a nuestras almas errabundas, para poder dirigirlas por las sendas de la justicia”.

El castigo es conveniente, cuando se toman en cuenta las alternativas:
“Y él les dio lo que pidieron; más envió mortandad sobre ellos” (Salmo 106:15)

“Sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:27)

Dios tiene motivos para disciplinarnos o castigarnos:
1. Quiere conducirnos al arrepentimiento. “Ahora me gozo, no porque hayáis sido contristados, sino porque fuisteis contristados para arrepentimiento; porque habéis sido contristados según Dios, para que ninguna pérdida padecieseis por vuestra parte” (2 Corintios 7:9)
2. Quiere hacernos volver a tener comunión con Él. “Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también nosotros tengáis comunión con nosotros, y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo” (1 Juan 1:3)
3. Quiere que seamos más fieles. “Ahora bien, se requiere de los administradores que cada uno sea hallado fiel” (1 Corintios 4:2)
4. Quiere conservarnos humildes. “Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera; respecto a lo cual tres veces he rogado al Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”(2 Corintios 12:7-9)
5. Quiere enseñarnos el discernimiento espiritual. “Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo” (1 Corintios 11:31-32)
6. Quiere prepararnos para un servicio más eficaz. “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo e el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58)

Estrategia de asesoramiento:
1. Animen a su interlocutor. Puede sentirse contento de que el Señor descargue la disciplina de su mano sobre él. Al castigarnos o disciplinarnos, Dios no está descartando a su hijo ni desheredándolo, sino que, en lugar de ello:
A. Está confirmando su amor por nosotros (“Al que ama, castiga”)
B. Está confirmando Su relación con nosotros. “Pero si os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos”. (Hebreos 12:8)
C. Quiere que le respondamos con obediencia y fidelidad. “Antes que fuera yo humillado, descarriado andaba, mas ahora guardo tu palabra”. (Salmo 119:67)
2. Ayudarle a abrirse al Señor a la manera del salmista: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos, y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”. (Salmo 139:23,24)

Pueden ser útiles algunas preguntas, tales como, por ejemplo:
¿Por qué cree que está siendo castigado o disciplinado?
¿Cree que hay alguna desobediencia o algún pecado en su vida que esté corrigiendo Dios?
3. No minimicen de ninguna manera el pecado de desobediencia que admita su interlocutor. Será la base para que le pidan que se arrepienta, confiese su pecado y vuelva a tener comunión con el Señor.
4. Anímenlo para que inicie y continúe una experiencia devocional diaria con Dios, mediante la lectura de Su palabra y la oración.
5. Animen al interlocutor a que busque la dirección de Dios para descubrir Su finalidad para su vida. De la disciplina se pasa a la obediencia y la bienaventuranza que conducen a oportunidades para vivir para Cristo y servirle.
6. Anímenle a que asista a la iglesia donde pueda encontrar un buen compañerismo orientado bíblicamente. ¡Los amigos cristianos nos ayudan a fortalecernos!
7. Oren con esa persona para pedir su restauración y renovación completa.

Citas Bíblicas


Salmo 94:12,13
Proverbios 3:11-12
1 Corintios 9:27

martes, 18 de noviembre de 2008

Las dificultades económicas

El entender y manejar correctamente las finanzas debe ser una prioridad elevada para todas las personas. Gran parte de nuestras tensiones, las fricciones familiares, las contiendas y las frustraciones se deben, directa o indirectamente, al dinero. Entre los principales motivos para los divorcios se encuentran los desacuerdos económicos. La familia cristiana no es inmune a esto. Si una familia no paga o no puede pagar sus facturas, o si tiene otros problemas relacionados con el dinero, estará dando un mal testimonio.

Causas principales de los problemas económicos

1. Actitudes erróneas hacia el dinero. La avaricia y la codicia conducen con rapidez a toda clase de males (véase 1 Timoteo 6:10). El síndrome de “enriquecimiento rápido” mediante las inversiones especulativas conduce a menudo al desastre.
2. El vivir por encima de los ingresos propios. El no “contar los costos” dará como resultado los gastos excesivos crónicos (véase Lucas 14:28:30). Algunas personas parecen ser muy influenciables por la publicidad, rindiéndose ante los productos atractivos y las ofertas de crédito aparentemente provechosas.
3. Las compras a crédito. El mejor consejo que se les puede dar a quienes tengan dificultades económicas es el de que se alejen de las tiendas y los grandes almacenes, y que destruyan todas sus tarjetas de crédito.
4. El darse todos los caprichos. La compra de cosas innecesarias, el consumo de bebidas alcohólicas, tabaco y comida exóticas o rebuscadas son hábitos caprichosos. Por ejemplo, en una familia en la que tanto el marido como la esposa sean grandes fumadores, los gastos en tabaco pueden ascender a unos 1500 dólares al año.
5. El falso consejo de que la acumulación de posesiones materiales produce alegría y felicidad. “Y les dijo (Jesús): Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. (Lucas 12:15)
6. La falta de un presupuesto para planear y supervisar los gastos. Nuestros ingresos sólo alcanzan para ciertas cosas. Damos aquí varios puntos que se deben tomar en consideración, junto con los porcentajes recomendados, para ajustar los gastos (los porcentajes tienen variaciones ligeras, dependiendo de quienes los calculan)
Diezmos 10%
Ofrendas x%
Vivienda x%
Alimentos x%
Diversiones y vacaciones x%
Ropa x%
Transportes x%
Seguros x%
Deudas x%
Gastos médicos y dentales x%
Ahorros x%
Diversos x%


Principios bíblicos para manejar el dinero

1. Se trata básicamente de un tema espiritual, por lo que es esencial entender el Señorío de Jesucristo. El manejo de las finanzas pone en perspectiva la totalidad de la vida en su relación con la voluntad de Dios y todo lo relativo a la eternidad.
“Porque del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Corintios 10:26)
“No sois vuestros, porque habéis sido comprados por precio” (1 Corintios 6:19-20)
“Así que, hermanos, os ruego, por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No es conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la voluntad de Dios, agradable y perfecta”. (Romanos 12:1-2)
2. Y también es esencial entender el principio de que somos mayordomos (administradores) de todo lo que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado. ¡No somos dueños! Nuestras vidas, nuestro tiempo y nuestras posesiones son dones de Dios. Somos responsables ante Dios por ellos y el Señor nos considerará responsables de todo ello (Véase Mateo 25:14-30)
3. Dios desea que confiemos en El y no en las posesiones materiales. “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que la disfrutemos” (1 Timoteo 6:17) (Véase también Proverbios 3:5-6; Filipenses 4:19 y Salmo 37:25)
4. Dentro del plan de Dios está el que los mayordomos le entreguen a El parte de sus ingresos, para Su obra. “Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10) (Véase también Lucas 12:34 y Proverbios 3:9)

Nota: Billy Graham dijo: “Aunque todo nuestro dinero le pertenece realmente a Dios, la Biblia recomienda el diezmo como respuesta mínima de gratitud al señor… No es posible evitarlo. Las Escrituras prometen bendiciones materiales y espirituales a las personas que le den a Dios. No es posible dar más que lo que Dios nos da a nosotros. Les reto a que lo prueben y vean”.

