miércoles, 14 de septiembre de 2011

Las profecías

Un axioma muy útil para entender las Escrituras es: “Lo Nuevo está oculto en loa Antiguo; lo Antiguo se revela en lo Nuevo”. Por supuesto, nos referimos al Antiguo y Nuevo Testamento.


La profecía era, a la vez, una manifestación en el presente y una predicción –en la que los acontecimientos se vaticinaban décadas y siglos antes de que sucedieran en realidad. Gran parte de las profecías que contienen las Escrituras se han cumplido ya. Otras se están realizando en nuestros días. Pedro dijo: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:29-21).


Profecías cumplidas:


Las pruebas más convincentes de cumplimiento de las profecías se refieren a la Persona y la obra de Jesucristo, tal y como se revelan en los cuatro evangelios. La falta de espacio hace que no sea posible enumerarlas todas. Sin embargo, las siguientes son pruebas contundentes:


Debía ser de la familia del Rey David (Isaías 9:6-7; 11:1; Salmo 89:3-4; Marcos 12:36 y Juan 7:42).


Nacería de una virgen (Isaías 7:14 y Mateo 1:23).


Nacería en Belén (Miqueas 5:2 y Juan 7:42).


Tendría una entrada triunfal en Jerusalén (Zacarías 9:9 y Mateo 21:5).


Moriría junto a delincuentes (Isaías 53:9-12 y Lucas 22:37).


Echarían a suertes sus ropas (Salmo 22:18 y Mateo 27:35).


Sus últimas palabras fueron predichas (Salmo 22:1 y Mateo 27:46).


Resucitaría de entre los muertos al tercer día (Salmo 16:10). Jesús afirmó la resurrección, refiriéndose a las Escrituras del pasado (Lucas 24:46).


Pedro lo confirmó, citando la profecía de David (Hechos 2:25-32).


Aunque Isaías profetizó 800 años antes de la venida de Cristo, nos describió los sufrimientos del Señor (véase Isaías 53:6).


Profecías que quedan por cumplirse:


Las profecías que quedan por cumplirse se refieren en gran parte a la llamada “bendita esperanza” del creyente cristiano –la inminente segunda venida de Jesucristo. El autor de la carta a los Hebreos dice: “La cual (esperanza) tenemos como segura y firme ancla del alma…” (Hebreos 6:19)


Nota: Billy Graham escribió: “La importancia de la esperanza de la segunda venida de Cristo se recalca por la frecuencia, la amplitud y la intensidad con la que se menciona en la Biblia. Se indica en todos los libros del Nuevo Testamento, excepto cuatro. Cristo se refería continuamente a Su regreso, no sólo ante Sus discípulos, sino también ante otras personas. Al sumo sacerdote le dijo: ´Y además os digo que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo´ (Mateo: 26:64).


En uno de cada treinta versículos de la Biblia se menciona este tema. Se cita 318 veces, en 216 capítulos del Nuevo Testamento. La vigésima parte del Nuevo Testamento completo se ocupa de este tema. Además, es algo que predijeron la mayoría de los escritores del Antiguo Testamento: Moisés (Deuteronomio 33:2); Job (Job19:25); David (Salmo 102:16); Isaías (Isaías 59:20); Jeremías (Jeremías 23:5); Daniel (Daniel 7:13-14); Zacarías (Zacarías 14:4) y muchos otros”.


Hay diversas opiniones relativas a las profecías futuras. En lugar de discutir sobre ellas, recordemos que “ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada” (2 Pedro 1:20). Sin embargo, creemos que la llamada opinión premilenaria ofrece la explicación más completa de los acontecimientos futuros y da una lista aproximada de sus principales características.


1. La venida de Cristo es inminente: podría producirse en cualquier momento (Mateo 24:42-44; 1 Corintios 15:52; Apocalipsis 22:12).


2. La primera etapa de Su venida se conoce como el “rapto”. “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él… Porque el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:14,16-17). “Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” (Tito2:13). Esta es la primera resurrección: “En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? Ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo” (1 Corintios 15:52-57) “Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia, porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida” (2 Corintios 5:4) y “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. (1 Juan 3:2).


