Droga es cualquier sustancia que produzca cambios físicos, mentales o psicológicos en el usuario. Desde los tiempos más antiguos, el hombre ha experimentado con las drogas, tratando de escapar a la realidad. Hoy en día, cientos de millones de personas toman drogas que van de la cafeína que crea un hábito ligero, a las drogas ilegales y muy adictivas, tales como la heroína y la cocaína.
Cualquiera puede adquirir el hábito físico y psicológico de tomar cualquier droga, si ingiere dosis elevadas durante un período suficientemente grande.
Los drogadictos proceden de todos los estratos de la vida. Muchas de las raíces de la dependencia se deben buscar en la inseguridad, los sentimientos de culpa, las decepciones, la inmoralidad y las conductas sexuales desviadas, las frustraciones, las tensiones, las presiones ejercidas por los coetáneos, y la competencia intensa, como en los deportes profesionales, etc.
La dependencia de las drogas es un problema de la persona total: físico, espiritual, emocional y social. Una vez con el hábito, la persona dependiente vive en un mundo ilusorio que se caracteriza por sentimientos paralizantes y respuestas emocionales, negativas mentales y alucionaciones, aislamiento social y una especie de limbo espiritual. Para muchos, es un estado de impotencia, una vida sin retorno.
El abandono de las drogas para quienes desean liberarse de ellas puede ser muy doloroso, tanto física como psicológicamente. El retiro sin vigilancia médica puede resultar peligroso. El liberarse de la dependencia y la rehabilitación subsiguiente suelen ser procesos prolongados. Se requiere un firme sistema de respaldo que aborde el nivel espiritual, el emocional, el mental y el físico.
Para recibir ayuda espiritual, el drogadicto debe desear ayuda y dar los primeros pasos para obtenerla. Es aquí donde interviene el consejero cristiano. Debemos fomentar su entrega a Cristo como Señor y Salvador. Este primer paso de fe debe conducir a una nueva perspectiva y a una nueva motivación para el drogadicto, con el fin de llevarlo hacia la rehabilitacion y una vida plena.
Sin embargo, incluso después de su entrega a Cristo, suele haber necesidad de seguir trabajando en los temas personales que condujeron al vicio, tales como una mala autoimagen, inseguridad, incesto, homosexualidad, inmoralidad, temor, sentimientos de culpa, etc.
Estrategia de asesoramiento
Podemos ayudar en tres formas distintas:
- Espiritualmente, fomentando la entrega de esa persona a Cristo.
- Poniéndole en contacto con un grupo o un centro para drogadictos de su zona, donde pueda recibir ayuda para abandonar el hábito y rehabilitarse.
-Permanecer a su lado para ofrecerle respaldo y ánimo, hasta que comprenda con mayor seguridad lo que significa su entrega a Cristo y sus implicaciones.
1.- No sermoneen a su interlocutor respecto a lo malo que son las drogas y el vicio de ellas. Utilicen las citas bíblicas sobre el pecado sólo donde surjan en forma natural durante la presentación del evangelio.
2.- Sean cordiales y compasivos. Animen a su interlocutor, diciéndole que simpatizan con él y están dispuestos a escucharle y ofrecerle consejos.
3.- Escuchen todo lo que tenga que decirles, dándole muchas oportunidades para que exprese sus sentimientos y opiniones. Asegúrele que Dios le ama. La gracia de Dios es suficiente para satisfacer cualquier necesidad de su vida (una buena definición de la gracia es la de que Dios nos ama sin condiciones)
4.- Deberá enfrentarse a la responsabilidad de su hábito. En algún momento, decidió tomar drogas y tiene la responsabilidad moral de la conducta que le llevó a las drogas. Si trata de culpar de su problema a las circunstancias, otras personas, la sociedad, etc., hágalo regresar continuamente, en forma amable, hacia su propia responsabilidad personal y moral. "Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido" (Santiago 1:14)
5.- En el momento oportuno explíquele las "Etapas de obtener la paz con Dios", las Cuatro leyes espirituales.
6.- Continúen siguiendo las etapas, si son apropiadas: comenzar a leer y estudiar la Palabra de Dios, aprende a orar y motivarlo a asistir a la iglesia.