Estrategia de asesoramiento

1. Si el interlocutor admite que tiene dificultades económicas, indíquenle que necesita la perspectiva que se obtiene mediante una relación eterna con Jesucristo como Señor y Salvador. Debemos conocerlo personalmente, antes de que podamos esperar recibir Su ayuda. Compartan con esa persona las Cuatro leyes espirituales.
2. Después que el interlocutor haya explicado su problema económico aconséjenle que lo aborde como si fuera básicamente un problema espiritual. No deberá buscar simplemente una solución temporal, sino que debe convertir a Dios en el centro de su vida, incluso en los aspectos financieros. Sólo esto producirá soluciones duraderas. No sería conveniente para el interlocutor que el consejero aceptara sus explicaciones o excusas para sus dificultades económicas, tales como, por ejemplo, los problemas de la economía. Muchas personas se encuentran en dificultades porque manejan mal sus ingresos.
3. El modo en que se manejarán los problemas económicos en el futuro dependerá de la actitud propia hacia los principios de las Escrituras. Analicen estos principios uno por uno. Luego, háganle preguntas sobre las causas de sus dificultades económicas.
¿Se trata de una actitud equivocada hacia el dinero?
¿Está viviendo por encima de sus medios?
¿Compra muchas cosas a crédito?
¿Satisface todos sus caprichos?
¿Carece de un presupuesto adecuado y un buen planeamiento?
4. Aconséjenle que controle sus finanzas y su vida, haciendo todos los ajustes o sacrificios que se necesiten. Es posible que su propio futuro y el de su familia dependan de su acción decisiva.
5. Si las dificultades económicas del interlocutor parecen encontrarse más allá de sus propias capacidades para resolverlos, incluso después de que haya tratado de ajustarse a los principios del Señor, aconséjenle que necesita hablar con el pastor para obtener una guía de planeamiento financiero que pueda desarrollar etapas para la recuperación económica. O bien, puede recurrir directamente a un asesor, si sabe con quien ponerse en contacto. Eviten las instituciones financieras que ofrecen consolidar todas las deudas de una persona. Muchas veces, esa “consolidación” hace aumentar el endeudamiento.

Citas Bíblicas

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33)

“Porque mía es toda bestia del bosque, y los millares de animales en los collados. Sacrifica a Dios alabanza, y paga tus votos al Altísimo; e invócame en el día de l angustia, te libraré y tú me honrarás” (Salmo 50:10,14,15)

“Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19)

“Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14,15)

“¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas. Malditos sois con maldición, porque vosotros, la nación toda, me habéis robado. Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:8-10)

lunes, 17 de noviembre de 2008

Los Demonios

Tanto en el mundo religioso como en el secular se observa un reconocimiento y un interés creciente por las actividades demoniacas. La Biblia reconoce la realidad de estas actividades. “Porque no tenemos lucha contra sangre ni carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Los demonios, denominados también en las Escrituras “espíritus de adivinación” (1 Samuel 28:7), “espíritus impuros” (Lucas 4:36) y “espíritus engañadores” (1 Timoteo 4:1), son invisibles, están desencarnados y poseen una inteligencia sobrehumana.

Al igual que Satanás, los demonios cayeron en condenación debido a su soberbia y son adversarios tanto de Dios como del hombre. Aunque reales y activos, el diablo y sus mensajeros (demonios) se ven acusados con frecuencia de muchas cosas de las que no son culpables. Algunos cristianos tienden a achacar todas las conductas erráticas a la “posesión demoníaca”, cuando, en realidad, la mayor parte de esos comportamientos se deben a la naturaleza pecaminosa y egoísta de los seres humanos. Asimismo, algunas veces, los individuos que están bajo los efectos de las drogas, que se han inmiscuido en el ocultismo o las religiones orientales o que están trastornados mentalmente, parecen estar afectados por los demonios.

El cristiano que desee que Dios le use para ayudar a personas con problemas espirituales hará bien en prestar atención a la amonestación que hace el Apóstol Juan: “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios” o “el espíritu del anticristo” (1 Juan 4:1,3). Así, pues, los cristianos deben discernir, probar, resistir y rechazar a los demonios (véase 1 Corintios 12:10; Efesios 4:27; 6:10-18; 1 Pedro 5:8-9; 1 Juan 4:1-6; Santiago 4:7)

Mediante la victoria de Jesucristo sobre Satanás y sus huestes, y en el nombre poderoso del Señor Jesús y el poder del Espíritu Santo, los hijos de Dios podemos vencer a Satanás y sus demonios (véase Mateo 8:16,17; 12:28; Marcos 16:17; Hechos 19:15)

Nuestros recursos contra los huestes del mal son:
• Vigilancia (1 Pedro 5:8)
• Oración (Juan 15:7)
• El revestirse con toda la armadura de Dios (véase Mateo 26:41 y Efesios 6:10-18)

Estrategia de asesoramiento:

Para el no cristiano:

Si el interlocutor les habla de esclavitud espiritual, actividades o conductas demoníacas, háganle preguntas. Traten de discernir si la situación es realmente como se la describe. “Hábleme de eso”, es una frase que se debe repetir, una y otra vez, hasta que surja el problema verdadero. No duden en ejercer presiones para obtener respuestas.

1. Hagan hincapié en la eficacia del sacrificio de Cristo en la cruz para resolver los problemas del pecado. “Y la sangre de Jesucristo, du Hijo (de Dios) nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7)

2. Si recibe a Cristo, anímenle para que lea y estudie la Biblia todos los días. También deberá orar diariamente. Estas dos disciplinas se suelen establecer firmemente en el caso de las personas que asisten al CCLT, con el fin de obtener compañerismo cristiano, adorar a Dios, estudiar la Biblia y aprender el gozo en el Señor.

3. Si creen que se están enfrentando a una persona verdaderamente poseída por el demonio, sigan las etapas de que dan más adelante respecto a “Cómo ocuparse del caso de una persona verdaderamente poseída por el demonio”.

Para el cristiano:
Si está temeroso de las actividades demoníacas, hagan lo que sigue:

1. Háganle preguntas respecto a las circunstancias. ¿Por qué creen que participan en ellos los demonios? Algunas veces, esos temores los inducen otros cristianos con buena voluntad; pero equivocados.

2. Recuérdenle que todos los recursos de Dios se encuentran a su disposición:
Satanás es un enemigo derrotado (1 Juan 3:8)
Cristo vive en el creyente (Colosenses 1:27)
El Espíritu Santo le da poder (Hechos 1:8 y 2 Timoteo 1:7)
La Palabra de Dios le guía (2 Timoteo 3:16-17)

3. El cristiano está seguro de la victoria, si se somete constantemente al señorio de Cristo a la autoridad y la iluminación de las Escrituras, a la disciplina de la oración triunfadora y al formar parte de un grupo dinámico de creyentes en una iglesia local que enseñe la Biblia.

4. Es posible que el interlocutor esté sufriendo sentimientos profundos de culpa debido al pecado real en su vida y que aborde el tema de la influencia de los demonios, tratando de transferir la culpa, en lugar de aceptar sus responsabilidades personales. El arrepentimiento verdadero y la confesión eliminarán la culpa y también las raíces básicas de la opresión.

5. Es posible que se enfrenten al caso verdadero de una persona poseída por el demonio. Si es así, sigan las etapas que se dan a continuación.

¿Cómo tratar a una persona poseída por el demonio?

Tengan cuidado. Deben estar seguros de que se trata de un caso verdadero de posesión diabólica y no una situación que se deba a algún trastorno físico, psicológico o espiritual. ¡Se puede dañar mucho al interlocutor, si se le indica que está bajo la posesión del demonio, cuando no sea así!

1. Tomen nota cuidadosamente de los síntomas de la persona trastornada, pidiendo sabiduría y discernimiento al Señor. Una persona poseída por el espíritu se encuentra bajo la influencia de un espíritu maligno o se ha visto invadida por él. En ese caso, se observará una conducta extremadamente extraña. Es posible que la persona hable en un idioma o dialecto extraño. A veces, usará un lenguaje blasfemo, soez e inmoral.

