lunes, 20 de octubre de 2008

Ansiedades, preocupaciones y tensiones

El término de ansiedad cubre una gama muy amplia de problemas que se deben a temores infundados. Alguien dijo que los ansiosos y angustiados están tan preocupados por lo que pudiera suceder en el futuro que se olvidan de cómo afrontar el presente. Es característico de ellos que se preocupen por todas las cosas. Construyen montañas con simples montículos, al dejar que las cosas insignificantes adquieran una importancia enorme en sus vidas. Se sienten ansiosos respecto a deficiencias imaginarias, el futuro, su salud, sus familias y su trabajo. A menudo son incapaces de identificar las razones para sus ansiedades y temores.

Muchas personas ansiosas sufren dificultades físicas tales como nerviosismo, insomnio, dolores de cabeza, trastornos respiratorios, sudor excesivo, etc. La incapacidad para encontrar alivio para la ansiedad puede tener consecuencias más graves tales como una depresión nerviosa. Evidentemente, esas personas necesitan nuestra simpatía, nuestras oraciones y toda la ayuda que podamos darles.

Nota: Billy Graham comentó a este respecto: “El hombre se ha visto siempre asediado por las preocupaciones. Las presiones de la vida moderna han hecho que el problema se agrave… Muchos de ustedes están sufriendo miles de ansiedades. Confíenlas a Cristo con fe… Por mi parte, estoy aprendiendo en mi propia vida, día tras día, a mantener mis pensamientos centrados en Cristo; las preocupaciones, las ansiedades y las angustias del mundo pasan, y sólo queda una ‘perfecta paz’ en el corazón humano”.

Estrategia de asesoramiento:


1. Ofrezcan aliento.
¡El Señor puede ayudar! “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (Salmo 42:5) El temor de Dios es el o más que un simple paliativo único que vence todos los demás temores.
2. Ayuden a su interlocutor a descubrir la razón de su ansiedad.
El consejero debe tratar de ofrecer algo más que un simple paliativo (un alivio del dolor sin cura) que puede producir un alivio temporal, sin abordar si quiera el verdadero problema. Hasta donde sea posible, traten de llegar a las “raíces del mal”.
Eviten los sondeos demasiado profundos. La limitación del tiempo de asesoramiento y la posibilidad de que sus ansiedades se basen en experiencias traumáticas del pasado, deberán limitar sus preguntas a sólo las que pueden ayudarles a abrir las puertas para presentar a Cristo como Salvador y sostenedor.

Pregúntenle:
¿Por qué teme por su trabajo, su futuro, su familia, etc.?
¿Por qué está tan nervioso? ¿Por qué tiene dolores de cabeza?
¿Por qué no puede dormir?
Describa sus sentimientos. ¿Se siente culpable? ¿Por qué? ¿Está tratando de huir de algo? ¿Cuál es verdaderamente su problema?

Si la ansiedad parece deberse a verdaderos sentimientos de culpa, esto puede indicar una conducta errónea que requiera corrección. Esto es útil porque el problema es el pecado. ¡Hay un remedio ¡El experimentar el perdón de Dios en Cristo puede eliminar la culpabilidad y los sentimientos de culpa, lo que contribuirá a la sanidad. Denle a esa persona las Cuatro leyes espirituales.

Eviten decirles las personas que si “piensan correctamente”, se “sentirán bien”. A veces, es preciso indicarles que “la vida correcta” produce “pensamientos sanos”. Dios sólo es la fuente de los pensamientos positivos. El afrontar el problema básico –el pecado- producirá finalmente la clase de conducta que agrada a Dios y generará cambios.

Es posible que la ansiedad respecto al futuro revele preocupación por la muerte y el juicio futuro. Además, esto proporciona una oportunidad para presentar a Cristo.
3. Indíquenle a esa persona que es necesario estudiar la Biblia y orar todos los días.
No sólo debemos leer la Biblia, sino que también debemos asimilar sus enseñanzas de tal modo que comiencen a moldear nuestra vida y nuestro carácter. El aprender de memoria la Palabra de Dios es sumamente importante. El “tener los pensamientos de Dios” ocupará el lugar de las preocupaciones que nos llenan de ansiedad y angustia, los pensamientos sobre nosotros mismos y los problemas que nos asedian.
La oración acompaña al estudio de la Biblia. Según las Escrituras, no debemos estar ansiosos por nada, “sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6)
4. Comparta con esa persona algunas de las promesas de la Biblia.
Se puede confiar en que Dios cumplirá sus promesas.
5. Aconsejen a su interlocutor que se identifique con una iglesia en la que se enseñen las doctrinas de la Biblia.
Los pensamientos cristianos y el hecho de servir con otros pueden ser buenos antídotos contra la introspección negativa y poco sana.
6. Oren con su interlocutor, pidiendo soluciones verdaderas. “Busqué a Jehová y él me oyó, y me libró de todos mis temores”. (Salmo 34:4)
Si descubren problemas más profundos que se encuentren fuera de su competencia, recomiéndenle a su interlocutor que trate de obtener consejos de un psicólogo cristiano.

Citas Bíblicas:

“Busqué a Jehová y él me oyó, y me libró de todos mis temores”. (Salmo 34:4)

“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. (1 Pedro 5:7)

“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7)

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a
Cada día su propio mal”.
(Mateo 6:33-34)

“¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío”. (Salmo 42:5)
Salmo 55:22
Proverbios 3:5-6
Filipenses 4:13
Filipenses 4:19
Romanos 8:28

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