lunes, 26 de septiembre de 2011

Siete preguntas comunes

1. ¿Qué les sucederá a los paganos?


“¿Qué les pasará a las personas que nunca oyeron hablar de Cristo Jesús? ¿Serán condenadas al infierno?” Hay cosas que sólo Dios sabe (Deuteronomio 29:29). Hay muchos aspectos del plan de Dios que no nos ha revelado a nosotros, y este es uno de ellos. Las Escrituras ofrecen algunos puntos muy claros que debemos tener en cuenta.


a. Dios es justo. Lo que Dios haga con los que nunca oyeron hablar de Cristo será justo.


b. Ninguna persona se condenará por rechazar al Cristo de quien nunca oyó hablar, sino que se condenará por violar sus propias normas morales, ya sean elevadas o bajas. El mundo entero, es decir, todas las personas, hayan escuchado o no lo relativo a los Diez Mandamientos, son pecadoras. En Romanos 2 se nos aclara nítidamente que cada persona tiene una norma de algún tipo y que cada cultura, la gente viola conscientemente las normas morales que haya elegido para sí (Romanos 2:12-16)


c. Las Sagradas Escrituras especifican que todo ser humano tiene la suficiente información de la creación para saber que Dios existe (Romanos 1:20). “De modo que no tienen excusa”. El Salmo 19 confirma esta verdad. En Mateo 7:11 y Jeremías 29:13 se afirma que si alguien responde a la luz que tiene y busca a Dios, el Señor le dará la oportunidad de oír la verdad respecto a Jesucristo.


d. En la Biblia no hay indicación alguna de que una persona pueda salvarse si no es por mediación de Cristo Jesús (Juan 14:6). Sólo El pagó por nuestros pecados y constituye el único puente que cruza sobre el vacío que separa las obras humanas más elevadas posibles de las normas infinitamente santas de Dios (Hechos 4:12). Los que nos llamamos cristianos debemos esforzarnos porque el evangelio llegue a todos los seres posibles.


e. La Biblia es perfectamente clara en lo concerniente al juicio que espera al individuo que escuchó el evangelio. Al enfrentarse a Dios, el tema que tratará no será el de los paganos, sino que deberá rendir cuentas por lo que él hizo personalmente respecto a Cristo. Por lo común, la gente propone la cuestión de los paganos como una pantalla para evadir su propia responsabilidad individual. Es preciso que respondamos a sus inquietudes a este respecto; pero, al terminar la conversación, debemos enfocar nuestra atención en su situación personal y su propia responsabilidad. ¿Qué es lo que está haciendo con Cristo? Encontrará una exposición más amplia sobre la ley moral inherente del universo en la obra de C.S. Lewin, The Case For Christianity.



2. ¿Es Cristo el único camino para llegar a Dios?



Ni la sinceridad ni la intensidad de la fe son capaces de generar la verdad. La fe no es más válida que el objeto en que reposa. El tema real es la cuestión de la verdad. Por ejemplo, el islamismo y el cristianismo tienen reinos éticos y morales muy similares entre sí; pero las dos fes son diametralmente opuestas en lo relativo a ¿Quién es Cristo Jesús? El islamismo niega que Jesucristo sea el Hijo de Dios. Estas dos fes no pueden ser simultáneamente verdaderas en este punto. Una es correcta y la otra no. Si el punto crucial del cristianismo es falso, nuestra fe es vana.


Esta cuestión tiene aspectos emocionales. Los cristianos no se basan en fanatismos, prejuicios o presunciones cuando afirman que Cristo es el único camino para llegar a Dios. Para los cristianos, no existe ninguna otra opción, porque Cristo mismo así lo afirmó. Estamos hablando de la verdad que recibimos por revelación, por la intervención en la historia humana que Dios mismo tuvo a través de la encarnación de Jesucristo.