2. El caso de una persona así no deberá tomar a la ligera. La resistencia suele ser tenaz y se necesita mucho tiempo para poder resolver realmente las dificultades. Evidentemente, el asesor no podrá dedicar a esa persona todo ese tiempo. Jesús les indicó en cierta ocasión a sus discípulos que no tenían poder en un caso específico porque “este género (los demonios) no salen sino con oración y ayuno” (Mateo 17:21)

3. En los casos en que se libera una persona poseída por los demonios, los participantes señalan unánimemente que es sumamente necesario orar mucho, por lo común mediante un grupo de cristianos reunidos con ese fin. Bajo la dirección del Espíritu Santo, y en los momentos en que él lo indique, se deberá lanzar una orden en el nombre de Jesucristo y con Su autoridad (Mateo 28:18) para expulsar al espíritu maligno. Una persona deberá asumir el liderazgo y actuar como portavoz.

4. Aconséjenle a su interlocutor que busque inmediatamente amistades en la familia de Dios. Puede fortalecer considerablemente la obra de Dios en su vida mediante la lectura y el estudio de la Palabra de Dios, la oración y la iniciación del testimonio sobre las maravillosas obras de Dios en su propia vida (véase Marcos 9:19-22)

Citas Bíblicas

“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo y huirá de vosotros” (Santiago 4:7)

“Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar, al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo” (1 Pedro 5:8-9)

“Y Jesús se les acercó y les habló, diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28:18)

“Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y éste es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo”. (1 Juan 4:1-3)

“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y siempre, y por los siglos” (Hebreos 13:8)

Apocalipsis 12:11
1 Juan 3:8

martes, 11 de noviembre de 2008

Culpabilidad

La culpabilidad se ha definido como un sentimiento de pecaminosidad, de hacer el mal, o de no dar el nivel correcto. Dios creó en nosotros una conciencia, el discernimiento moral para evaluar nuestros actos y nuestra conducta, en función del bien y el mal. Hay dos clases de culpabilidad: la real y los sentimientos de culpa.

La culpabilidad real se debe a la violación de la Ley de Dios. Esto es pecado. Puesto que es raro que el pecador esté dispuesto a enfrentarse a sus actos a la manera de Dios, para poder experimentar un alivio, sufre las consecuencias. En el Jardín del Edén, Adán y Eva fueron un ejemplo excelente de culpabilidad real. Su pecado (la desobediencia) dio como resultado su culpa. Su relación con Dios estaba rota. Lo sabían y, por ello, los resultados fueron la enajenación y la convicción del pecado. Corrieron de delante de Dios, tratando de ocultarse, con el fin de no tener que afrontar las consecuencias de su conducta. Por supuesto, Dios los encontró. Intentaron negar su propia responsabilidad: Adán culpó a Eva (“la mujer que me diste”) y Eva acusó a la serpiente (“La serpiente me engañó”) Habían intentado también “cubrirse”, haciéndose delantales con hojas de higuera; pero Dios los acosó con Su pregunta: “¿Quién os dijo que estabais desnudos?” El Señor los obligó a afrontar el problema de su culpabilidad. Luego, se hizo la expiación de su pecado, estableciendo el principio del sacrificio. (génesis 3:21)

Otro ejemplo de cómo afrontar la culpabilidad real es el de Natán, que hizo que David se enfrentara directamente a su adulterio y homicidios, abriendo de ese modo el camino para el arrepentimiento y la confesión (véase 2 Samuel 11 a 12:25 y Salmo 51)

Los sentimientos de culpa se asocian a menudo a males emocionales derivados de experiencias negativas, situadas muchas veces en la infancia. Incluso los cristianos que tienen la seguridad del perdón de Dios y de que son Sus hijos, siguen sufriendo los sentimientos de “culpabilidad falsa”. Por lo común, las personas que tienen esos sentimientos poseen una opinión muy baja sobre sí mismas, se consideran inadecuadas (no pueden hacer nada bien o carecen de valor) se entregan a la depresión, etc. Parece que no son capaces de liberrarse de sus sentimientos de culpa; aunque traten de hacerlo, como en el caso de Esaú que no tuvo “oportunidad para el arrepentimiento, aunque la procuró con lágrimas” (Hebreos 12:17)

Suelen manifestar de modos diferentes y complejos:
· Depresión profunda, porque se culpan constantemente.
· Fatiga crónica, dolores de cabeza u otros males.
· Deseos de autorrechazo y autocastigo llevados al extremo.
· El sentimiento de estar siempre bajo la vigilancia y las críticas de otros.
· Críticas constantes contra otros por sus propios pecados y deficiencias.
· Debido a sus actitudes derrotistas, se hunden todavía más en el pecado, para sentirse más culpables.

Nota: Billy Graham dijo, sobre este problema complejo: “La conciencia del hombre se encuentra con frecuencia fuera del alcance de los psicólogos que, a pesar de sus técnicas, no podrán llegar a su depravación profunda. El hombre mismo es incapaz de liberarse de la culpa que le corroe, cuando su corazón está sobrecargado de pecados. Sin embargo, donde falló el hombre, Dios ha triunfado”.

Estrategia de Asesoramiento:
Para el no cristiano

1. Denle esperanzas a su interlocutor, asegurándole que Dios puede resolver el problema que tenga. El Señor no sólo es capaz de perdonar, sino también de borrar todo pecado y culpa.
2. No traten de excusar ni minimizar de ninguna manera los pecados que les confiese su interlocutor. En todos nosotros hay desobedicencia y conductas pecaminosas que debemos resolver a la manera de Dios; o sea, confesándolas. No podemos esperar hallar soluciones para los sentimientos de culpa, si tratamos de encubrir nuestros pecados. “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13)
3. Pregúntenle a su interlocutor si ha recibido a Jesucristo como su Señor y salvador. Explíquenle las Cuatro Leyes Espirituales y cómo obtener la paz con Dios. Hagan hincapié en que la liberación de los sentimientos de culpa se encuentra incluida en la muerte de Jesús en la cruz; pero que debemos confiar en El para que nos limpie.
4. Anímenle a que comience a leer y estudiar la Biblia, comenzando por el evangelio de Juan.
5. Recomiéndenle que cultive el hábito de la oración diaria. En ese momento podrá confesar sus pecados, pidiendo perdón y limpieza. Deberá practicar el agradecimiento a Dios por librarlo de sus pecados y sentimientos de culpa, recordando que el Señor nos quita todos nuestros pecados.
6. Aconséjenle a que pueda asistir al Centro Cristiano de Los Teques, donde va a aprender de la Biblia. Allí podrá tener compañerismo regular con el pueblo perdonado de Dios, oír y estudiar la Palabra de Dios. Oren con su interlocutor personalmente, para pedir su liberación y para que tenga paz en su corazón. “El es nuestra paz”.
7. Oren con su interlocutor personalmente, para pedir su liberación y para que tengan paz en su corazón. “El es nuestra paz” (Efesios 2:14)
8. Si su interlocutor parece incapaz de responder inmediatamente al testimonio de Cristo que le dan y sigue luchando con sus sentimientos de culpa, anímenle a que vaya a ver al pastor para que pueda ayudarle un poco más. Es posible, que con el tiempo, responda.

Para el cristiano
Si su interlocutor es cristiano y admite que tiene problemas crónicos con los sentimientos de culpa, hagan lo que sigue:
1. Denle la seguridad del amor y el perdón de Dios. ¡El Señor puede quitar los sentimientos de culpa! Si Dios le ha perdonado, deberá aprender a perdonarse él mismo. Un cristiano tiene derecho a asirse con confianza a la verdad de 1 Juan 1:9. Cristo, nuestro Salvador, quita todos los pecados –pasados, presentes y futuros- mediante su obra concluida en la cruz.
2. Aconséjenle a su interlocutor que profundice en la Palabra de Dios, leyendo, estudiando y reflexionando detenidamente en algunos pasajes tales como el Salmo 103:1-6, el Salmo 51, Isaías 53 y Juan 18 y 19. Pídale que tome nota de esos pasajes por escrito, para que pueda encontrarlos en la Biblia. Puede confiar en que recibirá alivio para sus sentimientos de culpa, al apropiarse del sacrificio de Cristo, el perdón y la limpieza prometida.
3. Sugiéranle que ore en forma específica y fiel, pidiendo “una conciencia libre de ofensas hacia Dios y hacia los hombres” (Hechos 24:16). Deberá seguir orando hasta que encuentre la paz.
4. Recomiéndenle que se ponga en contacto con el pastor que podrá darle más ayuda.

