jueves, 30 de octubre de 2008

Enfermedades mentales

Es una generalización que se usa comúnmente para cubrir toda la gama de trastornos psiconeurológicos. Hay algunos que están verdaderamente enfermos, con algún tipo de falla de funcionamiento que se debe a lesiones cerebrales, un mal heredado, desequilibrios glandulares u hormonales, etc. Esas personas deben recibir tratamiento de la ciencia médica con todos los medios posibles.

Sin embargo, hay una zona amplia de lo que suele denominar enfermedades mentales que son el resultado de conductas pecaminosas y actitudes carnales no resueltas. Los así afectados pueden presentar los síntomas de enfermedades mentales; pero muchas veces esos síntomas se relacionan con las tensiones y se deben a problemas espirituales. Algunas veces, esas personas fingirán una enfermedad, en lugar de afrontar la realidad de su situación. Culparán a otras personas y a las circunstancias por sus problemas, con el fin de hacer que la atención se aleje de ellos mismos. “Y oyeron la voz de Jehová que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto… Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”. Por su parte, la mujer dijo: “La serpiente me engaño y comí” (Gen. 3:8,12-13)

Sería un mal servicio el de tratar simplemente los síntomas o excusar a esa persona “por su modo de ser”. Lo cierto es que nunca se sentirá bien, en tanto no resuelva su problema y lo corrija. La primera etapa de la recuperación es la aceptación de responsabilidad por sus actitudes y actos. “Todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13). “De manera que cada uo de nosotros dará a Dios cuenta de sí” (Rom. 14:12)

El cambio es posible, a condición de que esa persona se enfrente a la realidad: tendrá que presentar su vida desnuda ante Dios, arrepentirse de lo que haya de malo en sus actitudes y actos, y confesárselo a Dios con la intención de abandonarlo a cambio de la novedad de vida en Cristo Jesús.

Muchas vidas se han reencauzado al recibir a Jesucristo como Señor y Salvador personal. El poder de la palabra y el ministerio del Espíritu Santo sobre nuestra vida, tienen efectos muy positivos.

Estrategia de asesoramiento:

1. Animen a su interlocutor, diciéndole que ha llamado al lugar apropiado y que se alegran de hablar con él y ayudarle en todo lo que puedan.
2. Estén listos para escuchar, si esa persona desea hablar. Hagan las preguntas necesarias para estimular la conversación, esperando que surja algo que les dé oportunidad de sugerir una solución espiritual.
3. Cuando consideren que es oportuno, pregúntenle si ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Señor y Salvador. Compartan con él las Cuatro Leyes Espirituales. Su entrega puede iniciar una nueva conciencia y una nueva percepción que le darán deseo y motivación para afrontar su “enfermedad mental” con realismo y determinación
4. Anímenle para que comience a leer la Biblia.
5. Anímenle a que aprenda a orar todos los días.
6. Aconséjenle que vaya al CCLT, donde va a escuchar Palabra de Dios, y va a aprender a adorar, tener comunión y servir a Cristo. Una buena relación en la iglesia será sumamente útil para enseñarle a esa persona lo básico de la Biblia y “cómo orar”, y también para ofrecerle oportunidades de servicio.
7. Oren con esa persona para que su entrega a Cristo pueda reencauzar sus actitudes y actos, con el fin de que viva de un modo agradable a Dios. Lean juntos Romanos 12:1-2, indicándole que, si sigue esos principios, podrá transformarse en una persona íntegra.
8. Invítenle a que trate de obtener el asesoramiento del pastor o un psicólogo cristiano, con el fin de que pueda haber continuidad en el tratamiento de sus problemas a la luz de las Escrituras.

Citas Bíblicas

“Tú guardarás en completa paz aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3)

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor” (Lucas 4:18-19)

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2)

“Haya, pues, en vosotros, este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Filipenses 2:5)

“Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados”. (Hebreos 12:14-15)

“Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (1 Pedro 2:1-2)

"Bienaventurado el varón que no anduvo en consejos de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Porque Jehová conoce el camino de los justos; mas la senda de los malos perecerá” (Salmo 1: 1-2,6)

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