Algunas leyes y sus castigos se determinan de acuerdo con aspectos sociales. Por ejemplo, cuando las autoridades detienen a una persona por exceso de velocidad, debe pagar una multa. Sin embargo, en otros aspectos de la vida, por ejemplo en el reino de lo físico, encontramos leyes que no se determinan desde un punto de vista social. La ley de la gravedad es un buen ejemplo de esto. El reino de lo moral, al igual que en el físico, existen leyes que no se determinan desde una perspectiva social. Tenemos la capacidad de discernir estas leyes gracias a lo que Dios nos reveló sobre la ley inherente del universo. Una de estas leyes es que Cristo Jesús es el único camino para llegar a Dios.



3. ¿Por qué sufren los inocentes?



“Si Dios es tan bueno y poderoso, ¿por qué sufren los inocentes? Y he aquí debemos admitir nuestra ignorancia parcial. No tenemos una explicación completa sobre el origen y el problema del mal, porque Dios decidió revelarnos sólo una parte de ello. El Señor creó un universo perfecto y el hombre, debido a su libre albedrío, escogió desobedecer. El mal se introdujo en el universo debido a la desobediencia del hombre. A causa de esta desobediencia humana y el quebrantamiento de la ley de Dios, el mal se apoderó del universo.


Debemos estar conscientes de la presencia del mal en cada uno de nosotros. Si Dios ejecutara Su juicio por igual, ninguno de nosotros sobreviviría. Suponga que Dios decretara lo siguiente: “Esta noche, a medianoche, todo mal se suprimirá del universo”. ¿En dónde estaríamos a la una de la mañana siguiente?


Después de señalar el problema personal del hombre respecto al mal, debemos saber que Dios ha hecho todo lo necesario para resolverlo. Tomó parte en la historia humana en la persona del Señor Jesucristo, que murió para resolver este problema. Cada individuo que responde voluntariamente, recibe el don de Su amor, Su gracia y Su perdón en Cristo Jesús. C.S. Lewin observó que es inútil que estemos especulando respecto al problema del mal, que lo que debemos hacer es enfrentarnos a su realidad, y que la única solución para esta realidad es el Hijo de Dios, Jesucristo.



4. ¿Existen los milagros?



“¿Existen verdaderamente los milagros?” En esta era científica, ¿cómo puede una persona inteligente que observe el orden del universo, creer en los milagros?” El tema real, en este punto, es si existe Dios o no. Si Dios existe, entonces, los milagros son lógicos y no presentan contradicciones intelectuales. Por definición, Dios es todopoderoso, puede intervenir en el universo que creó, y en efecto, lo hace.


A fin de cuentas, se nos está preguntando: “¿cómo sé que Dios existe?” La historia registra muchos argumentos a favor de la existencia de Dios. No obstante, todos ellos tienen argumentos en contra y hay evidencias que parecen negarlos. Así, pues, se les considera meros indicios de una prueba concluyente de que Dios existe.


La indicación más poderosa de la existencia de Dios es Su participación en la historia del hombre. Yo sé que Dios existe, no debido a todos los argumentos filosóficos, sino porque se presentó en un momento dado en la historia del hombre en la persona de Jesucristo, y lo he conocido personalmente. Nuestra respuesta comienza con El. Sus credenciales corroboran Su afirmación. Por supuesto, la comprobación suprema es el hecho de que se levantó de los muertos. Al ayudar a los no cristianos a razonar sobre la base intelectual del cristianismo, nuestra mejor defensa es una buena ofensiva. Uno de los modos para estimular su razonamiento es preguntarle: “¿Cuál de las otras tres posibilidades sobre Cristo acepta como verdadera, ya que dice no creer que El era la verdad?” Hay sólo cuatro conclusiones posibles respecto a Cristo y Sus declaraciones. Era un mentiroso, un lunático o una leyenda, o bien, era la verdad.


a. Un mentiroso. La mayoría de la gente cree que Jesús fue un gran filósofo y maestro moral. El llamarle mentiroso sería una contradicción de conceptos.


b. Lunático. Tal vez pensaba que estaba haciendo el bien; pero sufría delirios de grandeza. El problema con esta conclusión es que los síntomas clínicos de la paranoia no se aplican a las características de personalidad que mostró Jesús. La serenidad y la compostura que mostró en todo momento no son características de quienes padecen perturbaciones paranoicas.


c. Una leyenda. Según esto, Jesús nunca hizo declaraciones propias, sino que se pusieron en sus labios por seguidores excesivamente fervorosos durante el tercer y el cuarto siglo. No obstante, la arqueología moderna hace que se tambalee esta teoría. Los descubrimientos recientes confirman que los documentos del Nuevo Testamento se escribieron en vida de los contemporáneos de Cristo Jesús. El desarrollo de una leyenda elaborada habría requerido un lapso de tiempo mucho mayor.