7.- El drogadicto deberá abandonar a las personas y el ambiente que hicieron que se habituara a las drogas. Deberá dejar de tomar toda clase de drogas. Esto requerirá probablemente que reciba tratamientos en un centro para drogadictos, donde podrán supervisar adecuadamente su retiro del hábito y las primeras etapas de su rehabilitación. Con frecuencia se requiere vigilancia las veinticuatro horas del día.
Nota: A menudo, el consejero debe tomar la iniciativa de ayudar al drogadicto a encontrar un centro de tratamiento y ayudarle a ingresar a él o, quizá, ayudar a su familia a que lo haga por sí misma. No se podrá confiar en que el drogadicto hará lo necesario por sí solo. Es posible que prometa, sin llevarlo a cabo en absoluto.
Tanto durante el tratamiento como después de él, el consejero deberá dar tanto apoyo como le sea posible, visitarlo con frecuencia, iniciarle en la lectura y el estudio de la Biblia y la oración, ayudarle a encontrar un grupo de cristianos exdrogadictos que le brinden su respaldo, si es posible hallarlo. Hacer que participe en la vida de una iglesia acogedora y basada en la Biblia, y ponerle en contacto con un consejero profesional cristiano o un grupo experimentado en el tratamiento de drogadictos. También requerirá ayuda constante para resolver los problemas personales que lo condeujeron a las drogas desde el principio.
8.- El consejero puede declarar que tratará de ayudar al asesorado para llegar a un centro de tratamiento de drogadictos y personas que le puedan brindar apoyo en la zona en que vive. CUIDADO: No prometan ayuda, sólo que harán todo lo que puedan.
9.- Oren con el drogadicto pidiendo valor, entrega de su parte, y para que el poder del Espíritu santo se ejerza en su vida. Todo esto es necesario en el proceso de recuperación. "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2Tim. 1:7)
Citas Bíblicas
"Así que si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan 8:36)os para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias, ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia" (Rom. 6:11-13)
"El espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a lo spobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos... Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros... Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?" (Lucas 4:18,21,36)
"Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías"
(1Pe. 4:3)
"Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concuspiscencia es atraído y seducido. Entonces la concuspiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte" (Santiago 1:14-15)
Cualquiera puede adquirir el hábito físico y psicológico de tomar cualquier droga, si ingiere dosis elevadas durante un período suficientemente grande.
Los drogadictos proceden de todos los estratos de la vida. Muchas de las raíces de la dependencia se deben buscar en la inseguridad, los sentimientos de culpa, las decepciones, la inmoralidad y las conductas sexuales desviadas, las frustraciones, las tensiones, las presiones ejercidas por los coetáneos, y la competencia intensa, como en los deportes profesionales, etc.
La dependencia de las drogas es un problema de la persona total: físico, espiritual, emocional y social. Una vez con el hábito, la persona dependiente vive en un mundo ilusorio que se caracteriza por sentimientos paralizantes y respuestas emocionales, negativas mentales y alucionaciones, aislamiento social y una especie de limbo espiritual. Para muchos, es un estado de impotencia, una vida sin retorno.
El abandono de las drogas para quienes desean liberarse de ellas puede ser muy doloroso, tanto física como psicológicamente. El retiro sin vigilancia médica puede resultar peligroso. El liberarse de la dependencia y la rehabilitación subsiguiente suelen ser procesos prolongados. Se requiere un firme sistema de respaldo que aborde el nivel espiritual, el emocional, el mental y el físico.
Para recibir ayuda espiritual, el drogadicto debe desear ayuda y dar los primeros pasos para obtenerla. Es aquí donde interviene el consejero cristiano. Debemos fomentar su entrega a Cristo como Señor y Salvador. Este primer paso de fe debe conducir a una nueva perspectiva y a una nueva motivación para el drogadicto, con el fin de llevarlo hacia la rehabilitacion y una vida plena.
Sin embargo, incluso después de su entrega a Cristo, suele haber necesidad de seguir trabajando en los temas personales que condujeron al vicio, tales como una mala autoimagen, inseguridad, incesto, homosexualidad, inmoralidad, temor, sentimientos de culpa, etc.