Citas Bíblicas

“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús…” (Romanos 8:1)

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36)

“Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí; pero no el hacerlo… Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo está ley: que el mal está en mí. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios por Jesucristo Señor nuestro”. (Romanos 7: 18-25)

“Yo deshice como una nube tus rebeliones, y como niebla tus pecados; vuélvete a mí, porque yo te redimí” (Isaías 44:22)

“Pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14)

jueves, 6 de noviembre de 2008

El cónyuge maltratado

Los malos tratos a la esposa, al marido, a la novia o al novio representa uno de los aspectos más negativos de nuestra sociedad. Sólo sale a la luz un pequeño porcentaje de esos casos. Los abusos –físicos y sexuales, además de verbales y emocionales- pueden proseguir durante muchos años. Los cónyuges o amigos maltratados se pueden encontrar en todos los niveles socioeconómicos y todos los grupos culturales, raciales o de edades. Y los cristianos no están inmunes a esto.

El individuo abusivo domina frecuentemente el “arte” del menosprecio, los insultos, las injurias y las amenazas. Algunas veces esos abusos destruyen de tal modo la personalidad que la víctima llega a considerar que se merece las palizas que siguen con frecuencia.

Esas víctimas se distinguen por la baja estima que tienen de sí mismas, depresiones una gran variedad de trastornos y males psicosomáticos relacionado con las tensiones. Se sienten atrapadas y vulnerables, confundidas e inseguras. Existe también un aspecto de frustración y aceptación de tipo mártir: es frecuente que la víctima acepte responsabilidad por el comportamiento de su cónyuge o amigo. Existe la vaga esperanza de que “es inminente” un cambio y de que “alguien llegará y me sacará de todo esto”. Al mismo tiempo hay también aislamiento emocional, sin verdaderos contactos con la familia.

En el caso de una esposa, pueden requerirse de tres a cuatro meses de asesoramiento antes de que pueda comenzar a sanar emocionalmente, incluso después de que se haya separado de su atormentador. Una vez que ella y sus hijos se encuentran en un lugar seguro (donde el marido no puede llegar a ellos, porque no sabe dónde se encuentran) y que haya tenido tiempo para reflexionar y analizar sus sentimientos, es posible que se sienta llena de ira.

Quien maltrata a su cónyuge y su familia raramente cambia, a menos que se exponga su conducta públicamente y que se le someta a algún tipo de acción legal.

Estrategia de asesoramiento:

1. Dele consuelo y ánimo.
Esa persona estará haciendo lo adecuado al hablar de su problema. Deseamos ayudarle y nos sentimos felices de poder escucharle. Esa persona no está sola. Hay muchos que están recibiendo el mismo tratamiento.
2. Hágale preguntas. Es muy común que las personas maltratadas tengan dificultades para expresar sus sentimientos. Pregúntenle:
¿Qué piensa sobre el modo en que la tratan?
¿Durante cuánto tiempo ha estado soportando esos malos tratos?
Hábleme de su esposo (a) ¿Cómo es?
¿Qué piensa hacer sobre usted mismo/misma en estos momentos?
¿Qué cree que puede hacer al respecto?
Sobre la base de los antecedentes de la persona maltratada y los daños emocionales que haya sufrido, el consejero puede tener que formular otras preguntas. La meta es permitirle a la víctima expresarse y hacerle entender que tiene ciertos derechos concedidos por Dios como mujer u hombre, así como también como esposa o esposo.
3. Indíquele que no debe considerar que se merece esos malos tratos. No tiene que seguir siendo víctima. Aun cuando su cónyuge le culpe de todo y trate de justificar sus abusos, no es culpa de la víctima.
4. Infórmele que no tiene que seguir soportando esos malos tratos. ¡Es preciso que les ponga fin! Debe mostrarse llena de decisión y firmeza. La conducta de su cónyuge es ilegal. Puede recibir un castigo por lo que está haciendo e incluso ir a parar a la cárcel.
5. Con el fin de romper el ciclo de los abusos, la víctima debe ponerse en contacto con el pastor o una oficina local de servicios para la familia y presentarles su problema. Esas personas tendrán capacidad para ayudar a la víctima a esclarecer su situación y, en caso necesario, le recomendarán que inicie algún tipo de acción legal. Puede ser necesaria la separación de su atormentador.
6. Indíquele que es indispensable el asesoramiento en el apoyo emocional en forma constante. Se deberán tomar disposiciones con el pastor, un profesional cristiano o un servicio de asesoramiento. Convenzan a la víctima de que debe tomar decisiones urgentemente y tomar alguna medida definitiva. El consejero puede dar recomendaciones; pero la persona de que se trate deberá tomar medidas concretas en la práctica.
7. Dígale a la persona de que se trata que Dios le ama. Mejor que nadie, el Señor sabe lo que ha tenido que soportar. ¿Está consciente de que Jesús tuvo que soportar también una gran cantidad de insultos y malos tratos? ¿Ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Señor y Salvador personal?, sino es así háblenle de las Cuatro Leyes Espirituales y cómo obtener la paz con Dios.
8. Aconseje a esa persona que inicie la lectura y el estudio de la Biblia para obtener solaz y fortaleza espiritual.
9. Explíquele a esa persona los beneficios de una buena relación con el Centro Cristiano de Los Teques, tanto para ella como para su familia. Recibirá respaldo emocional y espiritual como resultado de la adoración en grupo, la enseñanza de la Biblia, el compañerismo y el testimonio.
10. Ore con esa persona, pidiendo fortaleza y comprensión. Confíela al amor y al cuidado especial de Dios.

Citas Bíblicas

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Salmo 34:4,5)

“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7)

“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos” (Isaías 26:3,4)

“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas”. (Proverbios 3:5,6)

Salmo 23

Salmo 42:11

jueves, 30 de octubre de 2008

Enfermedades fatales

Recuerden que su interlocutor es una persona muy enferma. Su existencia está amenazada y en realidad es probable que le quede poco tiempo de vida. Su cuerpo está siendo destruido tal vez por el cáncer, la presión sanguínea elevada, un padecimiento cardiaco, alguna falla renal o cualquier otra enfermedad grave. La persona se siente sola y se pregunta: ¿Quién ha sufrido semejante dolor?

La persona se ve presa de diversos sentimientos sucesivos, aunque no necesariamente en forma cronológica, entre los cuales están la negación (“esto no puede estarme sucediendo a mí”), ira (“¿por qué yo, Señor?”), depresión (“toda esperanza está perdida”), intento de chantaje (“Señor, sácame de esta situación y haré todo lo que quieras”) y aceptación (“sea hecha la voluntad de Dios”). Estos sentimientos no se experimentan en un momento dado para luego quedar en el olvido, sino que vuelven una y otra vez. No son sentimientos anormales sino característicos, hasta cierto punto, de todos aquellos que se enfrentan al “valle de las sombras”.

¿Qué podemos decirle a una persona en esta situación? ¿Cómo respondería? Cualquier enfermedad grave resulta tan singular para quien la padece, que a veces es difícil que quien no está en su situación entienda lo que esto representa verdaderamente.