También necesitamos considerar con el interesado lo que significa el comprobar o no la existencia de Dios. Nunca podremos demostrarlo por medio de métodos científicos; pero eso no significa que nuestro caso esté perdido. El método científico como medio de verificación está limitado a aspectos mensurables de la realidad. Nadie puede medir el amor, el odio o la justicia. Sin embargo, existe una ciencia de la historia. Al determinar la información sobre el cristianismo y, sobre todo, las evidencias de la resurrección, encontramos que existe un caso sólido en el cual fundar nuestras convicciones.


Estos son algunos de los conceptos que debemos sugerirle a la persona que toma una posición esencialmente materialista, basándose en suposiciones racionalistas y que afirma que, puesto que no existe lo sobrenatural, los milagros son imposibles. Cuando alguien parte de esta presuposición, por abundante sean las pruebas que se tengan, no se le podrá convencer de la verdad. Si comienza negando la posibilidad de los milagros, ¿qué evidencias lo convencerían de que se produjo uno de ellos? Ninguna. Cristo resolvió esta cuestión en Lucas 16:28-31, y este principio se sigue aplicando en nuestra vida. Las evidencias relacionadas con la presencia terrenal de Dios en este planeta son base suficiente para nuestra fe. Cuando alguien se niega a aceptar estas pruebas, no hay ninguna evidencia posible que logre convencerla.


5. ¿No es cierto que la Biblia está llena de errores?



“¿Cómo reconcilian su fe con el hecho de que la Biblia está llena de errores?” La confiabilidad de las Sagradas Escrituras está siendo puesta en duda. En primer lugar, pregúntenle a esa persona a qué errores específicos se refiere. El 99 por ciento de las veces, la gente no puede recordar ninguno. Si la persona propone un problema específico y no se tiene la respuesta, no se asusten. Sonríanle amablemente y díganle: “No tengo la respuesta para eso; pero me dará mucho gusto investigarlo.” Si la persona no ha leído la Biblia esto es una indicación clara de su falta de sinceridad al ponerla en tela de juicio. No obstante, no hagan hincapié en este hecho y nunca se burlen de alguien que trate de discutir incluso lo ridículo, porque lo único que lograrán es acarrearle mala fama al evangelio.


En efecto, la Biblia contiene algunas contradicciones aparentes; pero una y otra vez, tales contradicciones se han resuelto gracias a los descubrimientos de la arqueología moderna. El doctor Nelson Glueck, un arqueólogo judío muy famoso, hace la siguiente declaración sorprendente: “Ningún descubrimiento arqueológico ha debatido jamás una cita bíblica”.


La evolución puede constituir un problema si conduce a una conclusión atea para alguien. La cuestión real, no obstante, no es la evolución, sino el enfrentarse a Cristo mismo. Pregunten: “¿A qué conclusiones llega, partiendo de su posición evolutiva, que el universo se produjo por casualidad? ¿O está afirmando que Dios creó el universo y lo hizo utilizando ciertos procesos evolutivos? Yo no estoy convencido de esta posición específica, pero supongamos por un momento que es la correcta. ¿A qué conclusión llega entonces?” A partir de este punto, encaucen su atención en lo que hizo y dijo Cristo. La forma en que Dios creó el universo no es tan importante como el hecho de que lo creó. La premisa supuesta, y no las evidencias reales, es lo que a menudo determina la conclusión a la que llega. Se puede formular un caso aparentemente bien estructurado en favor de la posición naturalista si se hace caso omiso de la evidencia que existe sobre Cristo Jesús; pero si la persona desea ser intelectualmente sincera, deberá resolver algo respecto al Señor. Hay una cantidad asombrosa de no cristianos pensantes que nunca han meditado realmente en las pruebas que existen sobre Jesucristo.