Estrategia de asesoramiento
Podemos ayudar en tres formas distintas:
- Espiritualmente, fomentando la entrega de esa persona a Cristo.
- Poniéndole en contacto con un grupo o un centro para drogadictos de su zona, donde pueda recibir ayuda para abandonar el hábito y rehabilitarse.
-Permanecer a su lado para ofrecerle respaldo y ánimo, hasta que comprenda con mayor seguridad lo que significa su entrega a Cristo y sus implicaciones.
1.- No sermoneen a su interlocutor respecto a lo malo que son las drogas y el vicio de ellas. Utilicen las citas bíblicas sobre el pecado sólo donde surjan en forma natural durante la presentación del evangelio.
2.- Sean cordiales y compasivos. Animen a su interlocutor, diciéndole que simpatizan con él y están dispuestos a escucharle y ofrecerle consejos.
3.- Escuchen todo lo que tenga que decirles, dándole muchas oportunidades para que exprese sus sentimientos y opiniones. Asegúrele que Dios le ama. La gracia de Dios es suficiente para satisfacer cualquier necesidad de su vida (una buena definición de la gracia es la de que Dios nos ama sin condiciones)
4.- Deberá enfrentarse a la responsabilidad de su hábito. En algún momento, decidió tomar drogas y tiene la responsabilidad moral de la conducta que le llevó a las drogas. Si trata de culpar de su problema a las circunstancias, otras personas, la sociedad, etc., hágalo regresar continuamente, en forma amable, hacia su propia responsabilidad personal y moral. "Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido" (Santiago 1:14)
5.- En el momento oportuno explíquele las "Etapas de obtener la paz con Dios", las Cuatro leyes espirituales.
6.- Continúen siguiendo las etapas, si son apropiadas: comenzar a leer y estudiar la Palabra de Dios, aprende a orar y motivarlo a asistir a la iglesia.
7.- El drogadicto deberá abandonar a las personas y el ambiente que hicieron que se habituara a las drogas. Deberá dejar de tomar toda clase de drogas. Esto requerirá probablemente que reciba tratamientos en un centro para drogadictos, donde podrán supervisar adecuadamente su retiro del hábito y las primeras etapas de su rehabilitación. Con frecuencia se requiere vigilancia las veinticuatro horas del día.
Nota: A menudo, el consejero debe tomar la iniciativa de ayudar al drogadicto a encontrar un centro de tratamiento y ayudarle a ingresar a él o, quizá, ayudar a su familia a que lo haga por sí misma. No se podrá confiar en que el drogadicto hará lo necesario por sí solo. Es posible que prometa, sin llevarlo a cabo en absoluto.
Tanto durante el tratamiento como después de él, el consejero deberá dar tanto apoyo como le sea posible, visitarlo con frecuencia, iniciarle en la lectura y el estudio de la Biblia y la oración, ayudarle a encontrar un grupo de cristianos exdrogadictos que le brinden su respaldo, si es posible hallarlo. Hacer que participe en la vida de una iglesia acogedora y basada en la Biblia, y ponerle en contacto con un consejero profesional cristiano o un grupo experimentado en el tratamiento de drogadictos. También requerirá ayuda constante para resolver los problemas personales que lo condeujeron a las drogas desde el principio.
8.- El consejero puede declarar que tratará de ayudar al asesorado para llegar a un centro de tratamiento de drogadictos y personas que le puedan brindar apoyo en la zona en que vive. CUIDADO: No prometan ayuda, sólo que harán todo lo que puedan.
9.- Oren con el drogadicto pidiendo valor, entrega de su parte, y para que el poder del Espíritu santo se ejerza en su vida. Todo esto es necesario en el proceso de recuperación. "Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio" (2Tim. 1:7)
Citas Bíblicas
"Así que si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres" (Juan 8:36)os para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias, ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia" (Rom. 6:11-13)
"El espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a lo spobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos... Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros... Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?" (Lucas 4:18,21,36)
"Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías"
(1Pe. 4:3)
"Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concuspiscencia es atraído y seducido. Entonces la concuspiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte" (Santiago 1:14-15)
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