Estrategia de asesoramiento:

1. Escuchen sobre todas las cosas. Escuchen con simpatía hacia los sentimientos que la persona comparta con ustedes. Aliéntenla a hablar. Tal vez crean conveniente indagar un poco sobre sus sentimientos, algunos de los cuales brotan a la superficie en tanto que otros están profundamente ocultos.
2. No se formen un juicio sobre los sentimientos que se comparten, incluso a pesar de que hayan sido expresados con ira, autocompasión o amargura. Simplemente dejen que la persona sepa que lo está escuchando con simpatía. No adopten la actitud arrogante de pretender que entiende la profundidad de sus sentimientos. ¡Esto es absolutamente imposible! Sin embargo, deben hacerle sentir que su interés es genuino. Traten de expresar esto en palabras y comuníquenlo también por el tono de su voz, su ternura y sensibilidad, así como por su sentimiento de identificación con la persona. “Acordaos de los maltratos como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo” (Hebreos 13:3).
No es el momento adecuado para que hablen de su propia experiencia con el dolor; concéntrense en la angustia de su interlocutor.
3. No se muestren excesivamente empalagosos, ni siquiera a un nivel espiritual. Eviten los lugares comunes y las frases huecas. No le digan a la persona “que no se deje amilanar” o que se convierta en un paradigma en medio de la adversidad”.
No ofrezcan esperanzas vanas sobre la curación de la persona ni declaren que toda enfermedad viene del diablo y que si tuviera la fe suficiente podría sanar. No pueden saber si Dios tiene en sus planes sanarlo o no. Estas cuestiones pertenecen sólo a la soberana voluntad de Dios. La única certeza que tenemos es que Dios sana espiritualmente a los que depositan su fe en Cristo Jesús.
4. No desvíen la conversación si la persona hace referencia a la muerte. Esto podría dar como resultado una preparación inevitable. Cualquier referencia a la muerte puede preparar la ocasión para que ustedes, como consejeros, le pregunten si tienen asuntos pendientes que debe resolver. Este es l propósito de nuestro trabajo: ayudar a las personas a prepararse para la eternidad.
Tal vez pueden preguntarle: “Si muriera esta noche y se encontrara ante las puertas del cielo enfrentándose a la pregunta ¿en qué me estoy basando para esperar ser admitido al reino de los cielos? ¿qué contestaría?
Si la situación lo requiere, explíquenle las Cuatro Leyes Espirituales. Si la persona responde afirmativamente, compartan con ella los conceptos de “Seguridad”. También sería conveniente que le presentara otras porciones de las Escrituras, por ejemplo el salmo 23, Juan 14:1-6. 1 Tesalonicenses 4:13-18.
5. La entrega a Cristo debe preparar el camino para preguntarle si tiene algunos otros asuntos pendientes, por ejemplo, sus relaciones humanas (familia, amigos), cuestiones económicas (quizás un testamento), el manejo de los detalles concernientes al proceso de la muerte, la muerte misma, las disposiciones para el servicio fúnebre, lo que se hará con el cuerpo, etc. Aconséjele a su interlocutor que resuelva todas estas cuestiones, tal vez con la ayuda del asesoramiento pastoral o profesional pertinente.
6. Sugiéranle que indague si en su comunidad existe alguna institución para pacientes desahuciados. Estas instituciones se especializan en proveer ayuda a pacientes con enfermedades fatales. Estas agencias se especializan en proporcionarle toda la colaboración adicional en lo tocante a ayuda profesional en los cuidados de la salud, a aquellos que padecen una enfermedad que se clasifica como fatal y a sus familias. Hay varias agencias de esta índole que puede consultar para conocer las clases de servicio que ofrecen.
7. Oren por la persona para que tenga el valor y la fortaleza para vencer el dolor, para que se entregue Cristo, quien llevó nuestros dolores y nuestras tristezas.

Citas Bíblicas:
“No se turbe vuestro corazón, creéis en Dios, creed también en mi. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a donde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre sino por mi”. (Juan 14:1-6)

“Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21)
Salmo 23
1 Tesalonicenses 4:13-18

Enfermedades mentales

Es una generalización que se usa comúnmente para cubrir toda la gama de trastornos psiconeurológicos. Hay algunos que están verdaderamente enfermos, con algún tipo de falla de funcionamiento que se debe a lesiones cerebrales, un mal heredado, desequilibrios glandulares u hormonales, etc. Esas personas deben recibir tratamiento de la ciencia médica con todos los medios posibles.

Sin embargo, hay una zona amplia de lo que suele denominar enfermedades mentales que son el resultado de conductas pecaminosas y actitudes carnales no resueltas. Los así afectados pueden presentar los síntomas de enfermedades mentales; pero muchas veces esos síntomas se relacionan con las tensiones y se deben a problemas espirituales. Algunas veces, esas personas fingirán una enfermedad, en lugar de afrontar la realidad de su situación. Culparán a otras personas y a las circunstancias por sus problemas, con el fin de hacer que la atención se aleje de ellos mismos. “Y oyeron la voz de Jehová que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto… Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”. Por su parte, la mujer dijo: “La serpiente me engaño y comí” (Gen. 3:8,12-13)

Sería un mal servicio el de tratar simplemente los síntomas o excusar a esa persona “por su modo de ser”. Lo cierto es que nunca se sentirá bien, en tanto no resuelva su problema y lo corrija. La primera etapa de la recuperación es la aceptación de responsabilidad por sus actitudes y actos. “Todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13). “De manera que cada uo de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Rom. 14:12)

El cambio es posible, a condición de que esa persona se enfrente a la realidad: tendrá que presentar su vida desnuda ante Dios, arrepentirse de lo que haya de malo en sus actitudes y actos, y confesárselo a Dios con la intención de abandonarlo a cambio de la novedad de vida en Cristo Jesús.

Muchas vidas se han reencauzado al recibir a Jesucristo como Señor y Salvador personal. El poder de la palabra y el ministerio del Espíritu Santo sobre nuestra vida, tienen efectos muy positivos.

Estrategia de asesoramiento:

1. Animen a su interlocutor, diciéndole que ha llamado al lugar apropiado y que se alegran de hablar con él y ayudarle en todo lo que puedan.
2. Estén listos para escuchar, si esa persona desea hablar. Hagan las preguntas necesarias para estimular la conversación, esperando que surja algo que les dé oportunidad de sugerir una solución espiritual.
3. Cuando consideren que es oportuno, pregúntenle si ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Señor y Salvador. Compartan con él las Cuatro Leyes Espirituales. Su entrega puede iniciar una nueva conciencia y una nueva percepción que le darán deseo y motivación para afrontar su “enfermedad mental” con realismo y determinación
4. Anímenle para que comience a leer la Biblia.
5. Anímenle a que aprenda a orar todos los días.
6. Aconséjenle que vaya al CCLT, donde va a escuchar Palabra de Dios, y va a aprender a adorar, tener comunión y servir a Cristo. Una buena relación en la iglesia será sumamente útil para enseñarle a esa persona lo básico de la Biblia y “cómo orar”, y también para ofrecerle oportunidades de servicio.
7. Oren con esa persona para que su entrega a Cristo pueda reencauzar sus actitudes y actos, con el fin de que viva de un modo agradable a Dios. Lean juntos Romanos 12:1-2, indicándole que, si sigue esos principios, podrá transformarse en una persona íntegra.
8. Invítenle a que trate de obtener el asesoramiento del pastor o un psicólogo cristiano, con el fin de que pueda haber continuidad en el tratamiento de sus problemas a la luz de las Escrituras.

Citas Bíblicas

“Tú guardarás en completa paz aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3)

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18-19)

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2)

“Haya, pues, en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5)

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”. (Hebreos 12:14-15)

“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:1-2)

"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejos de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Porque Jehová conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá” (Salmo 1: 1-2,6)

viernes, 24 de octubre de 2008

Apostasía e indiferencia espiritual

La palabra “apostasía” significa abandonar las prácticas religiosas y caer moralmente. Tiene una connotación espiritual más profunda que lo que expresan estas simples palabras. Significa que se pierde la comunión con el Señor, con frialdad e indiferencia hacia las cosas espirituales o, incluso, el abandonar la fe por completo.

