Cuando una persona se convierte a Cristo, su cuerpo se convierte en morada del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19-20) y su conciencia está sujeta a la palabra y la voluntad de Dios.
La conciencia del cristiano queda limpia de los pecados y la desobediencia del pasado, para que pueda servir al Dios vivo (Hebreos 9:14).
La conciencia del cirstiano se hace santa y sincera, de conformidad con la palabra de Dios, para que pueda caminar con integridad en este mundo. “Porque nuestra gloria es ésta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros” (2 Corintios 1:12).
Si un cristiano tiene una conciencia débil, tendrá probabilidades de someterse al mal y envilecerse (véase 1 Corintios 8:7)
Nuestra meta como cristianos debe ser la del Apóstol Pablo: “Y por esto procuro siempre tener una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres” (Hechos 24:16)
Muchos cristianos tienen problemas en el campo de la conciencia. Por ejemplo, alguien puede estar casado con un inconverso o haberse convertido a Cristo después de su matrimonio y descubrir que tiene que soportar presiones para actuar contrariamente a las Escrituras en su conducta, su participación en el mundo e incluso las prácticas sexuales. Esto puede provocar conflictos e infelicidad en el matrimonio.
La Biblia enseña que el papel de la esposa es el de ser sumisa; pero también ordena al marido que ame a su esposa como a su propio cuerpo (véase Efesios 5:22,28). Así, ninguno de los cónyuges tiene derecho a ordenarle al otro que haga algo contrario a las Escrituras y que ofenda su conciencia.
Estrategia de asesoramiento:
1. Si se presenta este problema, feliciten a su interlocutor por ser sensible a la dirección del Espíritu Santo en su vida y por desear hacer lo correcto.
2. Anímenle a que adopte una posición firme por Cristo, de conformidad con lo que se nos dice en Romanos 12:1,2
3. Inviten a esa persona a que haga todo lo posible para mantener abiertas las comunicaciones con su cónyuge, con el fin de debatir libre y plenamente los problemas implícitos y las razones por las que no es posible aceptar esas peticiones.
Hagan un esfuerzo para no mostrarse críticos ni emitir juicios duros. “Atrapamos más moscas con miel que con vinagre”. Si no se tiene mucho cuidado en esto, se podrá llegar con rapidez al punto sin regreso, provocando conflictos y hostilidad.
4. El amor cubre multitud de pecados. Aconséjenle a su interlocutor que ame a su cónyuge sinceramente, demostrándoselo de palabra y obra. El cónyuge cristiano debe expresar aprecio, admiración y alabanza con tanta frecuencia como le sea posible, en los puntos en que se justifique.
5. Animen a su interlocutor a que ore, pidiendo primordialmente sabiduría y dirección tanto en el debate como en las medidas recomendadas (véase Santiago 1:5) y, luego, obediencia del cónyuge a la palabra de Dios y entrega a la fe personal de Cristo. Cuidado: no se debe ser demasiado agresivo al tratar de ganar a su cónyuge para Cristo. Tengan la bondad de ver la sección sobre EL MATRIMONIO (¿Cómo conquistar al esposo o la esposa para Cristo).
6. Oren con su interlocutor para fortalecer su resolución.
Nota de Billy Graham: “La satisfacción completa en el matrimonio no se puede obtener fuera de la vida en Cristo. En las Escrituras se indica que Cristo vino al mundo a destruir las obras del diablo. El poder de Cristo sobre el diablo está a disposición del cristiano, y al destructor del hogar ideal sólo se puede hacer que huya mediante el poder de Cristo”.
Citas Bíblicas:
“¿Cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:14).
“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).
1 Pedro 3:1,2,5,7,8,15,16)
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