6. ¿No es la experiencia cristiana una simple cuestión psicológica?



Algunos sugieren que tenemos fe sólo porque nos han condicionado a ellos desde la más tierna infancia. Según ellos, nos criaron como a los perros de Pavlov, lo que constituye una simplificación excesiva. Hay cristianos que se han convertido de las procedencias más variadas imaginables. Miles de ellos no tuvieron ningún contacto con el cristianismo en su infancia y, sin embargo, cada uno dará un testimonio del encuentro personal que tuvo con Cristo y que transformó su vida entera. El único factor constante en todo esto es el Señor mismo.


Otros afirman que los ideales espirituales son esencialmente una simple satisfacción de deseos o sueños. En su opinión, se atribuyen a la necesidad que siente una persona de un Dios, creando una imagen en su mente y, luego, adorando la proyección mental. La realidad objetiva es completamente inexistente. Se ha dicho que la religión es una muleta para las personas que no pueden seguir el camino de la vida de otra manera. También se dice que las personas religiosas se autohipnotizan.


¿Cuál es la evidencia objetiva respecto a nuestras experiencias subjetivas?


El cristianismo difiere de la autohipnosis, la realización de sueños y otros fenómenos psicológicos y la experiencia subjetiva cristiana se basa firmemente en un hecho histórico y objetivo, a saber, la resurrección de Cristo de entre los muertos.


Si la resurrección es real, esto marca la diferencia absoluta. Es decir, se convierte en la confirmación de la revelación de Dios a través de Cristo, lo que es una verdad absoluta y una realidad histórica independiente de nosotros mismos, un hecho objetivo con el que se vincula experiencia subjetiva. Es preciso que mantengamos estas dos realidades, lo objetivo y lo subjetivo, en una perspectiva correcta. Necesito reconocer que mi experiencia se basa en el fundamento sólido de un hecho objetivo incontrovertible de la historia.



7. ¿No es posible llegar al cielo, llevando una buena vida moral?



Un estudiante de la Universidad Duke dijo: “Si Dios da calificaciones sin ser extremadamente severo, creo que pasaré”. La mayoría de la gente acepta la filosofía de que lo único que necesitamos es tratar de hacer lo mejor posible y todo irá bien, cuando menos, que no les irá peor que a los demás. Esto entraña un optimismo increíble respecto a la rectitud del hombre y una ignorancia atroz respecto a la santidad infinita de Dios. Dios no califica sin severidad. Posee un estándar absoluto que es Jesucristo. La luz destruye la oscuridad y el carácter de Jehová resplandece de tal manera que en su pureza se consume todo mal. En la presencia de Dios seríamos consumidos debido a la corrupción de nuestra vida. La rectitud perfecta de Cristo es la única base de la que podemos partir para establecer un compañerismo con el Dios viviente.


La moralidad no es la respuesta. Todo resulta vano, desde el vago de los barrios bajos, pasando por el universitario y hasta el hombre más increíblemente moral. Nadie es capaz de correr la carrera completa. Todos nos quedamos en el camino. Ni las instrucciones más sabias pueden ayudar. Necesitamos a alguien que nos conduzca hasta la meta y es ahí donde entra Cristo.


Si puede llevar una vida absolutamente perfecta, podrá llegar al cielo por méritos propios; pero hasta ahora nadie lo ha logrado, ni lo logrará jamás. Todas las demás religiones del mundo son esencialmente conjunto de reglas a seguir, códigos de éticas sugeridos para llevar un patrón de vida maravilloso. No obstante, el problema básico del hombre no es saber cómo debe vivir, sino la falta de poder para vivir como debiera hacerlo. Las buenas nuevas son que Cristo Jesús, quien apareció en un momento dado de la historia del hombre, hizo por nosotros lo que nos resultaba imposible realizar. A través de El podemos reconciliarnos con Dios, gracias a su justicia, y nos ha permitido con ello tener compañerismo con Dios y estar en Su misma presencia.

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