Hay diversos grados de apostasía:
Abandono: Una separación debida al rechazo consciente de la verdad de Dios revelada por medio de Su Palabra y Su Hijo.
Pecados de la carne: El “desviarse debido a la lujuria y la atracción” del pecado. Esto significa inmoralidad, ebriedad, homicidio, etc.
Pecados espirituales: (los más comunes entre los cristianos). En primer lugar, podríamos mencionar la indiferencia espiritual –la falta de responsabilidad ante Dios y la iglesia- que hace que seamos ineficientes en nuestra vida y nuestro testimonio, según se subrayan en la Escrituras. También se deben incluir en este punto varios pecados tales como la mentira, las trampas, las murmuraciones, la envidia, el egoísmo, los celos, etc. (Véase Gálatas 5:19-21)

Algunas cosas que conducen a la apostasía:
• Decepción por las incongruencias observadas o imaginadas en otros cristianos.
• Una relación indiferente con Cristo o un “seguimiento desde lejos, y el hacer caso omiso del lugar que ocupan en la vida cristiana la Palabra de Dios, la oración y el testimonio.
• Ignorancia respecto a las verdaderas implicaciones de las responsabilidades y las prácticas espirituales.
• Desobediencia a la voluntad revelada por Dios para la vida propia.
• Pecado voluntario que permanece sin confesión. Debemos darnos cuenta de que todas las personas son responsable de sus propios actos ante el Señor. Esto implica arrepentimiento y confesión.

Estrategia de asesoramiento:

El consejero debe tratar de lograr el verdadero arrepentimiento, la confesión y la restauración del interlocutor, para que su vida pueda renovarse en el amor de Cristo, la Palabra de Dios y el servicio.
Para alcanzar esta meta, traten de determinar cómo perdió su interlocutor su comunión o su relación con el Señor. Si parece sentirse inseguro respecto a su entrega original a Cristo, repasen con esa persona las Cuatro leyes espirituales. Si está dispuesto a afrontar la verdad haga lo siguiente:
1. Pídanle que le confiese al Señor todos los pecados de los que esté consciente, de conformidad con lo que se dice en 1 Juan 1:9.
2. Condúzcanlo a la confesión, ya que de esta manera va a lograr la restauración. No hay ningún pecado que Dios no perdone por medio de Cristo.
3. Anímenlo para que comience a leer y estudiar la Biblia, y a orar todos los días.
4. Invítelo al Centro Cristiano de Los Teques, allí seguro logrará compañerismo, instrucción y servicio cristiano.
5. Indíquenle que deberá hacer una restitución, en caso necesario, o sea ajustar correctamente las cuentas con otros a los que haya perjudicado o de los que se haya aprovechado injustamente.
6. Oren con esa persona, pidiendo la plena restauración y bendiciones para ella.
7. Recomiéndele que aprenda de memoria el pasaje de Proverbios 3:5-6 y que aprenda a basarse en su verdad en le futuro.

Citas Bíblicas:
Arrepentimiento y confesión:

“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. (1 Juan 1:9)

“El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13)

“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. (Salmo 51:17)

lunes, 20 de octubre de 2008

Ansiedades, preocupaciones y tensiones

El término de ansiedad cubre una gama muy amplia de problemas que se deben a temores infundados. Alguien dijo que los ansiosos y angustiados están tan preocupados por lo que pudiera suceder en el futuro que se olvidan de cómo afrontar el presente. Es característico de ellos que se preocupen por todas las cosas. Construyen montañas con simples montículos, al dejar que las cosas insignificantes adquieran una importancia enorme en sus vidas. Se sienten ansiosos respecto a deficiencias imaginarias, el futuro, su salud, sus familias y su trabajo. A menudo son incapaces de identificar las razones para sus ansiedades y temores.

Muchas personas ansiosas sufren dificultades físicas tales como nerviosismo, insomnio, dolores de cabeza, trastornos respiratorios, sudor excesivo, etc. La incapacidad para encontrar alivio para la ansiedad puede tener consecuencias más graves tales como una depresión nerviosa. Evidentemente, esas personas necesitan nuestra simpatía, nuestras oraciones y toda la ayuda que podamos darles.

Nota: Billy Graham comentó a este respecto: “El hombre se ha visto siempre asediado por las preocupaciones. Las presiones de la vida moderna han hecho que el problema se agrave… Muchos de ustedes están sufriendo miles de ansiedades. Confíenlas a Cristo con fe… Por mi parte, estoy aprendiendo en mi propia vida, día tras día, a mantener mis pensamientos centrados en Cristo; las preocupaciones, las ansiedades y las angustias del mundo pasan, y sólo queda una ‘perfecta paz’ en el corazón humano”.

Estrategia de asesoramiento:


1. Ofrezcan aliento.
¡El Señor puede ayudar! “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Salmo 42:5) El temor de Dios es el o más que un simple paliativo único que vence todos los demás temores.
2. Ayuden a su interlocutor a descubrir la razón de su ansiedad.
El consejero debe tratar de ofrecer algo más que un simple paliativo (un alivio del dolor sin cura) que puede producir un alivio temporal, sin abordar si quiera el verdadero problema. Hasta donde sea posible, traten de llegar a las “raíces del mal”.
Eviten los sondeos demasiado profundos. La limitación del tiempo de asesoramiento y la posibilidad de que sus ansiedades se basen en experiencias traumáticas del pasado, deberán limitar sus preguntas a sólo las que pueden ayudarles a abrir las puertas para presentar a Cristo como Salvador y sostenedor.

Pregúntenle:
¿Por qué teme por su trabajo, su futuro, su familia, etc.?
¿Por qué está tan nervioso? ¿Por qué tiene dolores de cabeza?
¿Por qué no puede dormir?
Describa sus sentimientos. ¿Se siente culpable? ¿Por qué? ¿Está tratando de huir de algo? ¿Cuál es verdaderamente su problema?

Si la ansiedad parece deberse a verdaderos sentimientos de culpa, esto puede indicar una conducta errónea que requiera corrección. Esto es útil porque el problema es el pecado. ¡Hay un remedio ¡El experimentar el perdón de Dios en Cristo puede eliminar la culpabilidad y los sentimientos de culpa, lo que contribuirá a la sanidad. Denle a esa persona las Cuatro leyes espirituales.

Eviten decirles las personas que si “piensan correctamente”, se “sentirán bien”. A veces, es preciso indicarles que “la vida correcta” produce “pensamientos sanos”. Dios sólo es la fuente de los pensamientos positivos. El afrontar el problema básico –el pecado- producirá finalmente la clase de conducta que agrada a Dios y generará cambios.

Es posible que la ansiedad respecto al futuro revele preocupación por la muerte y el juicio futuro. Además, esto proporciona una oportunidad para presentar a Cristo.
3. Indíquenle a esa persona que es necesario estudiar la Biblia y orar todos los días.
No sólo debemos leer la Biblia, sino que también debemos asimilar sus enseñanzas de tal modo que comiencen a moldear nuestra vida y nuestro carácter. El aprender de memoria la Palabra de Dios es sumamente importante. El “tener los pensamientos de Dios” ocupará el lugar de las preocupaciones que nos llenan de ansiedad y angustia, los pensamientos sobre nosotros mismos y los problemas que nos asedian.
La oración acompaña al estudio de la Biblia. Según las Escrituras, no debemos estar ansiosos por nada, “sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6)
4. Comparta con esa persona algunas de las promesas de la Biblia.
Se puede confiar en que Dios cumplirá sus promesas.
5. Aconsejen a su interlocutor que se identifique con una iglesia en la que se enseñen las doctrinas de la Biblia.
Los pensamientos cristianos y el hecho de servir con otros pueden ser buenos antídotos contra la introspección negativa y poco sana.
6. Oren con su interlocutor, pidiendo soluciones verdaderas. “Busqué a Jehová y él me oyó, y me libró de todos mis temores”. (Salmo 34:4)
Si descubren problemas más profundos que se encuentren fuera de su competencia, recomiéndenle a su interlocutor que trate de obtener consejos de un psicólogo cristiano.

