El divorcio no es una opción para los cristianos. La pareja prometió delante de Dios y lso testigos que la unión de sus vidas sería “hasta que la muerte nos separe”. “Pero los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino el Señor: que la mujer no se separe del marido; y si se separa quédese sin casar o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer” (1 Corintios 7:10.11).
Sin embargo, existen circunstancias atenuantes especificadas en las Escrituras cuando el cónyuge del cristiano sea culpable de inmoralidad sexual, como por ejemplo, el adulterio o la homosexualidad, y se niegue a abandonar tales prácticas (véase Mateo 19:9) o cuando el cónyuge del cristiano abandona a la familia (véase 1 Corintios 7:15).
En estas dos situaciones anteriores, las Escrituras inspiran al perdón y la restauración que resultan para mayor honra del Señor. Pero si no se encuentra una solución sobre estas bases, entonces, las Escrituras señalan el divorcio como opción. ¿Qué se puede decir de las segundas nupcias para el cónyuge? Esta es una cuestión de conciencia individual ya que las Escrituras no prohíben ni alientan tales matrimonios. No obstante, se podría suponer que si las Escrituras “permiten” el divorcio en las circunstancias anteriores, quizá permitan también las segundas nupcias como opción. Véase 1 Corintios 7.
Nota de Billy Graham: A la persona que pregunte: “Si ya me divorcié y casé de nuevo. ¿debo abandonar a mi cónyuge actual para regresar a vivir con el primero”, la respuesta: “En circunstancias normales, yo le diría que permanezca como está. Los pecados del pasado no se pueden deshacer al igual que los huevos batidos no se pueden desbatir. Lo más importante que se debe hacer es confesar sus fallas y pecados pasados y asegurarse, por todos los medios, que su hogar sea un hogar cristiano”.
Estrategia de asesoramiento:
Para no cristianos:
1. La cuestión primordial que se debe afrontar en este caso no son las segundas nupcias, sino el ponerse bajo la voluntad de Dios. Cuando la persona hace esto, tendrá una perspectiva de sí misma y del segundo matrimonio que jamás podría obtener en ninguna otra situación (véase Mateo 6:33).
Pregúntenle a la persona si ha recibido a Jesucristo su Señor y Salvador personal. Explíquenle las Cuatro leyes espirituales.
2. Animen a esa persona a que comience a leer y estudiar la Biblia.
3. Aconséjenle al individuo que aprenda a orar y a practicar la oración día tras día, buscando la voluntad y la dirección de Dios. Nota: el conocimiento y a madurez que se adquieren mediante el estudio de la Biblia y la oración son indispensables para tomar cualquier decisión respecto a las segundas nupcias.
4. Inviten a esa persona al CCLT, para alabar a Dios, tener compañerismo con los demás creyentes y participar en el servicio cristiano.
5. Ahora que la persona ya es cristiana, sugiérale que “se case en el Señor” (1 Corintios 7:39) y establezca un hogar verdaderamente cristiano, cuyo centro sea Cristo y Su iglesia.
Para el cristiano:
1. La persona debe tomar en consideración que las segundas nupcias no son algo sencillo. Conviene hacer una serie de preguntas y obtener las respuestas correspondientes.
“Aunque se me considera como la parte inocente, ¿contribuí en algo a la ruptura de mi primer matrimonio?”
“¿Tengo orgullo y egocentrismo que debo vencer?”
“¿Hay resentimientos y amargura, como resultado del divorcio, que deba resolver?”.
“¿Tengo derecho a pensar que tendré éxito en un nuevo matrimonio?”.
“¿Estoy viviendo ahora de acuerdo con la voluntad de Dios? ¿Cómo puedo determinar verdaderamente si es así?”.
“¿Soy capaz de realizar una contribución verdaderamente espiritual al nuevo matrimonio?”
“¿Es el dar gloria a Dios mi objetivo supremo en la vida?”
2. Pídanle a la persona que esté absolutamente segura de que está viviendo dentro de la voluntad de Dios. Esto lo podrá determinar si se consagra fielmente a leer y estudiar la palabra de Dios y a confiar en la oración.
3. Animen a esa persona a que pueda congregarse fielmente en el CCLT, participando activamente en sus actividades cristianas.
4. Aconséjenle que, si vuelve a casar, Cristo deberá ser el centro del matrimonio y el hogar. Deben establecer un servicio familiar cotidiano donde todos lean las Escrituras oren juntos.
5. Oren con esa persona para que pueda entender la voluntad de Dios y el propósito para su vida.
Citas bíblicas:
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios, en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7)
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).
“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil y como coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbos” (1 Pedro 3:7).
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
“No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones” (Salmo 103:10-12).
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