miércoles, 14 de septiembre de 2011

Los enemigos

Un enemigo puede dar muestras de hostilidad o mala voluntad y tratar de causar daños, debido a una actitud antagónica o destructiva. Nadie está totalmente libre de los sufrimientos causados por las malas acciones de otros. En esos casos, podemos sentirnos impulsados a responder en la misma forma, a vengarnos, “ajustar las cuentas” o dar más de lo que se recibe, “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente” (1 Corintios 2:14).


Sin embargo, la Palabra de Dios nos indica respecto a esas respuestas lo que sigue:


“Estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18).


“No paguéis a nadie mal por mal” (Romanos 12:17).


“No os venguéis” (Romanos 12:19).


“Amad a vuestros enemigos.


Bendecid a los que os maldicen.


Haced bien a los que os aborrecen.


Orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44)


Hay actitudes y actos que tienden a crear enemigos o ensanchar todavía más las diferencias ya existentes.


1. Actos egoístas o falta de sensibilidad hacia los demás.


2. Falta de disposición, debido a la soberbia, para entender que podemos ser nosotros los “ofensores”, en logar de los “ofendidos”.


3. El hablar de las personas, en lugar de conversar con ellas, “menospreciando” o criticando sus actitudes y actos, en lugar de hablar directamente con ellos a ese respecto, con humildad. La propagación de nuestra propia versión de un relato sirve para polarizar una relación; los relatos suelen empeorar cuando los repiten otros. Esos actos son hipócritas.


4. El pasar por alto deliberadamente una situación, en lugar de orar por ella y hacer algo para corregirla. El no prestarle atención a alguien no servirá para que disminuyan las tensiones.


5. El rechazar nuestras responsabilidades, soportando una situación en forma pasiva, en lugar de tomar la iniciativa.


6. Ocultarse tras una máscara de “indignación justificada”.


7. El creer que somos moralmente superiores porque hemos descubierto algo que nos sirve para condenar a otros.


8. El no darnos cuenta de que, con frecuencia, es más difícil perdonar a las personas a las que hemos ofendido que a las que nos hayan lastimado a nosotros.


9. El negarse a “recorrer la segunda milla” o a “volver la otra mejilla”, como lo enseñan las Escrituras. Se nos indica que debemos perdonar hasta “setenta veces siete” (Mateo 18:21-22). El perdón es la esencia de una vida redimida. “Perdonad y seréis perdonados” (Lucas 6:37).


10. El desobedecer la Palabra de Dios que nos ordena específicamente que amemos a nuestros enemigos, los bendigamos, le hagamos el bien y oremos por ellos (Mateo 5:44)


Nota: Billy Graham escribió: “Dios puede darle y le dará un espíritu de perdón, cuando acepte Su perdón por medio de Jesucristo. Cuando haga esto, se dará cuenta de que el Señor le ha perdonado tanto que deseará perdonar también usted a todos los daños que haya sufrido. En el mundo se acepta generalmente la norma de ajustar cuentas con el otro individuo. Entre los cristianos, es preciso soportar las ofensas por amor de Cristo, perdonándoles a otros para que puedan descubrir a través de nosotros la gracia de Dios para perdón de los pecadores”.


Estrategia de asesoramiento:


1. Asegúrenle a su interlocutor que Dios nos cuida en todas las situaciones. Su Palabra nos enseña muchas cosas respecto a los enemigos.


2. Pregúntenle si ha recibido alguna vez a Jesucristo como su Señor y Salvador personal. Si no es así, compartan con él las “Cuatro leyes espirituales”.


3. Si el interlocutor es cristiano, anímenlo para que renueve su entrega a Cristo. Hagán hincapié en 1 Juan 1:9 y Romanos 12:1.


4. Utilicen los puntos que siguen, porque podrán servir como ayuda para entender mejor lo que es la reconciliación. Esfuércense en comprender la situación. Pidan información sobre las personas participantes y sus problemas.


A. ¿Qué produjo la ruptura de las buenas relaciones?


B. Considera su interlocutor que es posible que haya contribuido a que se creara ese problema?


C. Hasta donde pueda determinarlo, ¿Cuál es la actitud de la otra persona? ¿Está mostrándose totalmente sincero su interlocutor en sus esfuerzos para evaluar la situación?


D. Hagan hincapié en que tiene la obligación de perdonar, con todo lo que esto implica. Debe dar el primer paso para lograr la reconciliación. Un cristiano maduro aceptará siempre su responsabilidad como pacificador. Anímenle para que adopte la actitud de Cristo, que nunca exigió sus “derechos”. Cuando le injuriaban y escupían, no se vengaba.


E. Al interlocutor le conviene mucho aclarar la situación tan pronto como le sea posible. “Ponte de acuerdo con tu adversario pronto… no sea que el adversario te entregue al juez… y seas echado en la cárcel… De cierto te digo que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante” (Mateo: 5:25,26).


F. Cualquier acercamiento se deberá llevar a cabo con humildad. Recuerden que sólo Jesús era absolutamente justo, porque no tenía pecado. “La blanda respuesta quita la ira” (Proverbios 15:1). “Decid la verdad con amor” (Efesios 4:15).


G. Se debe orar sinceramente por la otra persona y abrir el corazón a las posibles soluciones.


H. Como consejeros, no se olviden de orar con su interlocutor, pidiéndole a Dios que intervenga y que actúe sobre ambas partes para lograr alguna solución satisfactoria.


I. Pregúntenle qué desea hacer como primer paso para la reconciliación. Recuérdenle que el retraso para actuar será perjudicial para la reconciliación.


Citas bíblicas:


“Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él” (Proverbios 16:7)


“Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18)


“Apártese del mal y haga el bien, busque la paz y sígala” (1 Pedro 3:11)


“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos?” (Mateo: 5:44-46).


“Y Jesús decía; Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).


Salmo 34:14


Romanos 14:17-19


2 Timoteo 2:22

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