Citas Bíblicas:

“Busqué a Jehová y él me oyó, y me libró de todos mis temores”. (Salmo 34:4)

“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. (1 Pedro 5:7)

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7)

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a
Cada día su propio mal”.
(Mateo 6:33-34)

“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. (Salmo 42:5)
Salmo 55:22
Proverbios 3:5-6
Filipenses 4:13
Filipenses 4:19
Romanos 8:28

El Amor

Hasta que las Buenas Nuevas de Jesucristo aparecieron en la escena humana, la palabra amor se entendió primordialmente en función de buscar ventajas para uno mismo. El amar lo que era imposible creer resultaba incomprensible. Un Dios de amor que llamará al hombre pecador era un concepto imposible de entender.

Los escritores del Nuevo Testamento tuvieron que acuñar una palabra nueva, ágape, para expresar lo que Dios quiso revelar de Si mismo en Cristo y cómo deseaba que los cristianos se relacionaran los unos con los otros. “En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos” (1 Juan 3:16).

Este nuevo lazo de amor se reveló en el Calvario. A partir de entonces, los redimidos se volverían hacia Dios y unos hacia los otros, en una dimensión nunca antes comprendida ni experimentada. Agape sería ahora el “camino más excelente” (1 Corintios 12:31). Inmediatamente, eso se convirtió en una característica de identificación de la iglesia primitiva Jesús dijo: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34) y “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviéreis amor los unos con los otros” (Juan 13:35).

Sin embargo, conforme fueron transcurriendo los años, gran parte de la verdadera fuerza de ágape se desvaneció. La iglesia de hoy se enfrenta a la necesidad de redescubrir su significado. Agape no es un simple sentimiento; el amor adormecido carece de poder. Es dinámico sólo cuando ama activamente a Dios, tal y como El nos amó a nosotros; sólo cuando surge sin restricciones de ninguna clase –amor hacia los hermanos, las hermanas, los vecinos y el mundo por el que murió Cristo (Véase 1 Juan 4:10-12 y 2 Corintios 5:14).

Es el nivel humano, al igual que en el divino, el amor dice: “Te respeto, te quiero y soy responsable de ti”.

Te respeto:
Te veo como eres, como un individuo singular –como todos somos únicos. Te acepto como eres y te permitiré que te desarrolles de conformidad con el propósito que tenga Dios para ti. No te explotaré para mi propio beneficio. Trataré de conocerte todo lo bien que pueda, porque sé que el aumento de la comunicación y el conocimiento harán que se realce mi respeto por ti.

Te quiero:
Lo que te suceda me interesa mucho. Me preocupa tu vida y tu crecimiento. Deseo fomentar tus intereses, incluso cuando para ello tenga que sacrificar los míos propios.

Soy responsable de ti:
Te responderé, no por algún sentimiento de deber que me obligue, sino voluntariamente. Tus necesidades espirituales me harán orar por ti. Te protegeré; pero me cuidaré de no darte una protección excesiva. Te corregiré con amor; pero trataré de no reaccionar con excesiva fuerza. No me complaceré con tus flaquezas o debilidades y no guardaré recuerdo de ninguna de ellas. Por la gracia de Dios, seré paciente y no te fallaré (Véase 1 Corintios 13).

Sólo entendemos el amor de Dios al responder a él en Cristo. El momento más importante en la vida de cualquier individuo es el de la decisión de aceptar ese amor no merecido ni ganado mediante el cual aprendemos a amar a Dios y a compartir ese amor con otros.

“…Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros…” (1 Juan 4:8-10)

Estrategia de a esoramiento:
Para el no cristiano:
Si el interlocutor no ha experimentado nunca el amor perdonador de Dios, explíquenle las Cuatro leyes espirituales y como obtener la paz con Dios, haciendo hincapié en Juan 3:16.

Para el cristiano:
1. Si su interlocutor es un cristiano que expresa el deseo de amar más a Dios, denle ánimos. Ese es también el objetivo más elevado que tiene Dios para todos nosotros. “Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37)
A. Debemos amarle, porque El nos amó primero (Véase Juan 4:10).
B. Debemos amarle, “Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5). “Mas el fruto del espíritu es amor” (Galatas 5:22)
C. Debemos amarle por medio de la obediencia. “Respondió Jesús y le dijo: El que ama, mi palabra la guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del Padre que me envió” (Juan 14:23-24)
D. Demostramos nuestro amor por medio de nuestra devoción al Señor. “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón” (Salmo 40:8)
1. Lo buscamos por medio de Su palabra: “Sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche” (Salmo 1:2)
2. Lo buscamos por medio de la oración: “Entonces me invocaréis y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré, y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová…” (Jeremías 29:12-14)
3. Tratamos de servirle: “Creciendo en la obra del Señor siempre sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Corintios 15:58) “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra oba y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún” (Hebreos 6:10)
El amor ágape es la mejor motivación para participar activamente en el evangelismo y las misiones. Compartimos el amor del Señor con un mundo perdido.
2. Si el interlocutor es cristiano y tiene dificultades para amar a alguno de sus hermanos en el señor, señálenle que sólo comenzamos a entender el amor de Dios cuando nos ofrecemos amor unos a otros.
A. El amar a nuestros hermanos en Cristo es un mandato del Señor. "Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” (Romanos 12:10)
B. Dios ha hecho posible para nosotros el demostrar amor sin tomar en consideración al objeto. “…Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).
C. Señalen que el amor no se demuestra automáticamente; se trata de una conducta aprendida y practicada. Cuanto más amamos y con mayor profundidad, tanto más se perfecciona el amor en nosotros.
1. El orar por otros estimula un amor más profundo hacia ellos.
2. Los actos de bondad, servicio y sacrificio le dan al amor su dimensión dinámica. “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” (Romanos 12:10). “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser” (1 Corintios 13:4-8).

Citas Bíblicas:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)” (Efesios 2:4-5

“Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él” (1 Juan 3:1)

“Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros” (1 Juan 4:12)

“El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” (Romanos 12:9-10)

“Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga su vida por sus amigos” (Juan 15:13)

Intenciones de divorcio

El divorcio, la disolución legal del matrimonio, es un alejamiento de lo que Dios desea y las Escrituras no lo respaldan, excepto en condiciones limitadas. El divorcio es el resultado del pecado en la vida de uno o el otro de los cónyuges, o bien, de los dos. Los más frecuente es que ambos tengan parte de culpa. El egoísmo y el falso orgullo contribuyen a menudo a que se establezcan las condiciones que llevan al divorcio.

Con frecuencia, el divorcio es el resultado de mentalidades inflexibles. “El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así” (Mateo 19:8) Ese no era el propósito original de Dios para el matrimonio.