3. Seguirá el juicio de los creyentes ante el tribunal de Cristo: “Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o malo”. (2 Corintios 5:10). La norma para este juicio es nuestra fidelidad en la vida y el servicio (véase 1 Corintios 3:11-15 y 4: 1-4). Este juicio no será por nuestros pecados. Eso se resolvió en el Calvario, “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”. (2 Corintios 5:21).


4. Llega el período de la Gran Tribulación, “En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro” (Daniel 12:1), “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados. Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, , aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas. E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas” (Mateo 24:21-29), “Y yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:14). El “hombre de pecado” (Anticristo) se manifestará, “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” (2 Tesalonicenses 2:3,4,8). “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas, y sobre sus cabezas, un hombre blasfemo. Y la bestia que vi era semejante a un leopardo y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia. Y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se les permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda la tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo. Si alguno tiene oído, oiga. Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad, si alguno mata a espada, a espada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos”. (Apocalipsis 13:1-10)


5. Cristo vuelve (la segunda etapa) como Rey de reyes y Señor de señores, “Entonces vi el cielo abierto, y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. Y vi un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes. Y vi la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos”. (Apocalipsis 19:11-21). Se produce la batalla decisiva de Armagedón, “Y vi un ángel que estaba en pie en el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios, para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuertes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos, libres y esclavos, pequeños y grandes. Y vi la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos”. (Apocalipsis 19:17-21), “Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Apocalipsis 16:16). “Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor” (Joel 3:12).


6. Sigue el milenio (reinado de mil años), “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”. (Apocalipsis 20:4-6)


7. La segunda resurrección reunirá a todos los que rechazaron a Cristo en todas las épocas. Serán juzgados “de los libros, según sus obras”, “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras” (Apocalipsis 20:12), en el juicio ante el gran trono blanco. “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:15).


8. Comienzan el nuevo cielo y la nueva tierra, el hogar eterno de los redimidos (véase Apocalipsis 21 y 22).


Estrategia de asesoramiento:


Para los que teman a los acontecimientos futuros:


El único modo de poder estar seguros y tener confianza en el futuro es entregarle nuestra vida al Señor que tiene el futuro en sus manos. “La cual (esperanza) tenemos como segura y firme ancla del alma) (Hebreos 6:19). Explíquenle a su interlocutor las “Cuatro leyes espirituales”.


Para el cristiano que no esté seguro de la venida de Cristo:


1. Asegúrenle que podemos estar informados y seguros respecto al presente como al futuro. Pablo dijo: “Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis, como los otros que no tienen esperanza” (1 Tesalonicenses 4:13).


2. Anímenle a que acuda a la Biblia, mediante la lectura y el estudio, y a que asista fielmente al CCLT, ya que allí podrá aprender aún más de la palabra de Dios e “interpretar correctamente la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). Recomiéndenle que visite una librería cristiana, donde podrá adquirir buenos libros sobre la vida y el testimonio de los cristianos, así como también estudios bíblicos sobre las profecías.


Para el cristiano preocupado por su situación ante Dios:


1. Pregúntenle dónde se desvió de su camino.


2. Invítenle a volver al Calvario, para su confesión y perdón, sobre la base de 1 Juan 1:9 y 2:1.


3. Aconséjenle que adopte una posición firme por el Señor. Deberá:


A. Participar en la lectura y el estudio de la Biblia.


B. Buscar compañerismo en la iglesia.


C. Dar un testimonio activo de palabra y obra.


Eso le dará seguridad en Cristo y le hará conocer la voluntad de Dios para su vida.



Citas bíblicas:


La primera etapa de Su venida: el rapto:


“Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él… Porque el Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:13-18)


“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”. (1 Juan 3:2).


La segunda etapa de Su venida: el día del Señor:


“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.” (Daniel 7:13-14)


“Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemados… Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”. (2 Pedro 3:10,13).


La actitud del creyente en vista de Su segunda venida:


“Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra, cuando sea manifestado Jesucristo. Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (1 Pedro 1:7-13).


“Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles” (Marcos 8:38)


“Mas el fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios, y velad en oración. Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados. Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones. Cada uno, según el don que ha recibido, minístrenlo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4: 7-10)


“Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad del oído y se volverán a las fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio” (2 Timoteo 4:2-5)

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