Ninguna manipulación ni razonamiento de las Escrituras puede hacer que el divorcio sea aprobado. La Biblia declara:
“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24)
El apóstol Pablo escribió: “Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del marido… y que el marido no abandone a su mujer”. (1 Corintios 7:10)
“¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el divorcio, y al que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los ejércitos” (Malaquías 2:15-16)

Condiciones limitadas en las que se puede admitir el divorcio:
1. Cuando uno de los cónyuges sea culpable de inmoralidad sexual, como lo son el adulterio y la homosexualidad, y no tenga intenciones de arrepentirse, buscar el perdón de Dios, abandonar su pecado y ser fiel a su cónyuge (Véase Mateo 19:9)
2. Cuando uno de los cónyuges abandone al otro, sobre todo cuando un esposo incrédulo abandone a su cónyuge cristiano. (Véase 1 Corintios 7:15)
Si alguien se casó y se divorció antes de aceptar a Cristo, deberá seguir adelante en su situación actual. Si se ha vuelto a casar, deberá esforzarse en lograr lo que su segundo matrimonio sea un éxito. El abandonar a su segundo cónyuge para volver con el primero sería malo. Dos males nunca constituyen un bien.
El tener un cónyuge incrédulo no es motivo de divorcio. Por el contrario se anima al esposa o la esposa cristiana que “viva en paz” con el cónyuge inconverso, con la finalidad de conquistarlo para la fe en Cristo. (Véase 1 Corintios 7:12-16)
Cuente el costo de esos actos:
1. ¿Es desagradable para Dios? (Véase Malaquías 2:15-16)
2. ¿Podría trastornar esto la continuidad de la vida, afectando adversamente a otras personas, tales como hijos, padres o miembros de familias extendidas?
3. ¿Resolverá esto varios problemas o creará toda una gama de otros nuevos? El divorcio es una experiencia emocionalmente traumática.

Agoten todas las opciones en la búsqueda de soluciones:
1. Traten de resolver las cosas a nivel persona, con toda humildad y espíritu de perdón (Véase Mateo 18:21-22)
2. Sométase al asesoramiento de un consejero matrimonial cristiano o un pastor competente.
3. En caso necesario, experimente una separación de prueba, mientras busca una solución redentora. En caso de malos tratos físicos o psicológicos, homosexualidad, ebriedad, drogadicción, etc., puede ser aconsejable una separación.

Estrategia de asesoramiento
1. Demuestren tener una actitud cariñosa y llena de interés. Tranquilicen a su interlocutor, diciéndole que se alegran de poder hablar con él y ayudarle a buscar una solución. Quieren ser sus amigos y compartir con él todos los discernimientos que tengan.
2. Escuchen con atención, permitiéndole contar su historia y ventilar sus sentimientos hasta que consideren que entienden bien la situación.
3. Eviten actuar como jueves y jurados. Permanezcan neutrales. Su finalidad deberá ser la de presentar un punto de vista bíblico y desafiar a su interlocutor para que tome su propia decisión, sabiendo que deberá vivir con ella todo el resto de su vida. Recuerden el ejemplo de Jesús. Trató amablemente a la mujer junto al pozo, a pesar de que sabía que había tenido cinco maridos y estaba viviendo con un hombre no casado con ella. Se reveló a ella como el Salvador y le ofreció “agua viva” (Véase Juan 4:9-42).
4. Dígale a su interlocutor que para poder esperar recibir la ayuda de Dios, deberá entregarle su vida a Cristo, cueste lo que cueste. Y esa entrega deberá ser permanente, sea cual sea el resultado de su dilema actual. Pregúntenle si ha recibido alguna vez a Cristo como su Señor y Salvador personal. Si es apropiado, compartan con esa persona las Cuatro leyes espirituales.
5. Después de recibir a Cristo, tendrá derecho a esperar la ayuda del Señor. La persona tendrá ahora una nueva dimensión en su vida y una nueva perspectiva que le será útil para obtener soluciones. Puede confiar en los recursos y discernimientos que se encuentran en la Palabra de Dios, que deberá comenzar a leer y estudiar. El interlocutor puede presentarle a Dios su vida y sus problemas en oración. El estudio de la Biblia y la oración le ayudarán a esa persona a realizar ajustes en su nueva personalidad y a buscar el avenimiento con su cónyuge, por medio del arrepentimiento y la confesión.
6. Anímenle para que agote todas sus opciones en la búsqueda de una solución bíblica.
7. Oren con esa persona para que Dios intervenga para hacer que su vida y su matrimonio se ajusten para estar de acuerdo con las Escrituras.
Si es cristianos, anímenle a que ponga su vida en orden sobre la base de la “Restauración”, haciendo hincapié en Juan 1:9 y Romanos 12:1-2.

Citas Bíblicas

“Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de l ley del marido. Así que, si en vida del marido se uniere a otro varón, será llamada adúltera; pero si su marido muriere, es libre de esa ley, de tal manera que, si se uniere a otro marido, no será adúltera”. (Romanos 7:2-3)

“El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia de Jehová”. (Proverbios 18:22)

“El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo sino la mujer”. (1 Corintios 7:3-4)

“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo”. (1 Pedro 3:7)

“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús”. (Filipenses 2:3-5)

martes, 14 de octubre de 2008

El divorcio después de varios años de matrimonio

Es muy difícil describir el sentimiento de horros, dolor, asombro, vacío, ira, rechazo, aislamiento y pérdida de estimación propia de alguien abandonado o divorciado al cabo de muchos años de matrimonio. La persona se pregunta:

¿Es posible que algo así me esté sucediendo a mí? ¿Qué hubiera podido hacer diferente? Y la pregunta más importante es: ¿qué debo hacer ahora?

A pesar del trauma, se le debe ayudar a esa persona a que entienda que la vida sigue adelante. El hecho del divorcio se debe aceptar. Su interlocutor es ahora un soltero y debe afrontar su futuro como tal. Es inútil el seguir recurriendo al pasado, reviviéndolo. La realidad no cambiará debido a preguntas autotorturantes. Es muy posible que, de todos modos, no pudiera hacer absolutamente nada para salvar su matrimonio.

Una persona emocionalmente sana seguirá adelante y se desarrollará a partir del presente. El apóstol Pablo da el ejemplo: “…olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante…” (Filipenses 3:13). Esa persona deberá considerar que su situación es de transición, como una época apropiada para realizar ajustes, ampliar su personalidad mediante la lectura, la reflexión y el establecimiento o reforzamiento de amistades que le sirvan para desarrollarse y crecer.

Si esa persona necesita asesoramiento profesional durante la transición, deberá buscar un pastor competente, o bien, un psicólogo o psiquiatra cristiano que pueda abordar el problema a la luz de las Escrituras.

Estrategia de asesoramiento:
1. Animen a su interlocutor, rodeándolo de afecto y comprensión. Su dolor, sus sentimientos de vacío y rechazo, pueden ser muy profundos.
2. Traten de saber escuchar, tratando de entender el cuadro completo antes de ofrecer ninguna solución. Algunas veces damos consejos con excesivo apresuramiento, cuando sería mucho más apropiado hacer alguna pregunta para estimular la conversación.
3. Cuando consideren que comprenden bien la situación, animen a esa persona con los versículos bíblicos que aparecen al final de esta sección. Hagan hincapié en que Dios le ama y se preocupa por lo que le está sucediendo. Jesús sabe lo que es la tristeza y la aflicción. “(Fue) Despreciado y desechado entre los hombres” (Isaías 53:3) Pregúntele a su interlocutor si ha recibido alguna vez a Jesucristo como su único Señor y Salvador. Háblele de las Cuatro leyes espirituales.
4. Recomiéndele que lea y estudie la Biblia. Esto le dará a su interlocutor una buena perspectiva y discernimientos adecuados para ajustarse a un nuevo modo de vivir, así como también para que crezca en el Señor.
5. Aconséjenle a esa persona que ore todos los días. “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7)
6. Recomiéndenle que se identifique con una iglesia en la que se enseñen las doctrinas bíblicas. Con frecuencia, se pueden encontrar un grupo de cristianos solteros que proporcionará oportunidades para compartir experiencias, crecer y servir.
7. Oren con su interlocutor, pidiendo la ayuda del Señor en estos momentos difíciles de transición y comienzo de una nueva vida.

Citas Bíblicas
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. (Jeremías 29:11)

“Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos! Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; despierto, y aún estoy contigo” (Salmo 139:17-18)

“Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”. (Salmo 16:11)

“Porque Jehová el Señor me ayudará, por tanto no me avergoncé; por eso puse mi rostro como un pedernal, y sé que no seré avergonzado”. (Isaías 50:7)

Salmo 16:8
Salmo 18:2